Volver a Amar. #3

Capítulo 2.

🦋Geraldine🦋

 

Acelere el paso nerviosa, alejarme de aquel muchacho es mi prioridad en estos momentos. Cuando estoy lo suficientemente lejos me detengo, recuesto mi espalda contra un roble e inhalo hondo en busca de aire, luego lo exhalo y repito la acción.

Para mi desgracia me sentí nerviosa ¿Cuándo me he puesto nerviosa ante un chico? Lo que siento la mayoría del tiempo no es nerviosismo… es miedo.

Pues el tal Cayden me hizo tener razones para hacerlo, no solamente el ser realmente atractivo, si no esa confianza que le tuve tan rápidamente. Lleve mi mano derecha hasta mi frente regañándome, los hombres son todos iguales y no porque uno sea condenamente bonito debía bajar la guardia.

Pensé en llamar a Cindy y preguntarle si podía ir a su casa para no tener que ir a la mía aún, pero recordé qué ella salió con su madre a hacer las compras como era de costumbre en ellas.

Madre e hija.

Cosa que nunca hice con mi madre y estaba segura de que tampoco lo haría. Arrugue el ceño, no quería ir a casa, desde que papá murió mi vida ha sido un infierno constante.

No quería tener que encontrarme con las latas de cerveza, el olor nauseabundo a marihuana… o con algún “Amigo” de mi madre.

Tenía miedo de ir, miedo. Mucho miedo.

No sé porque debo ir… ella no me extrañaría al contrario se pondría contenta al saber que me fui de casa pero lo malo es que no tengo a donde ir. A veces pienso que lo mejor sería acabar con mi vida de una vez, no esos tontos cortes que no llevan a nada.

Morir sería un alivio, encontraría a mi padre… seria feliz.

Un nudo se forma en mi garganta al recordarlo.

Mis padres pasaron por mucho, mi madre me tuvo a los dieciséis eso fue un caos en ambas familias que querían que mi madre abortara y ella también quería hacerlo pero mi padre no la dejo. Buscó un trabajo y se fueron a vivir en departamento pequeño, mi madre sufría no me quería tener pero amaba a mi padre así que haría cualquier cosa para complacerlo. Cuando nací mi madre tuvo una terrible depresión pos parto me odiaba más de lo que ya lo hacía pero mi padre me crío con mucho amor. Él nos saco adelante, siguió estudiando y consiguió un buen empleo para mantenernos pero mi madre nunca estaba contenta.

Recuerdo que cuando tenia 8 años mi propia madre me grito que debí morir en la bañera, no lo entendí mi padre se quedo perplejo cuando mi madre me dijo aquello y discutieron lo que fue otra razón para que mi madre me odiara más.

Después ella me dijo que intento ahogarme cuando tenia 5 meses, no me callaba, la alteraba, lo iba a hacer pero mi padre la detuvo.

Seguía viva gracias a él hasta que hace un año… falleció y mi madre no deja de repetirme que fue mi culpa.

Y cuando él se fue mi mundo cayó.

Maria o mejor conocida como Mary comenzó a beber eso empeoró todo, en cada oportunidad que tenía me gritaba lo mismo:

“Por tú culpa murió, por prestarte más atención a ti que a él mismo”

El dinero que teníamos se esfumo, mi madre lo gastaba en drogas, bebidas, en sus chulos. Perdió su empleo y así fue como con dieciséis años comencé a trabajar en una tienda como cajera. La dueña aún sabiendo qué no poseía experiencia me dejó trabajar y soy yo la que con ese poco dinero pago las cuentas.

Me sentía mareada, sentía asco de mi misma todavía lo hacía y me odiaba tanto que ya no me importaba si un maldito auto me chocaba… no, después de lo que él me hizo prefería la muerte. 

Seguí caminando eligí el camino más largo y continue perdiendo el tiempo por ahí, hasta que note que pasaron unas horas y no tuve más opción que ir a casa.

No tenía hambre.

Y la verdad sabia bien que en casa no habría comida. Mis piernas comenzaron a temblar al reconocer aquella moto… oh no, ella no seria capaz de meterlo a la casa de nuevo, no después de lo que él me hizo, nos hizo.

Una noche entro a mi cuarto, me tocó… mis ojos se cierran con fuerza. Yo no quería hacerlo. Era un viejo enfermo, me daba asco a él no le importó, yo gritaba que parará lo hice tan fuerte hasta que él me desgarro el alma. Paré de luchar, me uso, me mató de la peor manera.

Y cuando terminó me susurro en el oído “Bienvenida a tus días contados” y lo supe, maldición lo supe, él me había ensuciado de una manera que ya no tenia solución. Él se fue y yo lloré me vesti con lo primero que encontré salí para ir a buscar a la policia pero me detuve cuando vi a mi madre mirarme.

Ella estuvo ahí, me escucho.

No hizo nada.

Aún sabiendo que aquel hombre tenia Sida.

Una lágrima cayo por mi mejilla, Maria fue capaz de volver a traer a aquel malnacido. Corrí detrás de casa y subí por la escalera improvisada que daba a mi cuarto. Nunca cierro la ventana con seguro porque en mas ocasiones tuve que entrar por aquí. Una vez dentro cerré la puerta de mi habitación con seguro empuje mi pequeño armario hasta colocarlo contra la puerta. Cansada me permití dejar caer unas lagrimas en mis mejillas, estoy tan cansada de todo.

Rogaba que no viniera a mi habitación ni que a mi madre se le ocurra pedirme dinero. Busque mi pijama y fui al baño a darme una ducha. El agua era helada, en casa nunca había agua caliente así que recogí mi cabello en un moño para no mojarlo. No podía permitirme un simple resfrío, no. Al salir de la ducha mis dientes castañeaban por el frío, me seque rápido y vestí de manera apresurada. Fui directo a la cama y busque mi celular, tenia in mensaje de Cindy.

Dime que estás bien Ger, no quiero tener que llamar a la policía”

Cindy era la única que sabía la verdad.

Lo peor era que varias personas sabían que yo contraía esa enfermedad… pero todos decían que trabajaba como puta en las noches… eso fue algo que me destruyó.




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