Una hora más tarde.
Arthur se encuentra en su auto junto a Thea la cual la está siendo llevada su casa. El ambiente entre ellos dos está algo tenso y eso se debe al beso inesperado que tuvieron hace rato. Ambos se dan cuenta de la tensión y el silencio incómodo que hay presente en ese momento, es por eso que el amigable Holland rompe con la tensión, haciéndole una pregunta muy sencilla.
—Oye, ¿estás bien?
—Oh, sí. ¡Claro que estoy bien! ¿Por qué no lo estaría? — Thea demuestra su incomodes con pocas palabras.
—Solo lo digo por todo lo que te pasó. El alcalde de la ciudad te secuestró, te implantó un chip el tú cerebro y te inyectó una toxina que te da una fuerza y resistencia sobrehumana. Eso debió haber sido horrible — Decía Arthur preocupado por su amiga. Ella se queda por un instante pensando sobre el asunto.
—Fue horrible, pero gracias al cielo estoy de vuelta. Aunque aún hay más personas en las garras de ese infeliz, incluyendo al pequeño Danny — Aclara la decidida Murdock. Al escuchar esto, Arthur prefiere dejar de hablar de ese tema.
Pasados unos cuantos segundos, el recorrido por las calles de la ciudad termina, ya que finalmente llegan a la casa de la señorita y Arthur estaciona su auto justo al frente.
—Bueno, aquí me quedo — Dijo Thea. Él sigue dándose cuenta de la tensión que hay y es por eso que decide hablar sobre lo sucedido hace rato.
—Antes de que bajes del auto, quisiera hablar sobre los besos que nos dimos. Técnicamente el primero fue un error, pero el segundo...
—Escúchame un momento, nosotros nos conocemos desde hace algunos años, somos grandes amigos y eres una excelente persona. Sé que el primer beso fue un accidente pero el segundo no lo fue, y por alguna razón ambos quisimos — Thea lo interrumpe dejando las cosas claras. Posterior a eso, abre la puerta del auto para luego bajarse. Manteniéndose con un rostro pensativo, Arthur mira como ella da unos pasos hacia su casa dándole la espalda por completo.
—¿Eso qué significa? — Es ahí cuando Arthur alza su voz. A lo que ella no dice nada y solo se da la vuelta, lo mira e intenta imitar su típica sonrisa, aunque sea complicado de hacerlo.
—Si quieres podríamos ir a cenar tu y yo en un restaurante juntos. A—Así charlamos y esas cosas que se suelen hacer en una cita — Decía Arthur con la mejor actitud seductora que puede mostrar, pero en ningún segundo pierde su encanto no pierde bromista.
—Me parece bien. Mañana en la noche. Escoges tú el restaurante — Dijo Thea aceptando la invitación del joven Holland. Luego de esto se marcha y entra a su casa para tratar de descansar después de haber pasado por una semana complicada. Sin nada más que hacer, Arthur enciende el auto y se retira rumbo a su humilde hogar de nuevo, estando algo sorprendido por lo que acababa de pasar.
Mientras tanto — Lugar y hora desconocida.
En un sitio bastante oscuro y deprimente, se encuentra el científico Amadeus Wilson junto a dos súbditos caminando por un largo pasillo con poca iluminación. Mientras caminaba por estos lugares, observaba lo que parece ser diversas habitaciones o celdas donde hay personas dentro. En una de esas celdas se encuentra un asustado Danny junto a varios niños de su misma edad, aproximadamente. Todo el lugar está demasiado calmado pero lentamente se comienzan a escuchar unos pequeños ruidos.
—¿Qué es eso? — Preguntó una niña que estaba en la celda. El pequeño Fisher estaba sentado en el suelo, pero se levanta y logra escuchar detenidamente el ruido.
—Parece ser unas pisadas. ¡A—Alguien está caminando por aquí y creo que viene para acá! — Exclamó Danny el cual comienza a mirar para todos lados bastante asustado. El ruido se intensifica cada vez más.
Los demás niños también comienzan a asustarse y se quedan inmóviles mientras que Danny decide correr hacia donde están ellos. Todos se ponen de acuerdo y cierran los ojos, aunque con la mirada fija hacia la puerta, escuchando como las pisadas eran cada vez más fuertes. De pronto se escucha como una puerta se abre lentamente, los niños y Danny se mantienen con los ojos cerrados. En ese justo momento un hombre comienza a gritar de una manera desesperada.
—¡No! ¿Qué hacen? ¿¡Qué quieren de mí!? ¡Déjenme en paz! ¡Por favor! — Gritaba un hombre que estaba en la celda de al lado.
Los niños al escuchar esto abren los ojos con sutileza y se dan cuenta que la puerta de su celda está cerrada. Aun así todos se quedan en donde están mientras escuchaban los gritos de ese sujeto rogando por su vida. En la celda del al lado, Amadeus ordena a dos súbditos de Dark Demon que tomen al hombre de los brazos y se lo lleven de inmediato.
Editado: 26.05.2020