Volver a amar

Capítulo doce

Capítulo doce: Charles no frecuenta aquí por nosotros.

Era un completo eufemismo decir no querer enamorarme de nuevo o alejarme del mundo entero por mi reciente rompimiento con Alan. Realmente no podía expresarme como siempre o modular una frase que lo incluya sin sentirme mal. Para cada etapa hay un tiempo de superación. El amor no terminó y falta mucho, aunque a mi edad suele ser algo complicado y más mi trabajo. Mis amigos y compañeros me hicieron el gran favor de no involucrarse en el tema durante toda la semana y solo me recomendaron medicamentos para mi pobre nariz hinchada por el golpe, poniendo como excusa que vine así desde la casa de mis padres. La única que sabía el verdadero motivo de mi golpe y la razón tras ello era Sarah, que compadecía a mi lado y miraba mal a Alan cada vez que se lo topaba en los pisos superiores.

No he recibido ninguna orden de ir a los demás pisos, por suerte.

Me encargaba del área de pediatría y algunos pacientes internados por una temporal enfermedad, sin embargo, no pude evitar no involucrarme en casos más extremos e incluso entrar al quirófano para ayudar al ver escasez de enfermeras dentro. Mi rutina ha disminuido, sin mucho estrés a lo largo de estas semanas.

A la tercera semana la jefa del área impuso una orden general de dispersarnos por todos los pisos del hospital, sin importar nada y con tal de cubrir los espacios vacíos de algunas enfermeras que venían en otro turno. Atareados y completamente hartos de estas raras ordenes, hicimos caso y agarré del brazo a Oscar, que nos habían puesto en el mismo piso y sonreímos con complicidad.

Echamos a andar hacia los ascensores y presionamos el piso cuatro, esperando a que las puertas cerraran. No obstante, mi peor desgracia en lo que restaba del día se estaba cumpliendo. No había día donde rezaba que no me topara a Alan y que no nos quedáramos encerrados en el mismo sitio por mucho tiempo. Mis suplicas fueron irrumpidas hoy y Oscar nos miró con cierta incomodidad. Apresuré a que las puertas cerraran y lo hicieron, aliviándome y dejando a un desalentador hombre abatido tras ellos.

—¿Qué pasa entre ustedes dos? -no tuve ni siquiera que contar para prepararme a la pregunta de mi compañero. Bufé, arrinconándome a una pared del ascensor en movimiento.

—Nada de que preocuparse. -sonreí amena y dando fin al tema, pero este hombre no lo iba a dejar pasar tan fácilmente. Su mirada escrupulosa me observaba fijamente a mis ojos azules, temiendo por mi vida. —De verdad.

—¿Han terminado? -soltó sin delicadeza y rodé los ojos.

—Sí. -murmuré, afligida por los recuerdos y me recuperé una vez que las puertas volvieron a abrirse, no si antes detener a mi compañero del brazo. —Donde cuentes o divulgues una palabra de esto, juro hacerte la vida imposible, eh.

—¿Me estás amenazando? -inquirió, siguiéndome el juego y reí.

—No, estoy bromeando. -emití con sarcasmo y ambos nos echamos a reír. —Pero en serio, no le digas a nadie.

—Sabes que no soy chismoso. -asentí, dividiéndonos pasillos.

Divisé a lo lejos a varios médicos conversando entre sí y a una cabellera pelinegra conocida entre ellos dos, extrañándome y presintiendo algo malo. Caminé de forma discreta y sin apuros hasta llegar a su lado y captar la mirada de los tres, siendo la más clara caer sobre mí de una forma más especial.

—Hola, Lía. -saludó Charles, asintiendo con la cabeza y mirando a los doctores.

—Hola Ross y Nick. -murmuré y me regalaron una sonrisa.

—¿Te toca guardia aquí? -asentí a la pregunta de Ross, Charles comenzó a platicar con Nick de un tema poco relevante. —Vaya, supongo que la falta de personal…

—Es jueves, siempre hay menos. -afirmé. —De todos modos, ¿qué pasa para que estén reunidos aquí de una forma inusual?

—Debatíamos de una reunión entre amigos. -habló Nick y giré hacia él. Sus ojos cafés voltearon hacia Ross. —Y como no tenemos tanto tiempo para reunirnos afuera, aprovechamos aquí.

Estaba confundida en estos momentos, haciendo hincapié lo obvio. Dirigí una rápida mirada a Charles que estaba algo sumido a sus pensamientos y en cuanto notó mi mirada en él, ladeó la cabeza. —¿Son amigos?

—Desde colegio. -acotó él.

—Vaya… Ahora entiendo por qué frecuentas mucho el hospital ahora.

Y sí, desde que regresé ha estado frecuentado el hospital, pero nunca me lo topaba y empezaba a preocuparme que algo más grave estuviera pasando como para rodearse del olor a la medicina y gérmenes. Mi idea fue errónea al parecer, notando que los doctores lo conocían desde tiempo y una pieza del puzle fue resuelta en mi complejo rompecabeza mental.




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