Volver A Amarte

Los pétalos que caen 4

Mucho de mi tiempo lo pase perdida, sumergía en la profundidad de mi mente, no lograba en realidad concentrarme en algo más que no fuera Andrew. No se cuentos minutos pasaron o tan siquiera las horas son sentidas. Solo estaba n una blanca habitación, con una intravenosa en mi brazo izquierdo y tratando de hacerme daño en los ojos con la luz del techo. Durante este tiempo solo me he mantenido de esta manera y soy consciente de que mi cara esta humedad de las lágrimas, lagrimas provocadas por la fuerte luz o la culpa.

Fueran muchos años viendo su sonrisa, el tratando de hacerme feliz y yo solo lo miraba ahí, conmigo siendo mi amigo. Nunca fui capaz de notar que su cariño no solo era eso, si no, el reflejo de su amor hacia a mí. Muchas de las veces que hablamos interpuse mis sentimientos en medio del camino, demostrando lo mucho que sufría, pero Andrew nunca hablo de sus sentimientos, solo estaba ahí como un hielo cuando se derrito al punto de llegar al agua. Y esta vez muchas cosas no tiene reparo. Yo por mi parte no lo tengo.

Escucho la puerta de la habitación ser abierta y como alguien se coloca a mi izquierda a comprobar la vía del suero. Escucho personas hablar entre ellas, pero para mi solo son sonidos incomprensibles.

–¿Doctor sabe del estado del otro paciente?

–¿Qué paciente? – las personas caminan despacio hacia la salida de la habitación.

–El hombre que llego con la chica por una intoxicación – en se momento todas mis alarmas son activadas.

–Todavía esta inconsciente, hicimos lo que pudimos a tiempo, solo estamos esperando a que reacción, por lo que creemos trato de suicidarse.

Al escuchar esas palabras levanto la cabeza de la almohada y miro al doctor hablar con una enfermera. Sin pensarlo demasiado, quito la intravenosa de mi brazo, miro la sangre que sale al haberme causado daño, y bajo de a poco una a una de mis piernas. Al colocarlas sobre el suelo, me levanto tambaleante de la cama para salir de la habitación. Al llegar a la puerta, tanto la enfermera como el doctor están hablando afuera, y de inmediato me mira.

–¿En qué habitación se encuentra?

–Señorita no debería de estar aquí, su cuerpo esta débil – el doctor se a cerca de a poco y yo me coloco en dirección contraria hacia el pasillo.

–¡¿Qué me diga el puto número de habitación?! ¡Acaso esta sordo! – de a poco me alejo caminado.

–¡Señorita– miro detrás de mí y tanto como el doctor como la enfermera me siguen en mi débil andar!

–Está en la habitación 145– miro una de las puertas del pasillo y estamos en la 123, Andrew no esta tan largo.

Camino de manera rápida, pero por alguna razón todo lo que miro se mueve de manera descontrolada y esta borroso, por lo que supongo me pusieron un tranquilizante cuando llegue. Miro a cada lado del pasillo, verificando cada número de habitación. Hasta llegar a la que creo es de Andrew.

Abro la puerta despacio, y de a poco introduzco mi cuerpo. Al esta ya dentro, miro a Andrew sobre la cama, con la ropa de hospital colocada, su tez normalmente blanca y rosada en un estado amarillento y como un tubo le sobresale de la boca. Camino lo más rápido que me permite mi cuerpo y me coloco a su lado, instintivamente tomo su mano y su temperatura que emana su piel es totalmente fría

Miro detrás de mí, y tanto como el doctor como la enfermera me acompañan en la habitación.

–¿Por qué posee ese color amarillento? Y su temperatura – el doctor se coloca al otro lado de la camilla.

–Está presentando falla hepática, el hígado se encarga de hacer la limpieza de las toxinas, y por lo que notamos en los análisis de sangre tenia altas cantidades de clonazepam, este es un medicamento que se da prescrito ya que se da a pacientes con problemas de estado de ánimo, así como un sedante.

Miro a Andrew y pienso en todo lo que ha pasado en el ultimo mes, todo lo que lo ha llevado al punto de tener que tomar pastillas para lograr sentirse mejor. Me siento totalmente culpable, el siempre tubo una sonrisa para mí y siempre trato de hacerme sentir mejor. Pero cuando el ha estado en sus peores días yo solo me alejo como la cobarde que soy. No merezco que sienta algo por mí, ni siquiera merezco su sincera amistad.

–Señorita, no puede estar mucho tiempo acá, pero le regalare unos minutos, estaré afuera para acompañarla de regreso a su habitación.

–Muchas gracias doctor– lo miro y le agradezco con una sonrisa.

Me siento en una pequeña horilla de la cama y sostengo la mano de débil de Andrew, y siento nuestras diferencias de temperatura. Me siento mal por toda la situación que estamos pasando, y parte de esta situación también recae fuertemente en mi culpa. Me pregunto a cerca de los sentimientos de Andrew, hasta que punto tuvo que llegar para lograr tomar tantas pastillas para que lo llevaran a este momento.

Y lo que es peor aún, quería conducir estando es ese estado de sedación. El era consciente de lo que quería lograr era suicidarse. Las lagrimas cae de mi rostro sin aviso, me siento cansada como adolorida, trato de agarra fuerza para poder sobre llevar esta situación, pero es difícil, pensar en lo que pudo suceder solo si yo no hubiera llegado a tiempo hacer que mi piel se erice y que una contundente ansiedad me invada.



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En el texto hay: trabajo, romance, vida

Editado: 17.08.2020

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