Volver a Conquistarte

Capítulo # 9

Capítulo # 9

En la mansión Morin.

Charlotte no sabía qué hacer, su hijo estaba frenético con Emir y el turco la miraba con aquella rabia e impotencia. Ella evitaba responderle sobre su papá, pero sacar esa conclusión la había dejado completamente asombrada.

—Hijo, escúchame. Cuando nos separamos, no sabía que estabas dentro de mí y él tampoco lo sabía. Apenas se enteró hoy porque te vio y vino a conocerte un poco más.

Emiliano intentaba no llorar.

—¿Pero, no es malo? —preguntó con temor.

—No, mi amor, él no es malo. Él te puede venir a ver y ya…

—Pero, quiero que se aleje de ti. Si vino es porque es mi papá y no quiere estar contigo. ¿Verdad?

—Así es, quiero conocerte un poco más —dijo, Emir acercándose a él e inclinándose un poco—. Solo quiero que seamos amigos y que podamos llevarnos bien.

—Solo acepto, si no te acercas a mi mami —lo miró con ojos desafiantes.

Emir quería hablarle con autoridad, pero por primera vez en su vida tenía miedo de decirle algo y que terminara odiándolo. Era un niño con una personalidad fuerte y decidido que no sabía cómo podía lidiar con él. Tenía que ir con calma.

Charlotte miraba al turco con aquella sonrisa de oreja a oreja. Estaba segura de que Emir no sabía qué decirle a su hijo y en cierto modo estaba disfrutando del momento, porque ella no quería nada con él y que su pequeño no le dejaría el camino fácil a ese turco.

Emir se le quedó mirando a Charlotte como estaba esperando una respuesta.

—No me acercaré a tu madre, tú eres el único importante para mí —dijo con serenidad.

—Ven aquí —dijo ella cargándolo. Se dirigió al sofá y se sentó en él para sentarlo en sus piernas—. Escuche bien, hijo. Tu papá solo quiere conocerte, no piensa llevarte a ninguna parte y él vive muy lejos.

—¿Solo vendrá de visita? —preguntó con cierta inocencia.

—Sí.

Emir con cuidado caminó hasta ellos y se sentó al lado de Charlotte, pero su hijo lo miró con ojos asesinos.

—Mi país es Turquía, conocí a tu mami y comenzamos a salir.

—Ya, se hicieron novios —interrumpió mirándolo—. ¿Estás seguro de que eres mi papá? Es que no te pareces a mí.

La rubia comenzó a reírse sin parar.

—¡Enano, no seas grosero!

—Perdón.

—Porque no nos parezcamos físicamente, no quiere decir que no sea tu padre —le aclaró y extendió la mano para acariciar su mejilla—. Eres muy guapo, Emiliano, te pareces mucho a tu mami y muy poco a mí.

—Salí, guapo, a mi mamá —aferrándose a su madre—. Ella es muy hermosa.

Emir podía apreciar que su hijo era muy apegado a su exmujer y la protegía como un león. Definitivamente, nunca pensó pelear con su propio hijo por la atención de Charlotte.

.

.

Al día siguiente.

En la mansión Morin.

Charlotte le había dado un baño a su hijo y estuvieron jugando un poco. Era un ritual que tenía con su hijo todas las mañanas para que su pequeño fuera con ella a la empresa. Todavía estaban en periodo de vacaciones y era hora de irse a la empresa.

—Mami —dijo Emiliano mirándola con cierta curiosidad—. ¿Ese señor no es malo?

—No, cariño, es un completo idiota, pero haremos que se lleve bien contigo.

—Mientras que no se acerque a ti, todo bien —afirmó el rubio. No permitiría que nadie viniera a separarlo, si pudo sacar a Charles de la vida de su madre y también a Héctor, con este también podrá.

Charlotte intentó entender un poco los celos de su hijo, pero en cierto modo lo comprendía porque siempre habían estado solos y se querían mucho. Después de su intento de suicidio, ella comprendió que no estaba sola y el abandono de Emir había sido duro, pero en los meses que estuvo embarazada intentó ser fuerte y fue lo peor que pudo haber hecho. Pero trajo consecuencias después.

Madre e hijo bajaron a desayunar con tranquilidad y estuvieron platicando. Cuando iban saliendo de la mansión se encontraron a Emir.

—Buenos días —dijo Charlotte mirándolo y podía apreciar que no había dormido casi nada—. ¿Estás bien?

Emir quería responder que sí, pero al conocer a su hijo no podía pegar un ojo. Ese niño había heredado su carácter en todos los sentidos y lo peor era que no sabía cómo lidiar con la situación porque el pequeño era de carácter fuerte y tampoco iba a traumarlo imponiéndole cosas.

Charlotte no lo perdonaba y su hijo no confiaba en él. Tenía que luchar para poder tenerlos a ambos y estaba viendo el camino difícil.

—Buenos días, vine a invitarlos a desayunar —comentó.

Antes de que Charlotte respondiera, lo hizo su hijo.

—Lo siento, mi mami y yo ya desayunamos y vamos a la empresa —lo miró con cierto recelo, podía ver que estaba interesado en su mami y no quería a nadie con su mamá.

—Lo que dijo Emi es cierto, pero pienso llevar a Emiliano a casa de su tío Alain y pasar por él en una hora —comentó. En eso sonó el celular de ella y era Anastasia—. Dime.

—Lleva a Emiliano con Alaia a casa de Laura, que se irán a un paseo al zoológico y después pasa por ellos.

—Bien, eso haré.

—Cambio de planes, hijo, te llevaré a casa de Laura con Alaia para que vayan al zoológico.

El pequeño brincó de alegría y Emir, solo quedó mirándolo con cierta curiosidad, podía hablar con Charlotte en privado y que su hijo disfrutara de su paseo.

Charlotte le pidió a Emir que se vieran en la empresa, pero que estaría encargándose de los niños primero.

El turco aceptó, porque quería hablar con seriedad con ella y que pudieran criar a su hijo juntos.

.

.

En la empresa Dupuis.

En la oficina de Charlotte.

—¿Cómo es eso que Emir y Raffaello son socios? —preguntó por vía telefónica a su amiga Liliana Palmer.

—Como lo escuchas, hicieron negocios y lo peor es que se quedara unos años a vivir en Francia —le informó con aquella seriedad—. Tienes que tener mucho cuidado…

—Ese turco, solo apareció para darme problemas —confesó con molestia.




Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.