Voces en mi interior

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4 años después, 11 de febrero 2019

¿Qué más, señor diario?

Sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que escribí, eso no quiere decir que no tenga problemas que quiera desahogar o que ya tenga amigos reales. Todo lo contrario, las cosas cada vez han ido peor.

Los chicos de mi clase que me molestaban lo siguen haciendo. Ya no son las inocentadas de antes como quitarme la merienda, tirarme las cosas de la mano o rayar mi asiento para que me regañen los profesores. ¡Ojalá!

Ahora son mucho peores. Me golpean fuerte hasta hacerme sangrar, me han cortado los brazos y piernas, roban mis cosas, me insultan todos los días y me siguen hasta casa en sus motocicletas, haciendo que mis pulmones ardan por la falta de aire que me ocasiona la carrera desde la escuela hasta la casa. ¡Pero no! ¡Nadie nota nada de eso!

Uso mangas largas para que no vean mis cicatrices, a veces aplico algo de maquillaje de mamá para tapar los moratones que no logro ocultar con ropa y siempre trato de llevar repuesto de camisas y zapatos deportivos por si acaso. Puede decirse que estos 5 años me he preparado para muchas de esas situaciones, sin embargo, ya estoy cansado de toda esta mierda.

Mi rendimiento académico ha bajado demasiado, siempre participaba cuando los maestros preguntaban, pero ya no alzo la mano, siempre vivo asustado de los que ellos puedan hacer porque se sientan justo a mi alrededor, uno enfrente, uno atrás, dos a los lados y en diagonal. Me tienen literalmente rodeado.

Hubo varios momentos en los que creí que cambiarían las cosas, traté de integrarme a ellos y me invitaban a jugar futbol. Pero siempre me ponían de arquero y si quería salirme del partido, “¡Paliza, por dejar a medias un juego!”. Desde ahí perdí toda gana de socializar, solo quiero verlos lo menos posible, trato de llegar tarde a clases y salir de primero para no tener que cruzármelos. Los maestros dicen estar hartos de mí, que cambie demasiado y llamaron varias veces a mis padres. Pero es como si nada hubiese pasado, casi ni me prestan atención.

¡Soy invisible para ellos!

Me siento tan impotente, la frustración me carcome desde dentro. No puedo hacer nada, me ganan en número. No puedo decirle a nadie, nunca me creen. Y nadie me quiere ayudar. ¡Pero hay algo más!

Hace varios días he estado escuchando a alguien que contesta a mis preguntas desesperadas, creía que era mi imaginación, pero lo que inicialmente era un susurro ahora es una voz consistente y constante en mi cabeza.

Oigo voces que hay en mi interior que gritan “¡Ya páralo, acaba con esto!” pero no sé cómo. Ayer en la noche, hablé con esa voz interna, y le conté todo. Pero hubo silencio, tan largo que creía que solo había sido mi imaginación, pero después habló, y me dijo todo esto.

“Siento por lo que tienes que aguantar, pero ni tus padres ni tus maestros entenderán por lo que estás pasando. Yo si te entiendo, te lo juro, y si permites que te ayude te prometo que juntos acabaremos con todo esto.

¿Sabes qué quieren ellos?

Quieren poder, hacer que los demás se dobleguen ante sus caprichos, y lo hacen infringiendo miedo. Porque el miedo te hace humano y maleable, y el miedo de ellos es sentirse inferior y por eso hacen lo que hacen. Para ganarse a las malas el respeto de los demás.

Y tú, ¿qué estás haciendo?, ¿te quieres tirar de un puente o cortar tus venas? Déjame decirte que huir es de cobardes y solo retrasa los problemas. Ya hasta das pena, con tantas cicatrices, con tantos moretones. ¿Quieres un consejo? ¡Ya es hora de que paguen!”




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