Volver a Conquistarte

Capítulo # 2

Capítulo # 2

En Francia.

En la empresa Dupuis.

Charlotte se encontraba en su oficina.

Emir había entrado sin permiso de ella y al verla se sintió muy atraído. Esa rubia sabía complacer a un hombre y era dominante.

—Buenos días.

Ella levantó la vista un poco, se sintió un poco molesta. No le gustaba mezclar un acostón de una noche con su vida personal.

—Buenos días. ¿Qué hace por aquí? —preguntó con un tono de voz frío.

El tono de voz de Charlotte lo sorprendió en cierto modo. No esperaba que fuera a tratarlo de esa forma.

—Quise verte.

—Escúchame bien, no me gusta mezclar el placer con mi trabajo. Lo que pasó ayer es pasado y punto —mirándolo con seriedad. Era un hombre atractivo, pero no quería adjuntarse con nadie sentimentalmente.

—Entendido —al mirar cómo estaba tan seria—. Fue un terrible error.

—¿Te vas?

—No, aprovecharé para platicar con la esposa de Dupuis.

—No nombres a esa desgraciada aquí —soltó con tanta molestia.

—¿Acaso no es de tu agrado?

—¡Claro que no, me quito a mi Alain!

—Nadie quieta a nadie…

—¡Claro que sí! Ella se metió con mi Alain y haré todo lo posible para separarlos.

—¿Qué patética eres, estar atrás de un hombre que jamás te hará caso? —expresó con una sonrisa—. No va a dejarla, se ve muy enamorado de su mujer.

—¿Y qué sabes tú? —preguntó enojándose con él.

—Mucho más de lo que crees, Charlotte.

Ella lo estaba mirando desafiante y habló.

—No estés haciéndome perder el tiempo. Ella no está, se fueron a Italia —comentó con rabia e impotencia.

—Qué lástima, necesito hablar con ella.

—¿De qué se trata? ¡Claro, si se puede saber!

—Es algo personal, pero puede que te lo cuente… Si deseas pasar la noche conmigo —le propuso.

Ella negó con la cabeza.

—Tengo mucho trabajo, pero sí puede ser mañana.

—Muy bien —dijo, dirigiéndose hasta ella y la besó dulcemente en los labios—. Tendremos una cita, Charlotte.

—Sí, largo.

El turco salió de la oficina con una sonrisa en los labios. Definitivamente, pasaría unos días increíbles en Francia con la rubia. Se divertiría con ella y después terminaría su aventura.

Charlotte lo veía partir y miró una foto de ella con Alain.

—Si te hubieras fijado en mí. A lo mejor hubiéramos sido felices y a lo mejor con una familia hecha, pero no decidiste enamorarte de ella y no fijarte en mí —agarrando el portarretrato y nostálgica—. Me hubiera gustado tener un hijo tuyo. Pero, tampoco quiero verte infeliz… No me atrevo a dañar tu relación y que termines odiándome. Eso no.

Tocaron la puerta y ella dejó la foto en su lugar.

—Pasé.

Axel asomándose en la puerta.

—¿Necesita algo?

—No, Axel —dijo con cierta pena. Cada vez que Alain se iba por días, la dejaba al cuidado de Axel, para que no cometiera una tontería—. Debe de ser agotador para ti, cuidar de mí.

—No diga eso. Usted, necesita ayuda psicológica y no quiere buscarla —dijo con mucho cuidado. No quería sonar como si estuviera regañándola.

—Lo sé. Sé que Alain no me hará caso y que necesito cambiar.

El hombre se sorprendió mucho y habló:

—La señora Anastasia es buena y usted también lo es, debería enamorarse y formar una bonita familia.

—Tal vez —soltó con una leve sonrisa—. Gracias por el consejo, lo intentaré.

Axel tenía días notando que la joven Charlotte estaba muy diferente, en el fondo sabía que ella no haría nada para lastimar a su jefe porque lo quería mucho y sería una locura que lo lastimara.

Charlotte veía al hombre salir de su oficina, terminaría todo el trabajo pendiente y después irse a su casa a descansar. Necesitaba comunicarse con una conocida y comenzar a tener terapias, para no lastimarse más y no ser una carga para Alain nunca más.

.

.

En Francia.

En la empresa Dupuis.

Charlotte había terminado todo su trabajo y estaba por irse a descansar.

Hasta que alguien abrió la puerta del despacho y ella se le quedó mirando e intentando asimilar lo que hacía Emir allí parado.

—¿Qué haces aquí? —preguntó con cierto asombro y molestia a la vez.

—Quería verte…

—Ya me viste en la mañana —expresó muy sorprendida, nunca había conocido a un hombre tan insistente en su vida—. ¿Sabes, que puedo demandarte por acoso?

El hombre se había encogido de hombros y con una sonrisa sexi.

—Te ves cansada, podría darte unos masajes y…

Charlotte lo miró sin poder asimilar lo que estaba pasando, he intentado entender. ¿Por qué era tan necio?

—Me voy a mi hogar, te dije que nos veríamos mañana y así será —dijo, agarrando su bolso y acercándose a él. Tenía que dejarle en claro que no estuviera atosigándola—. No me gusta que me estén molestando y, sí, en verdad, quieres que pasemos por momentos placenteros, por favor. Respeta mi decisión.

El turco se le quedó mirándola con mucha seriedad, no le gustaba que la mujer tuviera carácter y mucho menos que estuviera ordenándole, pensó que si la iba a buscar a su oficina se sentiría alagada y no fue así. Estaba molesta y seria.

—Está bien, será a tu modo, pero eso sí. Mañana tendremos una cita —dijo con voz ronca de deseo y acariciándole la mejilla con su mano—. Al menos, permíteme llevarte a tu hogar.

—Eso me parece bien —dijo, no quería ser grosera con él. No se veía mal hombre y no podía negar que quería volver a estar en sus brazos. Pero, tampoco quería que se ilusionara con ella. Estaba rota y era mejor sanar primero antes de comenzar una relación con alguien.

—¿Qué piensas? —preguntó, al momento de abrir la puerta de la oficina.

—En nada, mañana hablaremos con calma —logró decir antes de salir de la oficina.

Emir estaba intrigado con la rubia. Nunca había conocido a una mujer tan decidida y con carácter, en cierto modo no quería obsesionarse con ninguna mujer porque terminaría casándose con una mujer de su cultura, para evitar que su familia se enojara con él.




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