voces que no se oyen

Capítulo 30: Reflexiones en silencio

El sonido de los pasos se desvaneció por el pasillo, dejando a Alina sola, una vez más, con sus pensamientos. El ruido de la comisaría, el murmullo de las conversaciones a su alrededor, todo parecía desvanecerse mientras se quedaba allí, mirando por la ventana. Aún sentía la calidez de las palabras de Ezra resonando en su mente.

“Lo haría por cualquiera que lo necesite.”

Esas palabras eran simples, pero en su corazón, resonaron de manera distinta. Alina apretó los labios, su pulso acelerándose al pensar en ellas. Ella había esperado algo diferente, algo más. Tal vez algo que hablara de ellos, algo que dejara claro que Ezra sentía algo más por ella. Algo especial. Pero ahora, al escuchar esas palabras, la decepción la invadió lentamente.

Se quedó quieta frente a la ventana, su reflejo mezclado con el panorama sombrío de la noche que se asomaba fuera. No entendía por qué se sentía así. Después de todo, ella era solo una más. Una chica sordo muda con una pastelería en frente de la comisaría, alguien que quizás había atraído su atención solo porque estaba allí, porque necesitaba protección. No era diferente a cualquier otra persona que pudiera estar en su lugar.

Con un suspiro, tomó su cuaderno y un bolígrafo. Escribió con rapidez, como si al plasmar sus pensamientos en el papel pudiera ordenar sus emociones desordenadas.

"No soy especial para él. Sólo soy una más. Lo dijo. Lo haría por cualquiera que lo necesite. ¿Por qué me siento tan… decepcionada?"

Alina dejó caer el bolígrafo y se llevó una mano a la cara. En silencio, se permitió sentir ese nudo en el pecho, esa sensación de vacío que no podía sacudirse. Pensó en todos los momentos en los que había sentido que Ezra la miraba de manera diferente, que sus palabras no eran solo palabras de un oficial hacia una civil, sino algo más, algo que se estaba gestando entre ellos, sin que ninguno lo reconociera.

Pero ahora, al escuchar su respuesta, las esperanzas de algo más se esfumaban. Ella no era especial. Solo era una persona más, que requería protección. Un pensamiento que la hizo sentirse aún más sola de lo que ya estaba.

"¿Por qué me duele tanto esto?"

Escribió rápidamente otra línea, con la esperanza de encontrar alguna respuesta, aunque sabía que era inútil.

Mientras escribía, sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la puerta abriéndose con suavidad. Ezra apareció en el umbral, observándola con una mirada indecisa, como si dudara en entrar o no. Alina levantó la vista, encontrándose con su mirada. En sus ojos había algo, pero no podía identificarlo. Era como si él estuviera tratando de decir algo, pero no sabía cómo.

Sin decir nada, Alina levantó el cuaderno, escribiendo rápidamente:

"No lo digas. Lo sé. No soy especial para ti."

Ezra se acercó con lentitud, su rostro mostrando una mezcla de sorpresa y desconcierto. No esperaba ver esa expresión en los ojos de Alina. Algo en su postura, en la forma en que evitaba mirarlo, lo hizo detenerse por un momento.

“Alina…” comenzó, pero la chica levantó la mano, pidiendo silencio.

"No, no lo digas," escribió en el cuaderno, casi con furia. "Ya lo sé. No soy especial para ti."

Ezra la observó, sintiendo una punzada de frustración en su interior. Sus palabras habían sido impulsivas, una respuesta instintiva a su propia confusión, pero nunca había querido herirla. En su mente, lo que había dicho no significaba lo que ella pensaba, pero sus palabras, al ser tan directas, la habían golpeado de una manera que él no anticipó.

"Alina, no es eso. Tú eres..." comenzó nuevamente, pero se detuvo. Sabía que sus palabras no podían deshacer lo que ella había interpretado.

Alina lo miró fijamente, esperando que él continuara, pero no dijo nada más. Ezra suspiró, dando unos pasos hacia ella. Bajó la mirada, nervioso por la situación. Estaba confundido. Siempre lo había estado. No entendía lo que sentía por ella, pero sabía que algo había cambiado. Algo en su pecho, algo en su alma, algo que le decía que Alina era más que solo una “persona más”.

Finalmente, dio un paso hacia ella, más cerca de lo que nunca había estado. Alina se quedó quieta, sin apartar la vista de él, pero en su rostro se reflejaba algo más: incertidumbre.

"Tú... eres importante para mí, Alina," dijo, su voz quebrada, sincera. "Lo que quise decir es que… lo haría por cualquier persona que lo necesite, sí. Pero tú no eres cualquiera. No lo eres."

Alina frunció el ceño, el silencio entre ellos más pesado que nunca. Sus ojos buscaban algo, cualquier señal de sinceridad en su rostro, pero ella sabía que Ezra también estaba luchando con sus emociones.

"No sé cómo explicarlo," dijo él, frotándose la nuca. "Solo sé que me importa lo que te pase. Me preocupo por ti. Más de lo que debería."

Alina miró a los ojos de Ezra, viendo esa vulnerabilidad que normalmente nunca mostraba. Esa palabra, "importante", le caló hondo. Había algo en su mirada que la hizo sentir que, tal vez, él no había dicho lo que realmente sentía, pero había comenzado a mostrarlo.

A pesar de las palabras de Ezra, Alina no estaba lista para dejarse llevar por ellas. Había sido demasiado tiempo viendo las cosas con los ojos del dolor y la desilusión, y no iba a permitir que algo tan efímero como unas pocas palabras cambiara eso.

Sin embargo, en el fondo, su corazón no podía evitar sentir que algo en su interior, algo que había estado guardado durante mucho tiempo, comenzaba a cambiar.




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