Zeck
Mis días se resumían básicamente a lo mismo cuando no estaba trabajando y es que siempre trataba de tener el mayor tiempo posible para tener tiempo para mí, ¿y que hacía con mi supuesto tiempo libre?, estar con Russell, el portero de mi edificio.
Esto no quiere decir que no tenga nada que hacer, es solo que Russell es una persona sabia y podía contarle mis problemas, el siempre escuchaba y aconsejaba, con los demás inquilinos no era lo mismo, yo era privilegiado, el único en la lista de amigos de Russell.
Si, llámenme suertudo.
Y eso era lo que iba hacer hoy, pasar mi día con mi portero favorito.
—Buenos días, Russell, ¿Qué haces? —Pregunte mientras bajaba los últimos escalones y me ponía cercas de su escritorio.
—Espero el día de mi muerte.
¿Vieron?, sabio.
—Es lo que todos esperamos, mi estimado amigo, pero para eso falta mucho. —Le di unas palmaditas a la barra y fui al área de café a prepararme uno.
—No, si lo adelanto. —La voz de Russell sonaba apagada como siempre, era una persona grande y vivía triste desde que su esposa lo abandono junto con sus hijos.
—Hoy amanecimos más suicidas que nunca, ¿no? —a uno de los cafés le puse azúcar y otro lo dejé así, al regresar le di el que tenía azúcar a Russell. —A ver si con esto te endulzas la vida.
Había ocasiones donde si tenia cosas que hacer y salía todo el día, pero siempre trataba de tener tiempo para estar con mi amigo y es que Russell lo que mas necesitaba era eso, un amigo con quien distraerse y no pensar en su esposa e hijos.
Mientras él tomaba su café fui al área de correo para ver si había llegado algo, agarre todos los sobres y leí uno por uno, no había nada interesante así que volví a meterlos, escuche el típico ruido que avisaba que el ascensor se pararía, me di la vuelta para ver quien era.
Las puertas se abrieron y dejaron ver a Leía salir de ellas, esa chica como me intrigaba había algo en ella que llamaba mi atención. Bueno mas bien encontraba algo en su mirada, sus ojos dejaban ver tristeza en ellos, una tristeza grande, quería saber que era eso que la ponía tan triste.
—¿No deberías estar trabajando a esta hora? —Mire mi reloj mientras me acercaba a ella.
Sus ojos se fueron directo a los míos y ahí estaba esa tristeza de la que hablaba, comúnmente los ojos brillaban cuando algo les hacia feliz o les ilusionaba, pero los de ella no tenían nada mas que un color opaco y apagado.
—Uhm.. me suspendieron hoy, es que ayer después del almuerzo no regrese al trabajo. —Su voz sonaba triste como las otras veces que hable con ella.
Se miraba que siempre trataba de alegrarse, pero nada funcionaba, como la vez de las hamburguesas se notaba bien y después otra vez hacia abajo.
No era una especie de psicólogo que trataba de ayudar a la gente deprimida, solo era demasiado curioso y quería saber que le sucedía, era raro porque me gustaba ser curioso con los demás, pero odiaba que trataran de serlo conmigo.
—¿Nunca te dijeron que tenias que regresar?, es que no puedes venir a dormir después. —Respondí divertido solo para ver si ella reía, pero nada, no había ni una pequeña sonrisa en su rostro, solo se abrazo a si misma.
—Claro que sé que tenía que regresar, solo... solo no pude. —Ni siquiera me miraba a los ojos cuando me hablaba.
—¿Todo bien, Vecina? —Y aquí mi lado curioso apoderándose de mí de nuevo.
A veces era difícil, pero nunca imposible.
—Si, solo estoy apurada, tengo que ver a un amigo.
—Si gustas luego podemos ir a la tienda esa que te mencione a que compres algo para tu departamento. —Metí mis manos a las bolsas de mi pantalón y levanté mis cejas tratando de convencerla.
Sus ojos volvieron a los míos y me fuera gustado descifrarlos en ese momento, pero no me decían nada.
—Me gusta la idea, regreso en una hora, ¿estarás aquí? —Saco su celular para ver la hora y volvió a meterlo.
—Donde mas estaría.
Y así de rápido desapareció del lobby caminando hasta el estacionamiento, regresé a donde estaba Russell y solté un suspiro, me gustaba ayudar a la gente, sabia lo que se sentía pasarla mal, estar en ese hoyo donde no sabes cómo salir, conocía la sensación de tragarte tus propias lagrimas cuando querías ser fuerte, estuve demasiado tiempo en ese hoyo y aprendí a salir solo, pero me costo mucho, Russell estaba en ese hoyo al igual que Leía y quería ayudarlos a salir de ahí.
Quería hacer lo que nunca hicieron por mí.
—¿Qué sabes de esa chica? —Mi vista se fue a la computadora de Russel donde el empezaba a teclear cuando le dije el numero de apartamento de Leía.
—Primero, esto te va a costar una buena comida. —Me advierto cuando empezó a hacer su magia.
—Una hamburguesa. —Le respondí y el sonrió, a Russell le encantaban las hamburguesas de mi buen amigo y es que ¿a quien en su sano juicio no le gustaban esas hamburguesas?, de solo pensar en ella me había dado hambre.
—El departamento no esta al nombre de ella, esta al nombre de un Nick Keller, tiene tiempo que vino a pagar el alquiler, unos meses, pero dijo que no se mudaría hasta después, cuando ella llego solo tenía las llaves, pero nunca apareció el tal Nick. —Russell leía todo acerca del departamento mientras yo caminaba a su pequeño espacio de trabajo para leer el informe junto con él.
—¿Era su padre? —Voltee a verlo y el negó señalando donde decía la edad Nick Keller. — ¿Su novio?
—Podría ser un exnovio o su hermano gemelo. —Se dio vuelta en la silla giratoria quedando frente a mí.
Me recargue en la pared mirando aun la pantalla de la computadora. —¿Por qué su exnovio le daría el departamento que el pago?, tampoco es su novio porque era para que viviera el también y no es así, su hermano gemelo descártalo.
—¿Por qué mejor no le preguntas? —Aquí era donde mi amigo Russell no era tan sabio.