Volando al Viento [ Genshin Impact ]

Capítulo 33. La Persona Correcta

Capítulo 33
La Persona Correcta

La Editorial Yae se encontraba algo concurrida esa tarde, especialmente por jovencitas emocionadas por leer los nuevos números publicados en el mes de sus novelas favoritas. Entre las novelas actualizadas se encontraba, por supuesto, la que Kamisato Ayaka había ido especialmente a buscar: el número seis de la “La Noble Caballero Enamorada del Rey del Hielo”. El volumen en cuestión lucía su colorida portada entre los estantes de la editorial, con un dibujo tan hermoso que inevitablemente jalaba la atención de todos. En éste mostraba a los dos protagonistas, una mujer de armadura y cabellos oscuros, y un hombre rubio de ropajes azules, con llamas de guerra detrás, aunque ellos sólo se miraban el uno al otro… pero no precisamente con alegría. Era una imagen poderosa que desbordaba varios sentimientos a la vez.

Pero si hubo algo que llamaba aún más la atención que las nuevas novelas, eso era sin duda la presencia de las tres hijas del Triunvirato. Al llegar al lugar, casi todos los clientes dirigieron de manera sutil sus miradas hacia ellas, y murmuraron entre sí. Principalmente se cuestionaban si en verdad eran quienes parecían ser, y por supuesto que lo eran. Algunos quisieron acercarse un poco más a Ayaka y Chisato para hablarles, pero fueron persuadidos casi de inmediato en cuanto miraban a la general tengu con ellas, portando su uniforme e incluso su arco, y con sus ojos dorados y fríos recorriendo aquel sitio, quizás en busca de cualquier amenaza. Eso los obligó a mejor dar media vuelta, o mínimo desviar su atención hacia otro lado.

Sara no fue del todo consciente del efecto que provocaba en la gente, pero sí logró percibir que el aire se había tornado un tanto más serio, y las voces un tanto más bajas, en cuanto llegaron. Pero, para bien o para mal, resultaba algo con lo que ella ya estaba acostumbrada.

—Ésta es —indicó Ayaka, aproximándose sobresaltada hacia el estante justo en el que se exhibía el número que venía a buscar. Sus ojos brillaron con la emoción propia de una jovencita. Tomó uno de los ejemplares delicadamente entre sus manos, y lo aproximó hacia sí para verlo de más cerca—. Había visto un adelanto de lo que sería la portada de este volumen, pero no creí que fuera a quedar tan hermoso el trabajo final.

—Sí, se ve bonita —masculló Chisato, asomándose a mirarla por encima del hombro de la joven Kamisato—. ¿Y de qué trata?

—Oh, es una historia hermosísima —exclamó Ayaka con entusiasmo—, de una época antigua de Fontaine, en donde una joven mujer de una familia pobre se convierte en caballero, y termina siendo guardia personal del joven y apuesto príncipe heredero al que todos apodan el Rey del hielo, por su carácter frío y distante, pero que en el fondo tiene un gran corazón de…

De pronto, Ayaka reparó en la mirada casi perpleja con la que Chisato la miraba. Y como si sus ojos fueran un espejo, logró darse cuenta de que quizás se había emocionado demasiado, olvidando por un instante en dónde se encontraba, y con quién. Un error que se apresuró a arreglar, carraspeando un poco e intentando moderar de nuevo su voz.

—Es una buena persona —explicó concluyendo su idea anterior—. Y ella termina enamorándose de él, y poco a poco él también de ella.

—Clásica historia de plebeyo y noble, ¿eh? —murmuró Chisato con tono divertido, cruzándose de brazos—. A las personas les encanta esos cuentos, por algún motivo. Supongo que la idea de vivir un amor prohibido resulta atractivo a algunos…

Chisato cortó sus propias palabras de golpe, en cuanto su mente pareció gritarle al oído: “no eres la más capacitada para criticar las historias de amores prohibidos…”

—No en mi caso, claro —se apresuró a puntualizar, desviando su mirada apenada hacia otro lado—. Y no creí que tú fueras también del tipo que le gustara las historias románticas de esta clase, Ayaka.

—Bueno, más o menos —masculló Ayaka despacio, ocultando parte de su rostro ruborizado detrás del libro que sujetaba—. La historia es… interesante. De hecho, hay una parte en el volumen cuatro en el que los dos protagonistas están apartados uno del otro y comienzan a escribirse cartas en secreto.

—¿De verdad…? —pronunció Chisato, al parecer atraída gratamente por esa idea. Iba a preguntar más al respecto, pero observó por el rabillo de su ojo a Sara aproximándose al costado de ambas, recordándoles de inmediato su presencia—. Digo, eso es… interesante. Me encantan las historias sobre… el correo.

Un intento vago de arreglarlo, pero daba igual pues Sara en realidad no le había puesto particular atención. En su lugar, se paró frente al mismo estante, e inclinó un poco su cuerpo hacia los libros, contemplando con detenimiento la portada, y en especial las ropas que usaban los dos personajes en ella.

—¿Es una novela de Fontaine? —inquirió con curiosidad.

—Sí, el autor es de allá —se apresuró Ayaka a aclarar.

—La frontera está cerrada y aun así se las arreglan para traer este tipo de cosas, ¿eh? —señaló Chisato, sin quedar muy claro si era algún tipo de reclamo o no.

—Bueno, a veces cosas pequeñas como ésta pueden traer algo de alegría a la gente, ¿no creen? —indicó Ayaka con solemnidad. Sus palabras parecieron captar particularmente la atención de sus dos acompañantes—. Déjenme pagarlo y enseguida vuelvo.

Ayaka se dirigió a la caja con su libro en las manos para pararse en la fila de los demás compradores. Las personas delante de ella le ofrecieron pasar primero, pero Ayaka, amablemente, insistió que no era necesario.




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