Volver a Conquistarte

Capítulo # 6

Capítulo # 6

Al día siguiente.

Charlotte fue la primera en despertarse, vomitando y teniendo de apoyo a Liliana, que se había despertado por el ruido. Todavía la rubia no se acostumbraba a los síntomas del embarazo.

—Toma —dijo Lili entregándole un vaso de agua—. Bebe despacio.

Charlotte obedeció y lo hizo.

Anastasia se despertó y las encontró en el baño.

—¿Qué sucede?

—Los síntomas del embarazo —respondió su hermana un tanto soñolienta—. Ya te sentirás mejor.

La morena la ayudó a levantarse para que se acostara un rato. La boda religiosa sería en un par de horas y debían de irse al salón de belleza para arreglarse.

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Tiempo después.

En la mansión Dupuis Palmer.

Charlotte abrió la puerta de la habitación, estaba ansiosa por ver a Anastasia con su vestido de novia.

—¡Wow, estás hermosísima! —exclamó con mucha sinceridad y radiante de ver a la esposa de su amigo completamente enamorada de él—. Sé que eres y serás la mejor esposa para mí, Alain —dijo intentando no llorar—. Él te ama y sé que serán muy felices.

—Muchas gracias —dijo ella conteniéndose las lágrimas, ahora que se casaría con Alain por la vía religiosa, estaba completamente segura de que serían inmensamente felices—. Sé que no comenzamos con un buen pie, pero ahora sé que eres una mujer que vale muchísimo —expresó con una sonrisa en los labios—. Gracias por estar aquí conmigo.

Charlotte fue hasta ella y la abrazó con cuidado, no quería arruinar su peinado o el vestido.

Ambas sabían que ahora en adelante se llevarían muy bien.

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En el auto.

Charlotte y Liliana estaban con Anastasia en el auto junto con Danny.

—Si ese francés, me deja embarcada, ¡yo lo mato! —dijo con mal humor ella, que su esposo todavía no había llegado a la iglesia y eso era lo más raro del mundo. Se suponía que llegaría primero.

En eso escucharon el celular de Charlotte.

—Es Alain —dijo al contestarle—. Dime.

—Bájate del auto y espérame en una esquina, ya mamá Rita está conmigo.

—Perfecto —dijo ella y cortó la comunicación—. Axel, ¿podrías dejarme en esa esquina?

—¿Estás segura?

—Sí, es que Alain me recogerá.

Axel no quería dejarla, pero era una orden que estaba dándole a ella y si se negaba su jefe podía molestarse con él. Con mucho pesar la dejo en el lugar acordado.

Charlotte se acomodó bien el vestido y sentía que alguien estaba mirándola, giró, pero no veía a nadie por ningún lado, debía de ser imaginaciones suyas por lo nerviosa que estaba por la boda.

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En otro lugar.

Emir estaba con su mano derecha y observando cómo Charlotte se veía realmente hermosa con ese vestido.

—Señor, no es bueno que esté mirándola de esa forma —comentó con cierta preocupación.

La mirada de Emir era la de un depredador que estaba esperando atacar a su presa y llevársela con él.

—Ve por el auto —le ordenó. Se la llevaría con él y no le iba a importar si estaba de acuerdo con él o no. Ella le pertenecía a él y no le dejaría el camino fácil a ningún hombre que quisiera tocarla.

El hombre no quería irse porque de seguro cometería alguna tontería. Desconocía lo que estaba sucediéndole a su jefe, nunca se había obsesionado tanto con una mujer y no debía de hacerlo.

En eso sonó su celular y contestó.

—Dime, abuelo.

—Emir, ya sé por qué estás comportándote de esa manera tan rebelde y déjame decirte que, si no te olvidas de esa chica, sabes lo que puede pasarle, ¿verdad? No vayas a cometer ninguna tontería, Emir Yilmaz, porque tú no conoces el lado malo de tu abuelo.

—No tienes que amenazarme —dijo con el corazón desbocado, porque él sabía lo que su abuelo sería capaz de hacer—. Ella no tiene la culpa de nada…

—Así es, es una chica inocente y es mejor que vengas a Turquía, y que te cases con Asya. Ella es la esposa adecuada para ti —le recalcó con autoridad.

Emir, con mucha rabia e impotencia, no sabía qué hacer o cómo actuar, pero de algo estaba seguro. ¡Jamás, permitiría que Charlotte fuera lastimada por su culpa!

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Horas después.

En la fiesta.

—Ja, ja, ja —se escuchó la risa de Charlotte—. Anastasia, tu marido es un caso.

Ella giró y ambos venían riéndose a carcajadas.

—¿Qué pasó? —preguntó ella curiosa. Nunca los había visto tan juguetones y risueños.

—Se cayó —respondió la rubia intentando contener las ganas de volver a soltar una carcajada—. Hubiera visto lo divertido que fue.

—Me caí, porque ella me hizo tropezar y como no quería agarrarla por miedo de que fuera a lastimarse. Por eso, me caí —explicó con el trasero adolorido, con cuidado se sentó al lado de su mujer—. Todos disfrutando de la boda —y mirando a los lados y comentó—. No vino.

—¿Quién? —preguntó su mujer curiosa, la cual estaba disfrutando de su sobrino entre sus brazos.

—Emir Yilmaz —respondió y encontró el asombro de su mujer—. Sí, yo lo invité mucho antes de que se fuera, y le hice llegar la invitación de nuestra boda —informó con aquella tranquilidad.

Anastasia lo miraba sin poder soltar una palabra, su esposo desconocía lo que había pasado entre Charlotte y él; y que era el padre del pequeño que estaba esperando. Estaba casi segura de que, si Alain supiera la verdad, lo haría regresar a Francia lo más pronto posible para que se hiciera responsable del pequeño.

Charlotte se fue a sentar en otro lugar apartado. Al escuchar el nombre de su ex amante, la hizo sentir mal, se suponía que podía venir a verla y no lo hizo. ¿Acaso no le importaba lo que ellos vivieron y que existía una personita que dependería de él? No se daría mala vida y se haría de cuenta de que él nunca existió en su vida.

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Charlotte había disfrutado de la boda de sus amigos y se había ido a Inglaterra a quedarse unos meses allá y regresar cuando su bebé estuviera por nacer para que fuera francés.




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