Creo que estos últimos tres meses han sido los mejores de toda mi vida, ¿quién iba a decir que Heather iba a hacerme tan feliz? Estoy enamorado, todo ha sido sensacional. Incluso ella ha subido de peso, por fin llegó a los cuarenta kilos y dice que hasta ahí basta, ahora tiene más color en la piel y su cabello brilla, todo en ella es más brilloso.
Estamos juntos casi siempre, hemos ido a la playa a morirnos de frío con los chicos, los cinco hemos acampado en el patio de Heather, tuvimos un montón de citas en el cine, en restaurantes baratísimos y uno que otro costoso, pero sin duda, lo que más nos gusta hacer, es ver el atardecer en el parque donde tuvimos nuestra primera cita. La vista es bellísima.
No puedo creer lo enamorado que estoy de ella y hoy cumplimos tres meses de novios, por lo que estoy planeando decirle que la amo por primera vez, siendo que ya hace mucho lo tengo atravesado en la garganta, pero con ella nunca se sabe y no quería que se sienta presionada ni se asuste.
Ahora tenemos un poco más de tiempo y libertad, porque estamos en las vacaciones invernales, lo que es perfecto, porque tengo algo muy especial planeado para hoy y espero que salga bien, porque no solo cumplimos mes, sino que también es el aniversario de la muerte de sus padres. Aún tengo muy presente el día que me contó como murieron, como ella vio a toda su familia morir y me imagino que ese es el sentimiento de culpa que la atormenta.
Tu novia es una asesina.
Igual que tú.
Culpable. Loca. Loco.
Si no haces lo que te decimos, va a desaparecer.
Ya se me hacía raro el silencio momentáneo.
En este momento estoy peleando con mi cabello mojado, que lo he dejado crecer y ahora no sé cómo peinarlo, el espejo empañado tampoco ayuda. Lo bueno es que a Heather le gusto despeinado o si no, ella busca como peinarme. Eso es más divertido.
—¿Leo? —me quedo helado al escuchar esa voz. Es imposible— ¿Estás ahí? —salgo del baño de forma frenética y la veo parada en el centro de mi habitación, con las mejillas rosadas. ¡Viva!
—¿Cómo…? —ni siquiera puedo formular las palabras, me siento en shock—. ¿Cómo es esto posible? ¿Sofía? —Ella sonríe como si fuera lo más normal del mundo que estemos teniendo esta conversación.
La última vez que vi a mi mejor amiga, yo estaba demasiado ebrio y dejé que ella se metiera todas las drogas que quisiera. En ese momento parecía genial. No fui capaz de ayudarla cuando perdió la conciencia por una sobredosis, solo vi como la vida se iba de sus ojos y me fui. Creo que ni siquiera era consciente de que se estaba muriendo.
Sí, sabías que se estaba muriendo.
No quisiste hacer nada.
La dejaste morir y te sientes culpable porque querías que muera.
No nos escuchaste y se fue.
—Te he extrañado mucho —dice triste — Me dejaste sola esa noche, Leo, ¿por qué? —ahora su imagen es distinta, tiene el cabello mojado, su vestido cubierto de vómito y la piel se ve sin vida.
—No entiendo, no estás aquí.
—Me dejaste morir —dice sonriendo—. Me mataste, Leo, fuiste tú. —Siento que todo mi cuerpo tiembla con fuerza.
Esto no es real. Ella no es real. Nada de esto está pasando.
Todo es real, Leo.
Ella está aquí.
Tú la mataste.
—Era tu mejor amiga y me mataste —dice llorando.
Basta, basta, basta. Nada de esto está pasando. Lo único que puedo hacer es ponerme en posición fetal y esperar a que pase, pero escucho sus pasos acercarse a mí y siento como sus manos me soban la espalda.
Si no es real, ¿cómo puede tocarme? Pienso alterado.
Es real.
—Tranquilo, chico, no llores —me dice.
—¡Basta! ¡Sal de mi mente! —grito con todas mis fuerzas y la puerta de mi habitación se abre de golpe.
—Leo, ¿estás bien? —escucho la voz de mi hermano y es ahí cuando me animo a levantar la cabeza. No hay nadie, solo mi hermano y yo. —¿Fue un episodio?
—Estoy bien, solo debo terminar de alistarme y recoger a Heather. Ya es tarde. —Le respondo y lo arrastro fuera mi habitación. El no insiste en volver a entrar y agradezco mucho eso.
Cuando termino de alistarme, tomo unas cuantas respiraciones, busco mi celular y le escribo a Heath para avisarle que ya estoy yendo a recogerla y salgo de mi habitación. Cuando llego a la cocina para tomar un vaso de agua, veo que ahí está mi madre y mi hermano, ambos con cara de preocupación.
No te dejes convencer.
Ya sabes que va a pasar.
Desaparecerá si los escuchas.
—Leo, hablé con tu psiquiatra. No has ido ni una sola vez. —La voz de mi madre es muy seria. Mierda—. Ahora tu hermano me dice que tuviste un episodio fuerte, ¿era Sofía o alguien nuevo? —miro a mi hermano con odio.
—¿Podemos hablar de esto después? Tengo que recoger a Heather. —respondo de forma tajante.