Volver a creer. #1

Capítulo 1

Capítulo 1.

 

Tome una gran bocanada de aire, seguí mi camino acelerando los pasos mientras jalaba la correa de mi perra para que no se quedara atrás. Gire la cabeza para observarla y la pobre me mira con la lengua hacia afuera exigiéndome descanso y un poco de agua, fruncí los labios pero me detuve, siempre que salía a trotar traía todo lo necesario para ella en mi mochila, la abrí mientras me ponía en cuclillas para sacar su pequeño platito y la botella de agua, vertí el contenido y ella comenzó a beber gustosa.

—Vamos Cat, yo sé que tú puedes aguantar una pequeña vuelta más —Dije mientras acariciaba su cabeza—. Te cansas más rápido de lo que lo hago yo.

Cat es mi hermosa y bella perra, la princesa de la casa al decir verdad. Todavía recuerdo cuando mi padre la trajo a casa, fue un regalo por mi cumpleaños número dieciocho y él me sorprendió con un hermoso perrito pastor Alemán, desde ese día hasta ahora que han pasado diez años ella sigue siendo mi adoración. Mientras que Cat termina con su agua yo vuelvo a amarrarme el cabello en una coleta bien alta, ruedo los ojos al sentirla demasiado seca,  mi cabello está pasando por un momento terrible creo que debo ir al salón para un buen tratamiento y volver a teñírmelo de rubio. Cuando termina lo recojo todo de nuevo y lo vuelvo a guardar en la mochila, la hecho sobre mis hombros y me levanto.

—Una cuadra más y vamos a casa —Sus orejas se levantan como si entendiera lo que digo y suelta un gruido como quejándose. Me río en silencio mientras vuelvo a tomar el ritmo anterior.

Las calles se encuentran desoladas, no se logra oír ni el sonido de algún coche cerca, los departamentos se encuentran cerrados como si la gente al llegar del trabajo lo primero que hace es acostarse en la cama y dormir tan temprano, bueno, son las siete pero eso no significa que la gente se ande ocultando. Entiendo que los asaltos han subido de manera alarmante por esta zona y mi madre se ha vuelto paranoica con dejarme salir a correr por las tardes pero siempre logro persuadirla cuando digo que Cat va conmigo.

Y si se lo están preguntando creo que debo responder la pregunta aun no formulada ¿no? Sí, sigo viviendo con mis padres, no es por el hecho de que no tenga novio, al contrario. Solo he tenido un novio en mi vida pero él no me ha pedido que me mude con él, creo que prefiere su espacio personal y aunque eso es algo que me molesta no puedo hacer nada.

Keith es mi primer amor, lo conocí cuando tenía quince años. Maldición, era el chico más ardiente del salón, alto, fornido, con unos ojos azules preciosos y un cabello castaño envidiable, claro que caí redondita por él. En ese entonces era la capitana del equipo de porristas y él aunque usted no lo crea sólo era el presidente del salón, era sumamente adorable y bueno cuando el profesor gruñón de Historia nos pidió hacer un trabajo en equipos tuve la suerte de que él fuera mi compañero. No salimos luego de eso, la verdad fue en el año siguiente cuando ya nos conocíamos mejor y ahora sigo con él después de todos esos años pero algo me dice que Keith pronto se pondrá de rodillas para pedirme que me case con él, o eso espero. No me hago más joven con el pasar del tiempo.

Hemos pasado de todo juntos, hubo peleas también como toda pareja y por supuesto supimos cómo arreglarlo, siempre encontrábamos una solución, solo que últimamente quería más, yo quiero más. Una familia.

Ese tema nunca lo tocamos, él no quiero niños aún, pero para que voy a negarlo… yo me muero por tener a mis niños ya. Tengo ese sueño desde hace tres años atrás, cuando mi hermana por fin se casó y unos meses después se enteró que estaba embarazada  y tuvo a mi hermoso sobrino, cuando lo vi supe que quería tanto ser madre, tener un bebé que se parezca a Keith sería hermoso y eso era algo que ansiaba con toda mi alma.

Pero debo seguir esperando a que ese tonto tenga las pelotas para pedirme matrimonio. Suelto un largo suspiro mientras giro con Cat para volver a casa. Espero que mi madre haya hecho algo ligero para la cena, sino estas caminatas no me servirán de nada para perder un poco de peso, subí unos kilitos, nada alarmante pero Keith ya lo notó y no quiero que piense que me pondré más gorda con los años, debo cuidarme.

De seguro mi hermano menor debe de estar persuadiendo a mi madre para que prepare pizza para la cena, el pensarlo hace que la boca se me llene de agua. Dylan es el menor de la casa, tiene diecisiete años y sigue en el colegio, era un pequeño debilucho pero ahora debo de admitir que la pubertad le está ayudando porque es igual de guapo que yo. Lo único que nos diferencia son los ojos, yo los tengo de color azul como mamá y el verde como papá. Ambos tenemos la piel pálida y leves pecas en el rostro, que yo oculto con maquillaje.

Cat comienza a mover su cola con alegría al percatarse de que por fin estamos llegando a casa, ruedo lo ojos divertida y acelero el paso para llegar más rápido. Cuando por fin estamos en frente del porto n de madera de la casa levanto la tranca y hago que entre primero Cat. Me agacho para quitarle la correa y ella corre directo hasta su casita de madera a buscar agua y comida. Niego con la cabeza sonriente y cierro la puerta, camino por el pequeño sendero de piedra y busco mis llaves para entrar a casa, entro y el olor a salsa para pizza me hace maldecir internamente, Dylan se salió con la suya.

—Oh Dios —Gimo al aspirar aquel aroma, mis pies se dirigen directo hacia la cocina donde encuentro a mi madre con su típico delantal de flores y su moño recogido. Me acerco para abrazarla pero cuando doy un paso choco con la escoba que estaba en mi costado y esta cae al piso haciendo un estruendo. Ella da un respingo y voltea con su cuchara de madera. Al verme me fulmina con la mirada.

— ¡Me asustaste! —Chilla indignada mientras me acerco para besar su mejilla—. Aléjate Raizel, estas toda sudorosa.




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