Culpa
Volví al trabajo al día siguiente, con un humor más estable que el de ayer. No crucé palabras con Alan el resto de la jornada y tampoco fui a su casa, como me acostumbré. Necesitaba tiempo para recuperarme de lo que dijo y pensar en lo que sucedió. El dolor de cabeza evitó que siguiera carcomiendo mi pobre mente y dormí en ese mismo instante.
«¿Por qué esta pelea me resultó tan familiar?»
Saludé a mis compañeros, algo animada y me dediqué a atender a los heridos que comenzaban a llegar u otros que ya se encontraban aquí. Pasé por el cuarto de la pequeña niña curiosa, avisándome que ya le habían dado el alta y el alivio atravesó mi pecho. Al menos ya estaba mejor.
Retrocedí para revisar a la hermana de Charles, quien estaba acompañada por él. Sonreí alegre, tomando el historial y revisando lo que mis anteriores compañeras anotaron. —Veo que estás mejor, ¿te duele algo más que la herida? ¿Estás más cansada de la habitual? -inquirí y pensó un momento.
—No, a decir verdad, tengo ganas de pararme e irme. -bromeó. —Estoy muy aburrida y Charles no viene todo el tiempo a verme. -acusó a su hermano, quien negó con la cabeza de forma cansada.
—Vengo a verte todo el tiempo, pero también tengo un trabajo que atender. -excusó.
—¡Pero eres mi hermano! Necesito a alguien que no sea mamá. -bramó y se cruzó de brazos. A pesar de ser tres años menor que Charles, no dejaba de comportarse como una niña y eso me causó gracia. —Lía… Charles me ha hablado de ti.
—Vaya, ya sabes mi nombre. Encantada…
—Iris. -completó y asentí. —¡También encantada! Me olvidé de preguntarte cuando viniste a verme de nuevo.
—¿Me disculpas, Iris? Necesito hablar a solas con Lía. -pidió Charles, interrumpiendo nuestra conversación y volteé a mirarlo con confusión. Con su mirada me indicó que nos retiráramos de la habitación e Iris volvió a recostarse. Dejé la pequeña carpeta a un lado, terminando el chequeo y lo seguí.
En el pasillo, casi vacío, Charles se volteó frente a mí y su rostro demostró culpa. Mi mente pensó en que escuchó la pelea y quizás por eso estaba tan tenso. —Lía, lamento si causé problemas con tu novio.
—No, no lo lamentes. No tienes nada de culpa en esto, el problema es con él. -aclaré rápidamente, sin embargo, la preocupación no se iba de su rostro. —Charles, no tuviste nada que ver en esto, estas peleas pueden suceder. Alan… reaccionó así porque quiso e hizo mal.
—Estaba celoso, es normal. -asentí a sus palabras. De repente sonrió, aliviándome un poco el pesar. —¿No estoy en problemas?
—Nunca hiciste nada. -suspiró.
—Vaya, nunca creí estar involucrado en esto de nuevo…
—Charles, ¿puedo preguntarte algo personal? -movió su cabeza, accediendo. —¿No has salido con nadie más?
Su ánimo bajó un poco, sin embargo, se permitió sonreír y negó. —No he podido, creo que me tomará tiempo hacerlo…
—Lo entiendo, espero que vivas de nuevo esta experiencia. Y ya sabes, aquí estoy yo para cualquier cosa, consejos y eso. No solo soy una enfermera, eh. -codeé su brazo y rió.
—Y lo tendré en cuenta, si me surge algo vendré corriendo a ti o… te llamaré. Creo que necesito tu número si deseo encontrarte.
—Y con gusto.
Ambos intercambiamos número, dando por finalizada la conversación y volví a mis labores.
Me encontré más animada el resto del día e inclusive encontré a Alan, ignorándolo por hoy. Pero era un sueño que no duró mucho al atraparme sutilmente del brazo y arrastrarme a un lugar más privado para hablar. Mordí mi labio inferior, esperando sus palabras atentamente.
Sus ojos se movían desesperados mientras que yo solo esperaba la palabra «perdón» salir de sus labios, aunque nada aseguraba que el daño ya fuese hecho y lo remediara.
—Lo lamento, Lía. No puedo estar así contigo.
—Desconfiaste de mí. -saqué en cara sus palabras, pero a mi modo. —Y eso dolió.
—Perdóname… no fue mi intención hacerlo. Nunca pensé comportarme de ese modo, solo que tuve celos.
—¿Hasta que lo admites? -expuse sarcástica e ignoró mis palabras.
—Por favor, no quiero estar lejos de ti. -rogó y ladeé la cabeza a un lado, terminando por aceptar sus disculpas.
—Acepto tus disculpas, ahora me iré a trabajar.
—¿Estamos bien? -preguntó antes de dejarme ir y me solté. Dejándolo con la duda.
Ni yo sabía si estaba bien lo que hacía.
[•••]
Mi departamento se sentía tan vacío en estos momentos y me extrañé no sentirme reconfortada. Algo anonadada por este vacío en mi pecho, me levanté del sillón para preparar una maratón con un café y un libro de romance. Reí en medio de la nada al recordar que Alan una vez me encontró así, exclamándome en la cara que era aburrida y que necesitaba salir para mover las caderas. Eso fue hace como un año… cuando apenas llegó y comenzábamos a ser amigos. Quizás fuimos muy rápidos en enamorarnos, sin embargo, las cosas sucedían por algo y nosotros éramos testigos que el amor sucedió porque así lo quiso el destino.