Volando al Viento [ Genshin Impact ]

Capítulo 11. Primer Beso

Capítulo 11.
Primer Beso

Hace 8 años…

Ayaka contemplaba maravillada, y a su vez bastante confundida, como Kazuha sujetaba una simple hoja de árbol contra sus labios y la hacía sonar como si fuera algún extraño tipo de flauta. Cuando le contó que era posible, y que Katsumoto le había enseñado cómo hacerlo, la futura Princesa Garza se mantuvo bastante escéptica… hasta que le hizo la demostración.

Esa tarde estaban en su sitio predilecto de la Hacienda Kamsiato: el patio principal con los cerezos. Ambos ya habían cumplido para ese entonces los diez años. La presencia del uno en la casa del otro ya era de lo más usual. Sus habilidades con la espada habían mejorado exponencialmente ese par de años, y Ayaka había continuado con sus rigurosos estudios, volviéndose cada vez más preparada y conocedora de diferentes temas complejos que Kazuha muchas veces no entendía.

Pero el sentimiento solía ser mutuo, pues había algunos temas que Kazuha parecía conocer mejor que Ayaka, y que no venían en ninguno de los tantos libros que la niña solía estudiar. Entre ellos, aparentemente, como convertir una simple hoja en un instrumento musical…

—Es casi como brujería —exclamó Ayaka, asombrada.

—Nada de eso —rio Kazuha, un tanto divertido por su reacción—. Inténtalo, no es muy difícil.

Le extendió en ese momento la hoja en su mano para que ella misma la tomara y lo interara. Ayaka miró la hoja verde y delgada fijamente, notándose más sorpresa en su mirada. Aunque… ésta era más por otro motivo en esos momentos.

«Esa hoja… tocó sus labios. ¿Quiere que yo…?»

Un ligero sonrojo surgió en sus mejillas. Rápidamente sacudió su cabeza, intentando disipar de su mente cualquier pensamiento que no tuviera cabida. Y antes de que Kazuha pudiera cuestionarle si estaba bien, tomó rápidamente la hoja y la aproximó a sus labios. Sin embargo, se quedó a unos centímetros de estos, pensativa.

«No seas tonta, Ayaka. Los besos indirectos no existen…»

Y convenciéndose de eso, colocó la hoja verde entre sus labios, y comenzó a soplar. Algo sonó, definitivamente; pero nada ni siquiera cerca a lo armonioso y musical que Kazuha había hecho hace unos instantes. Éste, a su vez, intentó ahogar una risa sin mucho éxito.

—No lo entiendo —masculló Ayaka con algo de frustración—. ¿Cómo lo haces?

—Es sencillo —respondió Kazuha, aplacando sus ganas de reír. Se agachó al suelo para tomar otra hoja parecida a la primera—. Mira, colócala contra tus labios así, igual que yo.

Kazuha volvió a repetir el mismo acto de antes, creando de nuevo una pequeña tonada. Eso comprobaba que no había sido sólo suerte.

Ayaka hizo un intentó más, obteniendo un resultado igual (o peor) al anterior.

—Colócala un poco más abajo —le indicó el niño de cabellos claros—, el aire tiene que pasar por arriba. Y no aprietes tantos los labios.

La joven Kamisato arrugó un poco el entrecejo. Aún una parte de ella se sentía incrédula, y pensaba que quizás Kazuha le estaba jugando una broma de alguna forma. Sin embargo, al colocar la hoja y sus labios justo como Kazuha le iba describiendo, en un momento el sonido que hizo al soplar sonó mejor; mucho mejor.

—¡Sí sonó! —exclamó Ayaka emocionada, casi dando un brinco. Se colocó rápidamente la hoja de nuevo en sus labios, sopló con fuerza… y la hoja salió de golpe disparada empujada por el aire, dejando sus dedos para ahora flotar delante de ella y comenzar a caer.

De nuevo, Kazuha tuvo que esforzarse por no reír, mientras que el rostro de Ayaka se ponía rojo; un poco por la pena, un poco por el enojo.

—No te preocupes —señaló Kazuha, aproximándosele—. Ya te salió una vez, así que te saldrá de nuevo. Déjame ayudarte.

Kazuha se paró justo delante de ella, acercando la hoja que tenía en sus manos a los labios de la niña. Ésta, aún algo frustrada, dejó que él la acomodara, esperando que de esa forma pudiera hacerlo mejor. Por mero reflejo, Ayaka extendió sus manos para tomar la hoja, y sus dedos se encontraron con los de Kazuha.

Ayaka respingó un poco, y alzó su mirada, encontrándose de frente con los profundos ojos carmesí del chico delante de ella. Y sólo hasta ese momento se dio cuenta de lo realmente cerca que estaban el uno al otro. Y éste pareció darse cuenta también, pues el asombro se volvió visible en su rostro, así como un notable rubor rojizo.

Kazuha apartó sus manos por mero reflejo, y Ayaka hizo lo mismo. La hoja que ambos sujetaban terminó cayendo al suelo, pero ninguno le prestó atención a ello. Sus miradas estaban fijas en la del otro, y en nada más…

Ambos permanecieron en su posición, sin retroceder ni avanzar, y también sin decir nada. Tras un rato, Ayaka fue la que pareció animarse a expresar en voz baja lo que le pasaba por la mente en ese momento.

—Ka… zuha… —murmuró despacio, casi tartamudeando—. ¿Vas… a besarme?

Aquella pregunta desubicó por completo al muchacho, y el sonrojo de su rostro se volvió aún más abundante. Lo primero que le cruzó por la mente fue retroceder rápidamente para hacer espacio entre ambos, y decirle directamente que “no”; que esa no había sido su intención,




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.