Capítulo 25.
Lo miro esperando una respuesta como no dice nada continuo hablando.
—Por favor —Él niega con la cabeza—. Oh vamos Cayden, yo fui a lo de tus padres así que tú me lo debes.
Suelta un largo suspiro, parece cansado.
— ¿Por qué tu madre quiere que vaya? Ni siquiera la conozco solo hable con ella una vez y fue por medio de un celular. No lo entiendo.
Me cruzo de brazos.
—Quiere agradecerte... ella sabe que tú me salvaste y bueno... está agradecida contigo.
—Eso no fue nada Raizel.
Le sonrío.
—Fue un gran gesto para mí, quien sabe que hubiese pasado si tú no me ayudabas.
Él niega con la cabeza.
—No pensemos en eso —Dice él rápidamente—, ¿Cuándo va ser?
—Mañana —No puedo creer como la semana paso tan rápido—, será una cena solo con que vayas a plantar la cara ella se sentirá feliz.
—No lo sé...
Hago un puchero y él arquea una ceja.
—Vamos Cayden... mi mamá creé que las cosas contigo van bien.
— ¿Por qué no marcharían bien?
Él sabe de lo que le hablo pero está fingiendo, es lo que hemos estado haciendo. Fingiendo que nunca ocurrió nada, pero eso no quiere decir que nos volvimos amigos ni nada.
— ¿Eso es un sí?
Él rueda los ojos y asiente.
— ¡Gracias! —Casi grito y él me mira divertido.
—De nada, y ahora ve a trabajar.
—A su orden Jefe.
Voy directa a mi puesto para trabajar. Mañana Cayden asistirá al cumpleaños de mi madre y eso me emociona y preocupa a la vez ya que Keith también estará ahí. Que Dios me ayude.
***
Miro los vestidos blancos que realmente lucen hermosos. Salí temprano del trabajo ya que vine con mi madre y Ethan para buscar mi vestido de novia. Mi mejor amigo también salió temprano ya que dijo que sería algo inaudito que él no me ayudará a elegir mi vestido.
—No puedo creer que debemos buscar tú vestido en vez de arreglar las cosas para mi cumpleaños —Dice mi madre en broma.
—Tú solo estás así porque tu niña va casarse.
—Ya he experimentado eso con Sophia y te puedo decir que todo fue una experiencia diferente a esta.
Hago una mueca.
— ¿Todavía estás en contra de mi boda?
—Ya te lo dije, yo no me voy a oponer, pero tengo una corazonada cielo.
Ethan asiente en dirección a mi madre.
—Si tu mamá tiene una corazonada es por algo Raizel.
Ruedo los ojos.
—Mejor vengan y busquemos a la encargada.
Pasamos una tarde completamente agotadora, los vestidos no me gustaron, me probé un montón pero no encontré nada y me fui con las manos vacías. Según mi madre esto es otra señal y eso solo logra empeorar aún más mi humor.
Debemos ir a otra tienda otro día y eso era justamente lo que no quería hacer, mi madre y Ethan entraron a un restaurante de comida rápida mientras yo me quede en el asiento trasero del auto de mi amigo esperando. Miro por la ventana algo cautelosa, ya se hacía tarde y no me gustaba nada la oscuridad. Justo en el lugar que vinimos a parar no es nada concurrido hasta diría que es una zona peligrosa. En eso a lo lejos veo a alguien que se me hace familiar es... ¿Dylan? ¿Qué hace mi hermano por aquí a estas horas?
Lo veo caminar con unos chicos que no me dan buena espina y se pierden de mi vista. Mi madre y mi amigo entran al auto, yo pregunto de manera curiosa donde se encuentra mi hermano.
—Está en casa —Asegura ella—, no te preocupes enseguida se le va pasar esa rabieta contigo.
En realidad eso es lo de menos ahora.
¿Qué hacía él por estos lugares y a esta hora?
Un mal presentimiento me puso la piel de gallina. Al llegar a casa debería hablar con él.
— ¿Ya vamos a ir a casa? —Pregunto impaciente.
—No, debemos ir a ver lo de tu salón Raizel.
Suelto un bufido por lo bajo.
— ¿Ya te estás arrepintiendo, Raizel? —Pregunta Ethan.
Le lanzo una mala mirada por el espejo retrovisor.
—Nunca.
Luego de conseguir el salón que era pequeño ya que no seríamos muchas personas por fin pudimos ir a casa. Apenas llegamos lo primero que hice fue ir a la habitación de mi hermano, ni siquiera me moleste en llamar antes de entrar y al abrir la puerta lo encuentro en la cama con una caja que cierra de golpe al verme.
— ¿Qué demonios Raizel?
Frunzo el ceño y cierro la puerta detrás de mí.
— ¿Dónde estabas? —Mi pregunta lo sorprende.
— ¿A ti que te importa? —Su pregunta me hace contar hasta cinco para no darle un golpe en la cabeza, él parece notarlo porque con un bufido me responde—. No salí de la casa.
Que mintiera solo me preocupaba más ¿Qué está ocultando?
— ¿Qué es eso? —Camino un paso hacia el frente y él toma la caja entre sus manos, luce nervioso.
—No es nada ¿Puedes largarte?
No comprendo cuando mi hermano creció tanto. Está en el último año de colegio pero parece mayor ¡Por dios! Ni siquiera tiene dieciocho y parece de veinte.
— ¿Qué pasa contigo? —Pregunto de forma brusca—, estas ocultando algo y si no me lo dices voy a averiguarlo por mí misma.
Rueda los ojos y se aproxima hasta tomar su celular y conectar los auriculares para ponérselos e ignorarme. Se acuesta en la cama y cierra los ojos. Lo miro totalmente confundida.
Él parece notar que todavía no me fui y se quita un auricular para mirarme con gesto fastidiado.
— ¿Qué no te vas a ir?
Niego con la cabeza pero salgo de su habitación. Algo está ocurriendo con mi hermano y voy a averiguar que es.