Él seguía sin aparecer.
Habían pasado tres días desde la última vez que le había visto, desde que había podido escuchar su voz ronca diciéndome adiós antes de que hubiese decidido irse. Como cada vez que Elías venía a mi casa, me había enviado su ubicación en tiempo real por Whatsapp antes de despedirse, para que yo supiese dónde estaba en caso de alguna emergencia.
Él sufría de asma, y hasta ahora jamás habíamos necesitado de esa maldita aplicación en caso de una crisis. Siempre había llegado bien, a tiempo, siempre me había avisado de todo, pues acostumbrábamos a hacerlo cada vez que el uno o el otro se iba, hasta ese día. Como nunca, él jamás me escribió.
Al inicio pensé que se le había olvidado. Porque podía pasar, ¿no? Éramos adolescentes, ninguno de los dos era perfecto, podíamos olvidar detalles o costumbres. Además, bien sabía yo que él tenía mil cosas en su cabeza. Así que lo dejé pasar.
Quizá, si le hubiese puesto la atención y gravedad suficiente, él ya habría aparecido. Su madre no llevaría tres días en vela llorando, ni su padre habría dejado de trabajar para poder buscarlo donde fuese, cuando tanta falta les hacía el dinero.
No le había dicho a nadie dónde iría, mucho menos había dejado una carta. Yo era su mejor amiga, por el amor de Dios, debería haberme dado cuenta de si algo malo estaba pasando, ¿no? Él me lo hubiese dicho, debería haberlo hecho. No teníamos secretos, o eso creía yo. Hasta donde yo sabía, él no tenía motivos para huir.
Me estaba quedando sin uñas.
La culpa me estaba carcomiendo los sesos. Tenía la mente llena de dudas, de temores, y la preocupación no dejaba que mi cerebro dejase de funcionar. Sentía como si mil imágenes de nosotros juntos se repitiesen insaciablemente hasta llegar al punto en que le despedí en la puerta de mi casa. Necesitaba buscar aquello, algún indicio que me dijera dónde se había metido, o lo que pensaba hacer. Algo que fuese diferente, cualquier cosa.
Pero no la había. Cada maldito instante, cada gesto y palabra, habían sido iguales a las anteriores: te aviso cuando llegue; te quiero; no te preocupes, no me tardaré. Y una mierda, ya se había tardado demasiado.
—Elyana. — Escuché una voz a lo lejos, como si me llamasen a una distancia kilométrica. ¡Elyana! — Una mano tocó mi hombro haciéndome dar un salto, a punto de derramar mi taza de café. — Hija, por favor… te necesito presente.
—L-Lo siento, mamá. — Me acomodé en mi asiento mientras sentía cómo mis manos frágiles temblaban a causa de la angustia y el miedo. — Es sólo que no puedo dejar de pensarlo… no lo sé, quizá si le hubiese ido a dejar a la esquina, o le hubiese acompañado hasta la parada de autobús... — El labio comenzó a temblarme, estaba a punto de llorar.
De nuevo.
Como si hubiese hecho algo diferente estos últimos tres días.
—No es tu culpa, Elyana. No sabemos qué le ha ocurrido a Elías aún. Quizá está bien, si Dios quiere, y sólo se haya ido de fiest… — No la dejé terminar.
—¡No vuelvas a sugerir eso, mamá! Sabes bien que Elías no es así. Él odia las fiestas, prefiere quedarse en casa como yo, y lo único alocado que hace es salir a patinar y hacer piruetas. ¡Y su patineta está en su casa!
— Tranquilízate. — Me miró fijamente, taladrándome con sus ojos color café. – Debes mantener la calma, cariño. Él y su familia lo necesitan.
Sabía que lo que decía era verdad. Que perdiese el control de mis emociones no haría que él apareciese ni mucho menos ayudaría a sus padres. Tenía que mantenerme entera, capaz de enfrentar lo que sucediese.
Necesitaba serlo, con urgencia, o en cualquier momento mis nervios terminarían por hacerme estallar.
Pese a que nunca lo hacía mientras cenábamos, decidí tomar mi teléfono y abrir Instagram. Lo primero que saltó en mi página de inicio fue una foto de él, una que yo misma le había tomado, publicada por un noticiero local. Sus padres habían pagado por un nuevo aviso en búsqueda de su paradero.
@PuertoCoralnoticias_: ¡URGENTE! Habitantes de Puerto Coral, por favor difundir la siguiente información. SE BUSCA a Elías Almarza Lucero, 17 años, 1.77 metros de estatura, cabello castaño oscuro, ojos azules, contextura delgada. Visto por última vez el 16 de junio de 2025 en horas de la tarde en el centro de la ciudad, vestía una camisa a cuadrillé de color azul y negro, jeans negros rasgados en las rodillas, zapatillas color negro.
SE AGRADECE DIFUNDIR Y DAR CUALQUIER INFORMACIÓN DIRECTAMENTE A LA POLICÍA, O A LOS NÚMEROS +56XXXXXXXXX y +56YYYYYYYYY.
Comencé a leer los comentarios de inmediato en busca de alguna pista, de alguien que haya creído verle. Cualquier ayuda servía.
@Usser345: ¡POR FAVOR DIFUNDIR!
@xxxk89: seguro q se fue de fiesta
@love.krv: no andará con la novia ¿?
Apreté la mandíbula con fuerza. Detestaba que la gente pensase así de él. Era consciente de que en muchas ocasiones personas desaparecían y luego volvían tras unos días malos, o de fiesta, o simplemente de escape. Pero Elías jamás haría algo así. Nunca preocuparía a sus padres de ese modo y mucho menos a mí, éramos como hermanos, uña y carne. No se atrevería a abandonarme.
Bloqueé el celular y lo dejé sobre la mesa con fuerza. Me sentía impotente quedándome ahí, esperando en casa por si la policía le encontraba o descubría algo acerca de su paradero. Tampoco era como si pudiese sólo llamar a la familia de él, estaban devastados, así que saber lo que la policía les comunicaba a ellos me era difícil.
#474 en Thriller
#202 en Misterio
#4833 en Novela romántica
#1394 en Chick lit
misterio, romanceoscuro, demonios angeles pactos maldiciones
Editado: 19.06.2025