Volver a amar

Capítulo cinco

Celos

 

Busqué por todas partes su cabellera rubia, yendo al segundo piso y luego al tercero. Lo encontré saliendo del quirófano y directamente a dar las noticias a la familia que esperaba fuera, esperé que se desocupara y en su rostro había una sonrisa de felicidad. Al verme, se borró.

—¿Cariño? -susurró llegando a mi lado. Deshice mis brazos cruzados.

—Estuve preocupada, Alan. -pronuncié, mirándolo con terror. —¿Por qué no enviaste un mensaje? Ya sería un día entero sin hablarnos y pensé lo peor.

Llevó su mano a su nuca, rascándolo visiblemente nervioso. ¿Por qué estaba así? Solo tenía que responderme y estaríamos bien. —Lo lamento, me distraje y no me di tiempo de revisar el móvil. -confesó y solté un suspiro de derrota. Mi cansancio se vio reflejado en mi rostro. —Nada me va a pasar aquí, confía en mí. Si algo llegara a suceder, sería atendido de inmediato. -prometió y recargué mi cabeza contra su pecho. Se encargó de abrazarme fuertemente antes de alejarse de mí. —Ve a trabajar, cariño. Hablamos después.

—Al menos lo haré más relajada… -admití.

Regresé al primer piso, más renovada y con más fuerza que antes. Si no resolvía lo de Alan, estaba segura que causaría desastres aquí y me mandarían a casa. Sarah y Oscar, mis compañeros de turno, me miraron más tranquilos al verme con una sonrisa y retomamos las labores.

Un nuevo paciente entró a la sala de emergencia. Los paramédicos encargados me dieron un resumen de lo que pasó, explicando el motivo de su sangrado y terminaron por irse para atender otra emergencia. Indiqué a Oscar que no dejara pasar a los familiares mientras atendíamos las heridas de la chica. Sus ojos grises me observaron fijamente cuando me acercaba, dándome confianza de tocarla. Estaba consciente al menos.

Un corte profundo se extendía por un lado de su estómago, sin haber lastimados las arterias principales y su sangrado no era abundante. Procedimos a desinfectarlo, revisar posibles daños internos y finalmente saturamos la herida pese al dolor que la chica sentía. Sonreí para tranquilizarla. —Ya estás mejor, tranquila.

—Lo lamento. -murmuró mientras Sarah la vendaba, terminé por limpiar los restos. —Estaba cocinando y mi hermano me molestó, me distraje y no fui capaz de pensar en el cuchillo de mi mano y me hice esto. -señaló su herida.

—Ten cuidado la próxima vez, no fue letal y estás mejor. Necesitarás reposo. Un doctor vendrá a examinarte para descartar más heridas. -asintió.

Salí fuera, dirigiéndome a otra parte cuando un hombre empezó a quejarse de forma desesperada, culpándose por lo que había sucedido. De alguna manera su voz me resultó familiar, yendo a la sala de espera y efectivamente lo era. Charles discutía con Oscar quien trataba de calmarlo a como dé lugar, los guardias estaban atentos por si la pelea sobrepasaba el límite. No soporté más verlos así y llamé la atención de Charles.

—¡Lía! ¡Dime si mi hermana está bien! -exigió apenas hablé y asentí, tranquilizándolo un poco.

Miré a mi compañer. —Ya puedes irte Oscar, yo me encargo.

—Ten cuidado. -advirtió y se fue. Volteé a mirar a Charles, que veía el camino que tomó Oscar.

—Ella está bien, un doctor la examinará mejor y luego podrán ir a casa después. -dije y respiró profundamente. —No te culpes, ella explicó que estaba distraída y no se dio cuenta, no fue tu culpa. Fue un accidente.

—Tengo tanto miedo de perder a alguien… -confesó y mi corazón se rompió un poco al escuchar su voz triste y rota. Desde que falleció Carmen, su dolor no se había esfumado y seguía tan vivo como aquel día. Sentía pena y dolor por él. —Más si es mi hermana, Lía. Tenía tanto miedo…

—Ya está mejor, no vas a perderla. Es muy fuerte. -animé y tomó asiento en las sillas. Lo imité. —Te avisaré cuando puedas ir a verla, ella está preocupada por ti por el susto que te dio.

—Necesito disculparme por molestarla.

—Es normal entre hermanos, pero la próxima vez procura que no sea en la cocina y mucho menos que esté cocinando. -aconsejé.

Nos quedamos en silencio, escuchando el sonido de la sirena del exterior, los bullicios y pasos de los demás. Las maquinas trabajando para mantener con vida a las personas que estaban internadas. El olor a medicina se hizo más fuerte a medida que pasaban los segundos. Arrugué la nariz, intentando ventilar para respirar mejor. —¿No tienes trabajo? -giré mi cabeza hacia Charles. Medité por unos segundos.

—Aun no me llaman y no he visto más heridos. ¿Tú no tienes trabajo? -mentí, realmente no quería irme todavía y mis compañeros entenderían. Extrañamente quería acompañarlo y charlar con él un rato más.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.