Voces Interiores

Capítulo 2: En medio del caos, una idea

Narrado por Lucía Rivas

Dicen que mi mente es como un cuarto lleno de mariposas sueltas.
Yo digo que es como una sinfonía… dirigida por un gato hiperactivo.

—Lucía, ¿dónde está tu cuaderno de planificación? —pregó mi madre desde la cocina.

—¡En mi cabeza! —le grité desde el sillón, mientras buscaba mi mochila.
En realidad, no estaba en mi cabeza.
Ni en la mochila.
Ni en ningún lado.

Otra vez lo había perdido. Y con él, mis ideas para el video que debía subir ese día.

TDA. Trastorno por Déficit de Atención.
O como me gusta llamarlo: Tantas Distracciones Acumuladas.

---

Mis días eran un cóctel de listas de cosas por hacer, recordatorios que ignoraba, alarmas de Pomodoro que me interrumpían justo cuando estaba en la parte buena de una idea.

Pero cuando lograba enfocarme…
Ay, cuando lo lograba…
Sentía que podía crear el mejor video educativo del mundo.
Uno que explicara por qué los volcanes existen, usando muffins, crayones y dinosaurios de juguete.

Subí mi primer video a YouTube a los 17.
Me temblaban las manos.
El título era: “La historia del universo explicada por una chica con TDA y mucha cafeína.”

No tenía ni luces buenas ni cámara profesional.
Pero tenía ganas.
Y eso bastó.

---

El problema era que… no siempre bastaba.

—Lucía, ¿por qué entregaste tu trabajo una semana tarde? —me dijo la profe de biología con tono de “otra vez tú”.

—Porque pensé que era mañana. O sea, pensaba que ayer era hoy… y… ya sabes.

No supo si reírse o suspirar.

Mi cerebro funcionaba distinto.
No era floja. Ni desordenada por gusto.
Solo… me costaba mantener el hilo.

---

Una noche, mientras revisaba foros de creatividad (en lugar de dormir, como cualquier persona cuerda haría a las 2 a. m.), encontré un cuento.

Un cuento que me hizo llorar.
Y no lloro fácil. Pero ese me tocó.

La autora firmaba como Sofía N.
Una chica con dislexia y disgrafía que escribía como si tejiera con palabras suaves y heridas viejas.

Le dejé un comentario de tres párrafos. Lleno de emojis, gifs de gatitos llorando y un “¿¡TE GUSTARÍA CHARLAR!?”.

No sabía si respondería.
Pero lo hizo.
Y esa conversación fue como un clic en mi cerebro.

—¿Sabes qué necesitamos? —le dije una semana después.

—¿Qué?

—¡Un grupo! Un espacio para creativos que funcionamos distinto. Donde nadie nos diga que somos “demasiado”, “muy caóticos” o “muy lentos”.
Un lugar seguro. Nuestro.

Sofía dudó. Yo insistí.
Hasta que dijo que sí.

---

Y así nació nuestro pequeño grupo online.

Yo creé el servidor. Puse mil canales: #inspiración, #desahogos, #cuentos-en-proceso, #memes, #check-ins-diarios.

Sofía lo llenó de calma.
Yo lo llené de color.
Y poco a poco, otras voces se fueron sumando.

Voces únicas.
Como la de Elías, que no ve con los ojos, pero sí con el alma.
Como Maya, que dibuja lo que no puede decir.
Como Tomás, que escribe poemas que te rompen y te cosen en la misma estrofa.

---

Hoy subí un nuevo video.
Se llama: “Mi mente no es un desastre. Es un mapa… y estoy aprendiendo a leerlo.”

Y al final, agregué algo que no suelo decir en cámara.

—Mi nombre es Lucía Rivas. Tengo TDA. Y también tengo ideas increíbles. Solo necesito un poco de ayuda para ordenarlas. Y eso está bien.

Porque no estamos solos.
Y porque en medio del caos… también nacen las ideas.



#1994 en Otros
#480 en Relatos cortos

En el texto hay: conexion, aceptacion, autenticidad

Editado: 20.05.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.