Volando al Viento [ Genshin Impact ]

Capítulo 10. Por supuesto que lo recuerdo

Capítulo 10.
Por supuesto que lo recuerdo

Justo como Ayaka sugirió, Thoma y ella aprovecharon la partida del comisionado Hiiragi para viajar junto con éste, sus hombres y los guardias Tenryou a Inazuma. En conjunto formaban una numerosa y llamativa comitiva; una con la que cualquier asaltante pensaría dos veces antes de hacer una locura.

A Ayaka le tocó ir cabalgando. Un soldado de comisión Tenryou le cedió muy amablemente su caballo, mientras que él seguiría a pie. Intentó negarse al inicio, pero tampoco quería ser grosera y despreciar la gentileza del soldado. Igual pensaba sólo tomarlo por un tramo.

—¿Segura que no quieres que cambiemos y viajar en el palanquín un rato, Ayaka? —le sugirió Chisato, cuyo transporte era cargado por dos guardias del Clan Hiiragi. Se había asomado hacia afuera haciendo a un lado la cortinilla.

—No, descuida, Chisato —le contestó Ayaka con una sonrisa afable desde el corcel—. No me molesta cabalgar o caminar en lo absoluto.

Chisato suspiró de golpe con algo de pesar.

—Me haces sentir culpable por no tener tan buena condición física y depender de otros para poder viajar tan largas distancias…

—¡No diga eso, Srta. Chisato! —exclamó rápidamente el soldado al frente del palanquín, virándose a verla sobre su hombro, pero sin soltar ni bajar un poco su extremo—. Para nosotros no es ningún problema ayudarla, ¡de verdad!

Chisato le sonrió levemente al escuchar sus palabras.

—Siempre tan atento, Shinnojou; gracias —le respondió la noble con gentileza, y un ligero sonrojo se asomó en las mejillas del joven soldado—. Al menos hace un buen día, ¿cierto?

—Sí, el clima está agradable —respondió Ayaka con un sutil asentimiento.

Chisato volvió a acomodarse en el interior del palanquín y a ocultarse detrás de la cortinilla de éste. Ayaka dejó escapar un pequeño suspiro de alivio. De haber querido conversar más, no estaba segura de haber podido mantenerle el ritmo. Era un poco agotador estar rodeada de todas esas personas, y fingir que todo estaba normal cuando no era así. Por dentro sentía una ansiedad que le aceleraba el corazón. Pero debía mantenerse firme y no dejar que alguien se diera cuenta.

Aunque claro, era ya un poco tarde, pues alguien ya se había percatado desde el momento mismo en que había ido a pedir permiso para ese viaje.

—Srta. Ayaka —escuchó de pronto la voz de Thoma pronunciar a su lado, haciéndola sobresaltarse un poco. Al virarse a su lado derecho, divisó al sirviente caminando a un lado del caballo. En su espalda traía sujeta su lanza, y en un hombro su bolso viaje. A pesar de la carga, caminaba de manera normal y al ritmo del caballo.

—Thoma, ¿pasa algo? —murmuró la joven Kamisato despacio, sonriéndole de forma despreocupada.

—No, en realidad —negó Thoma, agitando su cabeza. Luego, echó un rápido vistazo al resto de las personas que los rodeaban, asegurándose de que no hubiera nadie lo suficientemente cerca antes de comentar lo que realmente deseaba decir—. No quiero excederme de importuno, pero ambos sabemos que los asuntos del festival que fuimos a atender la vez anterior fueron concluidos con éxito.

—Bueno... —masculló Ayaka apenada, virándose hacia otro lado. Sus dedos se aferraron fuertemente a las riendas.

—En otras circunstancias supondría que se trata de alguno de esos "otros asuntos" en lo que ha estado trabajando últimamente —prosiguió el sirviente con cautela—. Pero eso no explicaría su renuencia a que yo viniera con usted… al menos que esto sea algo que sobrepasa su confianza en mí.

—¡No se trata de eso!, ¡te lo prometo! —se apresuró Ayaka a aclarar, quizás subiendo un poco de más la voz.

Dirigió rápidamente una mano a su boca para cubrirla, apenada por su exabrupto. Miró alrededor, y al parecer nadie se había percatado de ello, o al menos alterado. Respiró lentamente intentando calmarse, y poder responderle a su amigo de una forma mucho más serena.

—No es tampoco sobre ese otro asunto —aclaró en voz baja y tono serio—. Prometo que te lo explicaré cuando estemos a solas en Komore, si tú me prometes que no le dirás nada a mi hermano.

—Sabe que puede contar con mi discreción, señorita —respondió Thoma sin vacilar—. Pero si es algo que considero que el Sr. Ayato debe saber…

—No es nada que deba importunar a mi hermano —negó Ayaka rápidamente—. Te aseguro que es un asunto meramente personal…

Thoma pareció incluso más intrigado tras escuchar esa explicación. Definitivamente debía ser difícil para él imaginarse a Kamisato Ayaka con un asunto “meramente personal”.

—De acuerdo —respondió Thoma tras unos reflexivos segundos—. Sea lo que sea, sabe que puede contar conmigo.

Ayaka le respondió con un pequeño asentimiento, y volvió a fijar su atención en el camino. Eso le daría algunas horas, pero llegado el momento tendría que contarle todo. Esperaba de corazón que el amigo en Thoma sobrepasara al sirviente, y pudiera entenderla.

— — — —

Viajar en número daba mayor seguridad a los viajeros, pero hacía que el recorrido fuera un poco más lento. Luego de algunas horas de marcha, más un par de descanso, el grupo terminó arribando a Hanamizaka, a las afueras de Inazuma, aproximadamente a la mitad de la tarde de ese día. Por suerte no tuvieron ningún incidente desagradable en el camino, y ningún ronin asaltante se aventuró a importunarles el paso. En un cierto punto Ayaka pensó que quizás hasta hubiera sido bueno que pasara; quizás Katsumoto en persona podría haberse presentado, y eso le hubiera ahorrado tiempo de búsqueda.




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