Volver a amar

Capítulo nueve

Capitulo nueve: ¿Quién es ella?

Mi celular comenzó a sonar de nuevo, insistiendo en que tenía mensajes que responder y suspiré. Dejé que sonara mientras me arreglaba y recogía todo el desastre de este fin de semana antes de regresar a la ciudad. Mamá entró a mi habitación, avisando su llegada con unos toques a mi puerta y sonreí con tristeza. Ella no está de acuerdo que me vaya, sin embargo, tenía mi departamento y trabajo esperando por mí. Mi vida allá.

—Sigo preocupada por tu compromiso, cariño. -habló, recordándome el peor martirio y observé el anillo de plata rodeando mi dedo anular izquierdo. Lo giré un par de veces antes de regresar la vista al espejo. Ella estaba detrás de mí. —No te quiero presionar, pero piensa cariño. Tu padre ya te aconsejó mejor que yo y él tiene razón.

—Lo sé mamá, lo pensaré mejor y dialogaré con Alan. Ya no soy aquella chica torpe de antes, me he formado y mentalizado mejor.

—Sigues siendo mi bebé que necesita ayuda. -murmuró y rodé los ojos, sonriendo con vergüenza. —Y sabes que siempre te recibiremos con los brazos abiertos aquí, nunca te echamos. Tú solita te fuiste.

—Fui para estudiar.

—Y te quedaste allá. -asentí. —Pensé que tu hermana sería así, pero ella dice querer vivir siempre aquí.

Helen era más familiar y unida que yo, suele ser muy dependiente de mis padres cuando le da la gana y, a veces, prefiere llevar todo en su hombro sin ayuda. Adoro a mi hermana, pero suele ser una cabeza hueca cuando es muy orgullosa como para pedir ayuda, así sea una pequeña. Prefiere hacerlo todo por su cuenta. Me pregunto si la veré antes del atardecer.

Aún quedaban muchas preguntas en mi mente. Sobre lo que dijo Sarah, la supuesta mujer joven que andaba con mi prometido, mis sentimientos de por medio y hacer lo que fuera correcto. No me bastaba, nada me bastaba y necesitaba pensarlo demasiado. Mi cabeza dolía si me estresaba por ello.

Y de nuevo sonó el celular, hastiándome y mamá lo tomó por mí, contestando la llamada. Su cara demostró confusión al principio y no sabía con quién hablara como para que cambiara a una más sonriente. Alcé una ceja, haciendo señas de que me pasara el celular y lo hizo, sin antes dejarme a solas.

“Charles” se leyó en la pantalla.

“¿Hola?”

“Lo siento por llamarte tan de repente, ¿estás ocupada?” su voz sonaba débil, supuse que seguía enfermo.

“No, solo que me están enviando muchos mensajes los del hospital y no quería agarrar el celular. ¿Sucedió algo?”

“No, solo llamaba para saber cómo estabas y si ya te encontrabas en la ciudad.”

Reí, girando hacia mi escritorio y comencé a guardar mis documentos. “No, pero pienso llegar esta noche, cerca de las cuatro voy saliendo. ¿Acaso me irás a ver?”

“¿Y eso es malo? ¿Acaso adivinas mis pensamientos? Necesito una amiga en estos momentos.”

Admito que me sorprendí, quedándome sin qué decirme ante su confesión. “No es malo, pero ¿por qué me necesitas?”

“Charlar, mis amigos pasan muy ocupados con sus esposas como para aceptar unas copas.”

“¿No será porque se acerca otro año más de fallecida Carmen?”

Suspiró, escuchando el chillar de un cuero. Se había sentado en un sofá. “Sí… aunque eso falta dos semanas más y ahora necesito una amiga con quien charlar sin que me reproche en cara que tan feliz en su vida.”

“Charles, estás siendo muy criticón ahora. ¿Sucedió algo malo?”

“De verdad, te necesito. Estaré en el terminal una hora antes esperándote.” -fue lo último que dijo antes de cortar. 

Su llamada fue tan repentina, tan inusual y sus emociones alterados. Algo más pasaba que no se atrevía a contarme por celular. Intenté despejar esos pensamientos de mi cabeza, cayendo en cuenta que también necesitaba un amigo para hablar sobre mis sentimientos. ¿Podría ayudarme también?

[•••]

Me estiré completamente una vez fuera del autobús, tomando mi bolso que llevé al inicio y el uniforme lavado al no irme cambiada. Revisé mi celular antes de cruzar las puertas y busqué por todas partes a Charles. Dijo que estaría aquí y confiaba en él.

Caminé con la vista en alto, distinguiendo a las personas en busca de mi amigo y un par de brazos me mantuvieron presa por unos instantes hasta que me giraron. Choqué con unos ojos grises opacos, con una melancólica sonrisa en los labios. Sonreí de una forma más alegre, abrazándolo rápidamente y comenzamos a andar hacia la salida.

Indicó donde estaba estacionado su auto y me subí en él, él terminó por guardar algunas cosas que cargaba en mano y finalmente subió, arrancando a un lugar desconocido. Giré mi rostro para preguntarle, encontrándolo con las mismas intenciones al momento de detenernos en un semáforo en rojo.




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