Capítulo 9.
Dejo el café sobre el escritorio, está vez me tome el atrevimiento de traer unos pastelillos de mora que había preparado mi madre. Ayer en el almuerzo había oído que Danielle decía que le gustaban a Cayden, así que le comenté a mi madre ese pequeño detalle y ella los preparo sin problema alguno.
Llegue por mi primera vez “siendo asistente de Cayden” temprano. Esto para mí era un logro, aunque tenía un sueño de muerte. Treinta minutos, treinta minutos antes es lo que había llegado.
Tenía algo de mido de que el café se enfriara por lo cual lo traje en un termo caliente y aparte traje una taza. Yo lo había planeado todo, Cayden era un buen jefe así que yo debía esforzarme para ser una buena asistente.
Me cruce de brazos al notar que no tenía nada que hacer, mi jefe sería el que traería los papeles así que debía esperar. Uf, con lo que lo odiaba. Me senté en el gran sillón de mi jefe, sonrío mientras me acomodo, me siento importante desde aquí.
Como soy una niña comencé a dar vueltas en él hasta que pare por golpear mi pie contra el escritorio, me fije en los cajones, en específico un cajón que tiene una llave puesta por él. Y como aparte de ser una niña también soy una curiosa no pude evitar llevar mis manos hasta la llave. Antes de girarla me regañe, esto esta mal pero por otra parte tengo curiosidad por ver que contiene, sin dudarlo un segundo más gire la llave y abrí el cajón. Mire la puerta nerviosa, nunca antes había hecho algo parecido y ahora me moría porque si Cayden llega a entrar y me ve aquí husmeando de seguro y sin pensarlo dos veces me echa de patitas para la calle.
No había nada, bueno solo una foto que estaba al revés, solo podía ver el lado blanco, cuando iba a voltearlo escuche el sonido del ascensor así que me apresure en cerrarlo con llave nuevamente y de un salto me paro al lado del escritorio.
Cayden abre la puerta y luce muy sorprendido al encontrarme allí.
—Bueno días señor Harrison —Una sonrisa se extendió en mi rostro pero por dentro estaba gritando porque por poco me pillan, las ganas de soltar un suspiro de alivio eran grandes pero creo que eso sería demasiado sospechoso.
—Buenos días Rose, me alegra ver que has llegado temprano.
Se acerca hasta su escritorio para luego sentarse y ver los pastelillos.
—Pues acostúmbrese porque llegaré antes que usted de hoy en adelante.
Ladea una sonrisa.
— ¿Pastelillos de mora?
Asentí, me senté frente al escritorio.
—Ayer escuche que le gustaban, se lo comenté a mi mamá y bueno ella los preparo.
Arrugó el ceño.
— ¿Hablas de mí con tu madre?
Por alguna razón sentí mis mejillas arder, por dios Raizel tranquilízate, solo es Cayden.
—Bueno, eso sonó algo raro pero sí habló de ti con mi mamá —Aclaré mi garganta porque de pronto la sentí demasiado seca—, hablo de todo con ella.
— ¿La visitas todos los días? —Preguntó.
—Este… —Jugueteé con mis dedos—, yo vivo con mis padres.
No era algo que me enorgullecía decir, ya era lo bastante grande como para vivir con ellos pero no era alguien que tuviese dinero como para pagar un departamento. Gasto en tantas tonterías mi dinero que no sería buena idea lo del departamento.
Él no se burló ni nada, solo asintió con la cabeza.
Tomo uno de los pastelillos y se lo llevó a la boca, mire cada uno de sus movimientos incluso cuando masticaba y cerraba los ojos.
Sonreí al notar que su rostro parecía relajarse por completo. Abrió los ojos y me pillo mirándolo pero no aparte la mirada, arqueé una ceja esperando oír algo sobre lo que mi madre preparo.
—Si mi madre cocinara estas delicias —Dice apuntando el pastelillo—, yo tampoco me iría de su casa.
No pude evitar soltar una carcajada.
Cayden se llevó otro pedazo y sus gestos volvían a ser los mismos, yo no sabía porque lo miraba tanto o porque me parecía tierna la forma en que suspiraba en aprobación.
Vi las carpetas sobre la mesa y las tomé.
—Yo voy a trabajar —Me levanté y antes de irme lo recordé—, oh, hoy yo te invito a almorzar es lo menos que puedo hacer después del asombroso almuerzo de ayer.
Él me miró sorprendido.
— ¿Estas invitando a tu jefe a almorzar?
— ¿Mi jefe acaba de aceptar mi propuesta?
Parecía divertirlo.
—Acepto.
—Espero que te guste la pizza —Dije mientras me aproximaba hacia la puerta—, porque hoy probaras las mejores pizzas de su vida.
—Eso suena prometedor.
—Sí que lo es.
Salí de su oficina para ir a trabajar, este día estaba empezándolo con el pie derecho y eso amigos míos me encantaba.
👔👠👔👠
Ethan no daba crédito a todo lo que salía de mis labios, parecía estar buscando la mentira en alguna parte pero no la encontraría ya que no estaba inventando nada.
—Raizel, ¿Te das cuenta de que lo que me estás diciendo?
—No quiero que comiences a mal pensar como siempre haces, Cayden es solo…
— ¡Lo llamas por su nombre! Jesucristo Angie, mi deber como mejor amigo gay es apoyarte en este amor prohibido.
—Por dios Ethan, ni siquiera me gusta —Fruncí el ceño—. Deja de llamarme así, odio cuando me llamas por el sobrenombre de mi madre.
Por esto era que no quería comentarle nada, pero mi gran bocota hablo de más.
Encontré un hueco en todo mi día de trabajo antes de llegar al almuerzo para bajar y hablar con mi mejor amigo y sin querer rechacé su invitación a almorzar ya que iba a ir con Cayden.
—Eso es imposible querida, tienes unos dos hermosos ojos azules que sirven a la perfección —No puedo evitar reírme—. ¿Acaso me vas a decir que tu jefe no está para comérselo enterito? Y no me cambies el tema con tu nombre, Angie.
Sabía la respuesta, Cayden era un hombre muy apuesto la verdad, pero yo no puedo fijarme en él ya que tengo un estúpido novio al cual amo mucho.