🦋Geraldine🦋
La vida es injusta.
Creo que todos estamos de acuerdo con ello, pero algunas veces la mala suerte era algo de lo cual no podíamos alejarnos, las cosas que te suceden sin previo aviso, que te golpean en el momento menos esperado.
Así como me ocurrió a mi.
Al abrir la puerta de casa en verdad pensaba que la suerte estaba de mi lado, un trabajo nuevo para poder llevar dinero a casa pero que ilusa, la vida me dijo en voz alta que dejara de cantar victoria tan rápido.
Cuando me adentro a casa, lo primero que puedo observar es el hermoso candelabro que cuelga en el techo. Es algo que papá le compró a mamá hace años y es lo único significativo que ella no ha tenido el valor de vender, pero un grito de espanto se escapa de mi garganta cuando veo el cuerpo inerte de mi madre colgado de aquel candelabro. Pienso, pienso y pienso como lo hizo, mi mirada se desliza a la escalera que esta en el suelo y luego miro nuevamente su cuerpo colgando. Se suicido.
Mi labio inferior comenzó a temblar, el corazón se me encogió en el pecho y comencé a negar con la cabeza sin saber que hacer, las lágrimas comenzaron a salir mientras miraba la escena escalofriante que tenía en frente. Contuve la respiración.
Escucho pasos detrás de mí, pero no volteo. Mi grito debió ser tan potente que los nuevos vecinos debieron escucharme.
No sé qué hacer, no sé cómo enfrentar esto. Mi madre se ha suicidado.
Prefirió acabar con su vida que vivir conmigo.
Escuche los pasos acercarse y gire mi rostro, el señor Watson que esta entrando en la adultez mayor intenta sacarme de aquí, veo que su esposa habla por teléfono cuando agarra mi muñeca todo se vuelve un caos.
—Mi mamá...
Al sentir los brazos de alguien jalándome me asuste e intento separarme, entre totalmente en un estado donde todo esto podía conmigo y así comencé a gritar. El señor Watson me agarró con más fuerza.
— ¡SUELTAME! —Gritó mientras un sollozo desgarrador sale de su garganta—. Mamita…
Mi pecho duele tanto que me quedo sin respiración.
— ¡Esto debe ser una jodida broma! —Exclamo cayendo al suelo con fuerza, Watson solo intenta levantarme pero no me dejaba ayudar—. Mi mamá no pudo dejarme, era mala madre pero no pudo haber hecho esto.
—Muchacha mejor sal afuera, esto no te hará bien.
—¡No me diga que hacer! —Me levante con dificultad pero eso no me importo mucho y camino hasta el primer jarrón que encuentro. Lo miro sin sentimiento alguno, luego lo estrello contra la pared con toda la fuerza y rabia que tengo dentro. El jarrón se rompió en miles de pedazos como mi corazón. Puedo oír como los pedazos caen al suelo, haciendo un horrible eco en la casa.
Comencé reír sin razón alguna lo que preocupo al Señor Watson y salió a buscar más ayuda.
— ¡Tanto me odiabas! —Grite al aire—. ¿Tanto así qué preferiste dejarme sola?
Vi el cuadro de mi madre, era uno donde estaba embarazada y su vientre llamaba más la atención que su rostro, pero si te fijabas mejor notarías esa sonrisa falsa, ella no era feliz y ahora lo sabía más que nunca. Ese cuadro también lo lancé.
— ¡Te odio! Te odio tanto —Llore hasta deshacerme en lágrimas sin dejar de gritar.
Para cuando la ambulancia llegó yo me encontraba sollozando en el suelo, ni siquiera sentí a los paramédicos hasta que uno toco mi hombro. Eso logro asustarme por lo que intente levantarme para correr pero el paramédico me sostuvo con fuerza.
— ¡Suéltame! —Otro más llegó y me sujeto.
Ese hombre tenía una jeringa que no vi por estar resistiéndome.
—Sédala, así podemos proceder.
—Lo siento niña —Murmuró para pinchar mi piel.
Seguí resistiéndome pero empecé a sentirme más débil. Mi sollozos cesaron hasta que no pude continuar con los ojos abiertos
💎💎💎
Narrador omnisciente.
— ¿Llamaste a algún familiar?
—No, los vecinos me dijeron que solo vive con la madre. —Farfulla negando con la cabeza— No tengo información suficiente.
—Entonces deberé hablar con la trabajadora social.
Geraldine seguía adormecida pero podía escuchar algunos murmullos claros de una conversación, pero le faltaban las ganas de levantarse. Además no sé acordaba de que paso.
¿Dónde demonios estaba?
—Claro Doctor, Llamare a Esmeralda ella sabrá cómo proceder con la joven.
¿Proceder?
Geraldine algo confundida comenzó a abrir los ojos, pero no los mantuvo abiertos por mucho tiempo. Se sentía demasiado agotada. No tardó mucho en volver a quedarse dormida.
—Pobre muchacha ¿No? —Dijo uno de los enfermeros— De seguro necesitara ayuda psicológica después de esto.
—Es lo más probable, lo que me preocupa es que no tenga familiares, es menor de edad.
—Si no encuentran familiares deberá quedarse en un orfanato ¿Verdad?
El doctor asintió con una mueca.
—Bueno, iré a llamarla.
Ambos salieron de la habitación por rumbos distintos y Ger se quedó en la habitación durmiendo. El enfermero de nombre Tomas fue a llamar a Esmeralda como dijo antes.
Luego de varias horas recibió un correo con información familiar y quedó atónito. Ellos ya sabían que la madre tenía Sida... pero no pensaron que su hija lo tenía también, por los restos de droga que encontraron en el cuerpo supusieron que se contagió hace poco, no hicieron más estudios ya que estaba muerta, además de que fue muy obvio que fue un suicidio pero suspiro con alivio al ver que la señora Margaret tenía una hermana así que no tardó en llamarla.
—Hola —Dijo una voz femenina del otro lado.
—Hola, ¿Habló con Celia Jeils?
—Sí, soy yo.
—Le hablamos desde el Hospital público Infantil para informarle que aquí se encuentra su sobrina.
—Espere, ¿sobrina? —Preguntó confundida— Yo no tengo ninguna sobrina.
Editado: 15.01.2022