Heather y yo volvimos a la escuela a recoger a Travis, llegamos unos minutos antes, tuvimos que esperar en el estacionamiento a que tocara el timbre y los estudiantes salieran. No dijimos nada, Heather estaba distraída con su móvil. Yo trataba de percibir cada movimiento suyo y de alguna forma me sentí como un acosador. Todos sus movimientos son delicados y no solo por el hecho de que ella por naturaleza es frágil, delicada, sino, porque no tiene fuerzas para que sus movimientos sean más fuertes.
—¿Cómo está tomando tu hermano la situación de tu salud…mental? —pregunta Heather al rato.
—Él…me ayuda bastante, el ayuda a calmar mis pesadillas, me distrae de las voces y pensamientos perturbadores, ayuda en lo que puede —comento sintiéndome de pronto feliz por el hermano que tengo—. A veces creo que me calma más que mi mamá.
—Qué lindo, se ve que es un buen chico. —Me dice con una sonrisa de lado y en su mirada puedo ver dolor— Pero, él es muy joven, ¿No le hace daño? Me refiero a que… si, hace daño que un familiar tenga problemas, pero aparte de eso. No sé si me dejo explicar —sus movimientos expresan algo de frustración.
—Te entiendo —le digo— Eso siempre me preocupó y tal vez si le hace daño, de hecho, sé que le hace daño y esa es la razón por la que trato de mantenerlo al margen. No solo a él, sino, a todos —pienso un momento y si debo decir lo siguiente que pienso decir y suspiro— Por eso he pensado en alejarme de ti. —Heather me mira como si estuviera de broma
—No —responde.
—¿No?
—No. —Nos miramos unos segundos, de manera desafiante.
Sé que, sería hacerles caso a las malditas voces, pero es que, ¡las voces siempre tienen razón! Yo soy un chico que está bien enfermo y nada bueno va a salir de estar conmigo.
—Sé perfectamente que tienes problemas y no quiero empeorarlo. —Digo con tristeza. Me quedo pensando un instante, quiero ayudarte, pero ¿cómo ayudarte cuando yo no estoy bien? ¿Qué pasa si te llevo por el camino equivocado?
La vas a matar.
Aléjate.
—Cuando seas realmente tú el que quiera alejarse, bien, no diré nada. Pero ahora sé que no eres tú quien en realidad se quiere alejar.
—¿Qué te hace creer eso?
Cómo no va a saber, si ya le dijiste todo.
Idiota…
—Eres esclavo de tu propia mente, ¿recuerdas? —Su sonrisa de lado reaparece.
—Siento la tardanza y hola, por cierto —Travis entra en el auto de pronto. Ni siquiera había escuchado el timbre.
—¿Listo para matemáticas? —pregunta Heather en un tono diferente al que usa conmigo. Un tono tímido y amable. Bueno, ella nunca fue tímida conmigo, porque desde un principio fue cortante.
—Ni lo menciones —Travis se recuesta en el asiento.
Enciendo el auto y emprendo el viaje a casa, como siempre, hay música en la radio, pero no está fuerte como otros días. Nadie habla, todos estamos perdidos en nuestros pensamientos, o al menos yo lo estoy.
El ruido en mi cabeza no parece querer cesar, solo escucho como hablan y hablan. Quisiera que exista un botón con la opción de silencio, pero no lo hay. Los psiquiatras creen que ese botón se llama Terapia y Antipsicóticos, pero para mí no existe, o bueno sí; el único botón que de verdad funciona supongo que es la muerte.
—¡Qué hambre! espero tener mi plato servido —habla Travis.
—Si es que la zorra no tiene ocupada a mamá —murmuro tenso y el suspira con pesadez.
Al llegar, suavemente pongo mi mano en el hombro de Heather, ella me mira y yo la guío dentro de mi casa, Travis nos sigue justo por detrás.
—Bienvenida a la residencia Andrade, señorita Green —habla Travis con voz de mayordomo de película y hace una reverencia, provocando una risa de mi parte.
—Encantador —responde de la misma manera elegante, me gustó que siga el juego.
—Ya llegamos —digo en voz alta para que mamá escuche.
Al rato se escuchan unos tacones por el pasillo que lleva a la cocina y luego aparece esa persona que tanto odiamos mi hermano y yo.
—Chicos, llegan en buena hora. Su madre y yo iremos por un café —nos dice con la sonrisa más hipócrita que he visto jamás— Y veo que vienen acompañados —mira a Heather de arriba abajo sin disimular su disgusto.
—¿Y tú quién te creíste para mirarla así? —espeto molesto, mirándola con toda la rabia que le tengo.
—¿Mirarla cómo, cariño? —usa un tono muy hipócrita y solo quiero golpearla, pero no puedo. Travis se acerca a ella peligrosamente.
—Eres una mujer muy miserable y me repugnas —Travis iba a seguir hablando, pero la voz de mi madre por el pasillo no lo deja.
—Estoy lista, vámonos —aparece mi madre, luciendo muy hermosa. Es increíble, Hanna no le llega ni a los talones.
—Mamá, ella es Heather —las presento, ignorando todo lo que había pasado.
—Mi nombre es Diana, un gusto —le regala una auténtica sonrisa y un beso en la mejilla, saluda a Travis y se va con Hanna.