Voces del Viento

Capítulo 14: Eleven

Por fin domingo. Ayer fue el sábado más largo de mi vida, empecé a sentirlo de esa forma cuando me convencí de que, invitaría a Heather a una cita a o algo así.

Anoche luego de dejarla en su casa, llegue a la mía y mi hermano menor estaba tirado en el sofá comiendo pizza, sobrio, lo cual me sorprendió. Después de comer una porción de su pizza, fui a mi habitación y no me quedé despierto pensando en ella. Dormí como bebé, soñando con ella. Deberían envidiarme todos los que no pueden dormir pensando en la persona que aman. Oh… pero ahí está la cosa, yo no la amo, no estoy enamorado. Eso es… todo un proceso. Ay, ya hablé estupideces.

No hablaste, pensaste.

Idiota.

De hecho, crees que puedes enamorarte.

Cállate. Cállate.

Hazlo. Hazlo. Hazlo. Enamórate. Eres un marica. ¡HAZLO!

Queremos verlo.

¿Por qué les prestó atención? Ah sí, porque es un ruido constante. Vamos, Leo, concéntrate. Llámala y dile tu plan, ¿Qué es lo peor que podría pasar? ¿Qué es un rechazo de Heather? No es como que vaya a ponerme a llorar y dejar de hablarle como un puberto.

—Heath, hola —saludé después de que ella contestara al segundo timbrazo.

—Hola, Leo —al escuchar su tono de voz, pude ver mentalmente como curvo sus labios hacia un lado.

—Estaba pensando, si tal vez tú quisieras…

—Sí, no sé qué tienes en mente, pero sí —me interrumpe y yo instintivamente abro mucho los ojos y suelto una risa— …Ir a un picnic conmigo —concluyo— paso a buscarte en una hora.

—Es una cita, nos vemos —cuelga la llamada.

Me quedo unos segundos mirando boquiabierto mi celular. ¡Wow! El caballero Heather y la damisela Leo. No, no. No la entiendo, tiene miedo, pero está más decidida a esto y en un momento… me dijo que sí y que era una cita. Oh por dios. Tal vez yo si soy la damisela en esto. Basta Leo, cálmate. Las chicas igual pueden tomar iniciativa.

Salgo corriendo de mi habitación y voy a la de mi hermano, no se encontraba ahí, corro escaleras abajo y lo encuentro en la cocina con mamá, no me importa nada y me pongo a bailar en medio de ambos. Ellos se ríen y me miran raro después.

—¡Me dijo que sí! —abracé a Travis.

—¿Ya es tu novia? —me dice sorprendido.

—No, aceptó a salir conmigo —yo sigo saltando y bailando.

—Eres un imbécil —mi hermano me golpea en la cabeza.

Lo ignoro y noto que mamá nos observa con una ternura inexplicable, como si fuéramos pequeños animales bebés, esos que matan de amor, pero nosotros somos monos retrasados. Demonios, estoy tan estúpidamente feliz, que no puedo evitar pensar sandeces. Aceptó salir conmigo y ella remarcó que sería una cita. No me imagino cómo me pondría si ella aceptara ser mi novia. Sin embargo, en este punto, me asusta que sea yo el que termine aceptando ser su novio. No, no.

Subo a mi habitación a cambiarme de ropa. No puedo decir que es gran cosa lo que me pondré, prácticamente siempre me visto así; pantalón negro y alguna polera, por último, mi cabello, lo puse hacia un lado y listo.

Bajo otra vez hasta la cocina, para preparar el canasto que llevaré al picnic. ¿Qué llevas a un picnic con una chica que odia comer? Me importa un demonio, haré que se trague todo. Pongo frutas, queso, pan, jugo de manzana y durazno, no se cual refiere, agua también. Yo necesito frituras, compraré papas fritas en Burger King antes de pasar por Heather.

—Suerte haciendo que coma algo —escucho decir a Travis.

—Si no come nada, más para mí —bromeo, no obstante, espero que coma una uva por lo menos.

—¿Me puedes llevar a casa de Ginny cuando vayas por Heather? —me pregunta.

—Pero claro. —respondo de inmediato y añado— No quiero ser tío tan joven y tú no quieres ser padre siendo tan crío —bromeo, pero él sabe que lo digo en serio.

¿Qué se siente saber que no vivirás para ser tío?

Nunca tendrás una vida normal.

Sabes que tus días están contados…

—Imbécil. Iré a cambiarme —palmea mi hombro y se va.

Mientras lo espero, me pongo a tomar el zumo de naranja que hizo mi madre y a los quince minutos baja Travis, todavía acomodándose el cabello.

—Vaya hermano, esa chica te trae loco de verdad. Hasta te pusiste perfume —me burlo de él y me enseña su dedo medio.

—Aceptó salir conmigo, me dijo que sí, yupi, soy una nena de las praderas —me imita y no puedo evitar reír.

—Yo no hablo así —agarro el canasto y empiezo a caminar a la puerta.

—Solo te falta usar un vestido y la tiara en la cabeza —dice Travis jugando mientras le abro la puerta y dejo que el salga primero.

—Damas primero —me burlo— Tienes razón, me vería hermoso con vestido y tiara —ambos entramos divertidos al auto, para variar ponemos música. Los primeros minutos nos mantenemos en silencio, hasta que Travis habla.

—Prométeme que para Halloween te pondrás un vestido rosa y peluca rubia —lo miro raro y suelto una carcajada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.