Volver a creer. #1

Capítulo 24.

 

Capítulo 24.

 

Coloco los papeles en las carpetas correspondientes, desplazo el mouse hasta Microsoft Excel donde tengo los últimos porcentajes de las encuestas acerca de la campaña nueva que lanzamos hace meses. Estoy contenta al saber que todo está marchando bien, más que bien diría yo.

Mi diseño fue muy alagado y eso solo hacía que mi humor subiera hasta las nuves, pero cuando recordaba que no podía celebrar esto con mi Jefe mi humor descendía en picada.

Debería intentar volver a ser la de antes, aunque soy la misma, o eso quiero creer.

Cayden no me habla más de lo necesario, por lo menos él si me habla ya que mi hermano está practicando conmigo la famosa ley del hielo y realmente no entiendo porque está así.

Me levanto de mi asiento no sin antes imprimir lo que necesito y llevarlo a la oficina de mi Jefe, él se encuentra tecleando algo en su ordenador y levanta la mirada cuando me escucha entrar. Camino hasta sentarme frente a él con una sonrisa y le extiendo los papeles.

—Mira eso, nos está yendo genial en las ventas Jefe —Digo con entusiasmo—, ¿quién iba a decir que está empresa se estaba viniendo abajo hace unos años?

Él mira los papeles sin mucho interés y vuelve a su ordenador.

— ¡Hey! —Exclamo llamando nuevamente su atención—, ¿no estás contento?

—Sí, pero me encuentro ocupado Raizel.

—Oh vamos, deberíamos ir a tomar unas copas para celebrar.

Él se cruza de brazos y me mira arqueando una ceja.

— ¿Tu prometido te va dar permiso?

— ¿A qué viene eso? —Frunzo el ceño y él hace un ademan quitándole importancia.

—No es nada Raizel.

Suelto un largo suspiro.

—Estás enojado —No es una pregunta.

— ¿Por qué aceptaste? —Pregunta de la nada y yo me tenso en mi lugar.

— ¿Por qué acepte qué? —Digo tratando de sonar confundida.

—Claro, finjamos demencia —Dice a secas—, pensé que tú y yo...

Cierro los ojos con fuerza unos segundos.

—Cayden, basta.

Él niega con la cabeza.

—En verdad pensé que serías distinta.

— ¡No es mi culpa! Lo siento por besarte, lo único que logré con eso fue confundirte y confundirme.

—Y si estás confundida ¿por qué aceptaste?

Me levanto dispuesta a irme.

—No es tan fácil, él estuvo para mí siempre, tengo años de relación con él no puedo sacrificar eso por...

—Por mí.

Abro la boca y vuelvo a cerrarla, no quería decir eso.

—Por alguien que sigue enamorado de alguien más.

Él se queda callado.

—Rose yo...

— ¡No quiero hablar de esto! Vine para que salgamos a festejar no para que peleemos.

— ¡No somos amigos! —Casi grita—, no lo somos Raizel, no después de que me besaras. No puedes fingir que todo está bien cuando no es así.

Parpadeo repetidas veces sintiendo ganas de llorar.

— ¿No quieres ser mi amigo? ¡Pues bien!

— ¡Bien!

Esto es tan infantil y para hacerlo aún más infantil cierro la puerta de su oficina de un portazo.

Estoy enojada, muy enojada. Cayden está volviendo a ser el de antes, se está cerrando conmigo y eso me frustra. Miro mi anillo de compromiso soltando un suspiro. Hiciste bien Raizel, no te arrepientas ahora. La puerta del ascensor se abre dejándome ver al más joven de los hermanos Harrison y casi me caigo de mi asiento. Mierda, me quito mi anillo dejándolo en uno de los cajones de mi escritorio.

Ella al verme me sonríe. Trae su cabello negro en una coleta desaliñada y veo sus bailarinas colgando de su bolso, lo que me asegura que acaba de volver de las clases de baile.

— ¡Cuñada!

Oh, doble mierda.

—Esther, que sorpresa verte por aquí —Digo siendo sincera. Me levanto para saludarla con un abrazo.

Aunque ella tenga veintiséis años es algo baja para su edad, no es como que yo sea una gigante tampoco.

—Es una sorpresa... así que ¡Sorpresa! —Ella es muy sonriente así que no puedo evitar sonreírle—. En realidad vengo para hablar contigo y con mi hermano.

— ¿Por qué conmigo?

Ella rueda los ojos y sonríe.

—Tienen la pinta de esas parejas que no se guardan secretos.

—Mm... exacto.

—Pues ven —Dice tomándome de la mano—, debo hablar ahora.

Antes de que ella abra la puerta lo hago yo. Cayden me mira frunciendo el ceño y no ve a su hermana que está detrás de mí.

—Raizel te dije que no quiero...

— ¡Osito!

Él frunce el ceño pero al ver a su hermana se levanta y camina hasta nosotras. Esther suelta su bolsa en el suelo y abraza a su hermano, yo me quedo parada mirando el momento no sabiendo muy bien que hacer.

—Esther ¿Qué haces aquí?

—Hola hermana ¿Cómo estás? —Pregunta en broma y yo río—, con esas preguntas deberías recibirme.

Él rueda los ojos.

—Lo siento, ven siéntate aquí.

Caminan hasta el sofá y yo me siento incomoda ya que solo hay dos. Y ellos ya se sentaron. Esther me mira con una sonrisa picarona.

— ¡Oh vamos Raizel! No seas tímida y siéntate en el regazo de mi hermano seguro hacen eso siempre.

De manera inevitable me sonrojo pero Cayden asiente.

—Vamos osita, siéntate conmigo.

Lo fulmino con la mirada unos segundos y algo insegura me siento sobre sus piernas, lo hago de manera recta pero me pongo totalmente tiesa al sentir las manos de Cayden en mi vientre empujándome contra su pecho.

—Solo relájate Rose —Dice en un susurro sobre mi oreja lo que hace que mi piel se erice, pero me relajo y me acomodo en su pecho. Él besa mi cabeza y siento que me pecho se calienta y late de manera escandalosa en aprobación hacia ese gesto.

Esther nos mira con una sonrisa.

—Bueno, Cayden, sabes que hace poco termine mi carrera de grado en publicidad...

— ¿Cómo es eso posible? —Pregunto incrédula—, eres demasiado joven.

Ella sonríe.

—Mi hermana es una cerebrito —Dice Cayden—, mucho más de lo que fue Danielle, creo que mis padres se esforzaron con ella.




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