Volando al Viento [ Genshin Impact ]

Capítulo 28. Lo esperaré con ansias

Capítulo 28
Lo esperaré con ansias

Sólo habían pasado máximo unos diez o quince minutos desde que Ayaka ingresó a la casa de té en compañía de su hermano, pero para Kazuha cada minuto se sentía como una tortuosa hora. Estando ahí sentado frente al establecimiento en compañía de Tomo, y bajo el ojo observador de los dos guardias Yashiro, y también Kozue, no podía evitar voltear a ver constantemente a la puerta principal esperando que en cualquier momento la figura de Ayaka se hiciera una vez más presente. Pero eso no ocurría.

Kazuha siempre había sido una persona bastante serena y en control de sus emociones, en especial las negativas. Su tiempo en la naturaleza le había enseñado a mantener en calmar su mente y espíritu ante cualquier situación, y dejar que todo fluyera en el curso que debía fluir. Sin embargo, al parecer eso le resultaba un tanto más complicado de hacer cuando el problema no recaía en él, sino en alguien que en verdad le importaba; como Kamisato Ayaka.

—Por más que mires a la puerta, tu princesa no volverá más pronto —le murmuró Tomo despacio a su lado, con ligero humor en su tono—. No estés tan inquieto; es su hermano, después de todo. Preocúpate más por nosotros.

Al mencionar eso último, se viró a mirar de reojo a los dos guardias de pie a sólo un par de metros de ellos. Pero más allá de los dos guardias vigilándolos, la curiosa escena había ya captado la atención de algunos transeúntes que pasaban por la calle a un lado de la casa de té, y varios de ellos se habían tomado el momento para murmurarle despacio a su acompañante mientras miraban en su dirección. Aquello no tardaría en quizás llamar la atención de ahora sí guardias Tenryou.

Un poco más de un minuto después, la puerta de la casa de té se abrió al fin, y detrás de ésta se asomó el rostro serio del Comisionado Yashiro. Al verlo, Kazuha se puso de inmediato de pie y se giró hacia él.

—Lord Kamisato… —murmuró despacio.

Ayato comenzó entonces a caminar en dirección a la calle, justo a un lado de los dos espadachines errantes, pero sin voltear a verlos en realidad. Aunque al pasar delante de Kazuha, éste sí llegó a percibir que le murmuraba en voz baja:

—Espero disfrute su estancia en Inazuma, Sr. Kaedehara.

Y sin decir más o esperar respuesta, siguió avanzando hacia los dos guardias que lo acompañaba. Les dio una pequeña indicación que Kazuha ya no logró escuchar, y entonces los tres comenzaron andar por la calle, de nuevo Ayato andando al frente y los dos hombres de armaduras moradas siguiéndolo de cerca.

—¿Eso significa que no nos arrestará? —cuestionó Tomo un poco confuso.

Kazuha no tenía una respuesta clara a esa pregunta, pero todo parecía indicar que no. Tendrían que esperar a Ayaka y ver si ella podía aclararles mejor la situación.

Un rato después alguien más salió, aunque no la persona que Kazuha esperaba, sino el amo de llaves, Thoma.

—Amigo Thoma, ¿todo está bien? —exclamó Tomo con entusiasmo al verlo, poniéndose también de pie.

Thoma se viró a verlos, con una expresión en su rostro de ligera sorpresa, casi como si hubiera esperado ya no verlos por ahí cuando saliera.

—Si se refieren al comisionado, no tienen de qué preocuparse —les aclaró el sirviente con serenidad—. Él no vino aquí por ustedes. Y en lo que a él respecta, ustedes son sólo invitados de la Srta. Ayaka. Y obviamente tampoco se le ha informado de sus visiones.

—Eso nos tranquiliza un poco, ¿cierto? —indicó Tomo sonriente, girándose hacia Kazuha en busca de su confirmación.

Kazuha estaba más tranquilo, en efecto. Aunque no por completo.

—¿Ayaka está bien? —preguntó Kazuha justo después, dando un paso hacia Thoma.

Éste abrió la boca con la intención de responderles, pero la presencia de justamente la persona en cuestión se hizo evidente en el marco de la puerta, jalando de inmediato la atención de todos.

Kamisato Ayaka se paró derecha en la puerta, y los observó desde su posición con semblante templado. A diferencia de Thoma o el propio Ayato, aunque su mirada se fijó en sus dos acompañantes, en especial en Kazuha, sus ojos parecieron transmitir alivio, incluso alegría, al verlos aún ahí.

—Pregúnteselo usted mismo —indicó Thoma con respuesta a la pregunta de Kazuha, y sin más comenzó a andar hacia la calle, en la misma dirección que Ayato se había ido—. Con su permiso.

Thoma se alejó, y Ayaka se aproximó. La joven Princesa Garza caminó en dirección a su amigo, parándose delante de él con una media sonrisa en sus labios. En general se veía bien, pero… no precisamente igual. Algo había cambiado en su humor en comparación a como se encontraba al entrar; Kazuha lo pudo percibir vívidamente con tan sólo mirarla.

—Lamento haberlos hecho esperar —se disculpó la joven Kamisato—. Pero mi hermano vino por otro asunto, así que no deben preocuparse.

—¿Mi presencia en este sitio no te causó ningún problema? —inquirió Kazuha, claramente consternado.

—No más de los que ya tengo, te lo aseguro —respondió la joven peliazul, con una pequeña pizca de humor—. Pero eso no importa. ¿Cómo sigue tu herida?

Kazuha se viró por reflejo de reojo a su hombro, colocando suavemente una mano sobre éste.




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