Capítulo 23.
Me encamino hacia la oficina de Cayden sin mucho ánimo, siendo sincera sigo dolida por lo que presencie ayer aunque no tengo el porqué de desquitarme con él. Le traje café con azúcar en un gesto infantil sabiendo que lo odiaría, si, como dije fue infantil.
Ahora me mandó a llamar y no sé muy bien que es lo que quiere, ya que cosas del trabajo no lo creo.
Al entrar lo veo sentado en su silla mirándome expectante ¿Qué? ¿Creé que voy a armar un escándalo o algo por el estilo? Pues lamento decepcionarlo si es así.
—Te confundiste con mi café hoy —Dice de manera acusadora pero yo no hago más que fingir un asombro espantoso.
— ¿En serio?
Él rueda los ojos.
— ¿Estás enojada?
— ¿Por qué debería estarlo?
—Lo mismo me pregunto yo.
Camino hasta posicionarme frente a su escritorio. Él me mira y veo algo diversión en sus ojos. No lo soporto.
— ¿Para qué me hiciste venir Jefe?
—Quiero que me reserves una mesa para dos en el Restaurante Roses —Abro los ojos sorprendida. Ese lugar es totalmente elegante—, creo que tu idea de las citas no fue tan mala después de todo.
Muerdo mi lengua unos segundos.
— ¿Hablas de la pelinegra? No la veo muy de tu tipo.
—Jennifer, su nombre es Jennifer —Ruedo los ojos, como si me importase—, oh, y llama a una florería para que le mande unas rosas, aquí tienes la dirección.
Me extiende un papel y yo lo tomo incrédula.
Este no puede ser Cayden, alguien tuvo que cambiarlo de alguna manera. ¿Dónde está el Cayden que se negaba a enamorarse? ¿Dónde está? Porque el que tengo en frente no puede ser él, tengo ganas de preguntarle que paso con eso de que Geraldine es la única y de decirle en la cara que está fallando en su palabra pero eso sería algo vil y sucio, fui yo la que inicio todo esto, la que dijo que él debía seguir con su vida.
—No sabía que eras romántico Harrison —Ladeo la cabeza—, Pero ¿Rosas? ¿No es algo cliché?
Me mira curioso.
—Tu novio te regalo rosas ¿A caso no te gustan?
Mierda.
—Bueno, son bonitas... pero los tulipanes son más hermosos —Digo en un susurro.
Asiente con aire distraído y luego parece querer decir algo pero parece a la vez no querer decirlo.
—Te vi —Suelta entonces—. Raizel, te vi en el club.
Mi corazón pega un brinco al oír eso. El pánico se avecina en mi pecho y abro la boca sin poder creerlo ¿Me habrá visto llorar? Bueno, no lloraba pero mi rostro y mi huida no fueron algo normal. No si es que Cayden no significa nada para mí.
—Yo... ¿Qué viste exactamente?
Él se levanta y yo me pongo alerta. Camina hasta posicionarse en mi frente su cercanía me abruma da otro paso más y yo no hago nada para detenerlo.
— ¿Qué extraño juego estamos jugando Rose?
Mi vista viaja hasta sus ojos azules que lucen confundidos y suelto un suspiro.
—No lo sé, pero sea el juego que sea, debemos parar con ello.
Él asiente levemente y con un suspiro se aleja.
—Puedes volver a trabajar, Raizel.
Asiento todavía algo abrumada y me dispongo a salir de la oficina, cuando llego a sentarme frente a mi escritorio siento que mi corazón comienza a normalizarse.
Con todo el dolor del alma hago la reservación para la cena y encargo el pedido de las rosas. Hacerlo me trae un sabor amargo a la boca pero lo ignoro. Continuo con mi trabajo sin pensar mucho ya que es demasiado y cuando fui a almorzar solo gaste la mitad de mi tiempo ya que debía seguir trabajando con ello.
No es como que mi jefe me explote ni nada, solo que siempre fue así. Unos días son puro trabajo y los siguientes me quedo sentada sin saber muy bien que hacer. Mi celular vibra y lo reviso para darme cuenta de que es Keith solo estuve enviándole mensajes siendo totalmente incapaz de encararlo.
—Hola —Digo tratando de serenarme.
—Hola novia —Dice con aire alegre, eso no es nada más para que mi subconsciente me diga lo estúpida que soy—. Te llamo para preguntarte donde quieres ir hoy, en el lugar donde hice la reservación tuvieron un problema, así que tienes via libre de elegir.
Mierda, la cena es hoy.
De repente una idea me viene a la cabeza.
— ¿Qué te parece si vamos a un lugar sofisticado hoy?
—Me agrada la idea, donde quieras ir me parece perfecto.
Esto no está bien.
—Pues déjame reservar una mesa de dos en el Restaurante Roses.
Voy a irme al infierno por esto.
(***)
Acomodo el arete mientras mi madre me hace un recogido en el cabello.
—Veo que te estás esmerando demasiado en lucir bonita —Dice ella.
Y lo hago por Keith, no por el hecho de que reserve el mismo lugar en donde Cayden tendrá una cita y me podrá mirar ya que nuestras mesas estarán cerca.
Me encojo levemente.
—Hace mucho no salimos, creo que extrañaba eso.
—Hay algo distinto en ti —Dice mirándome por el reflejo del espejo—. ¿Estas teniendo problemas con Keith?
La culpa me carcome viva.
—Keith... él es un amor el problema soy yo.
Ella acomoda una última hebilla en mi cabello para luego colocar sus manos en mis hombros.
— ¿Te gusta alguien más? —En su voz no se oye reproche ni nada y yo en realidad busco que me diga lo mala novia que soy pero eso no pasa.
—Sí... no, bueno sí —Paso una mano por mi rostro—, me gusta Cayden, él... me confunde me hace sentir distinta. El estar a su alrededor me hace sentir como una adolescente y cuando nos besamos...
— ¿Qué? ¿Raizel, lo besaste?
Mis hombros caen hacia el frente y bajo la mirada.
—Sí —Susurro de manera inaudible—, lo peor es que me gusto, y se sintió tan bien.
Ella parpadea en mi dirección.
—Te estas enamorando de él —Ella no lo pregunta sino que lo afirma—, cariño eso es normal.
— ¿Normal? Mamá, Keith es mi novio, mi primer novio no puedo solo dejar de amarlo en unos meses y enamorarme de otra persona de la nada.