PREFACIO
—¡No!
Estaba, más apuesto que nunca, hincado de rodillas frente a mí, mirándome a los ojos, y tendiéndome el anillo de compromiso.
No me había permitido soñar aún con esta propuesta, que habría sido perfecta… en otras circunstancias.
Tampoco sabía cómo habíamos llegado a esta situación, pero la única salida que encontraba era rechazar la propuesta del hombre que amaba.
Lentamente se puso de pie y me miró con infinita tristeza.
—Te amo.
—Yo también te amo, pero no me casaré contigo. No en estas circunstancias.
Sabía perfectamente que se iría con el corazón roto. Pero también yo me quedaría recogiendo los pedazos del mío.