Capítulo 26.
No había inflado globos hace años, creo que la última vez fue en el cumpleaños número siete de Dylan, y déjenme decirle que eso fue hace años.
Mi mamá va cumplir sesenta años y creo que eso la pone algo paranoica, no la culpo. Crecer y volverse cada vez más viejo no es algo que nos agrade mucho y bueno si ella quiere una fiesta por su cumpleaños con globos, comida y pastel ¿Quién soy yo para no complacerla?
Ethan intenta inflar esos globos que son largos con la boca. He intentado decirle mil veces que esos no se inflan con la boca si no con un inflador pero mi mejor amigo es muy terco.
—Ethan por el amor de Dios usa el maldito inflador o si no jamás terminaremos con esto.
Él me mira unos segundos y luego de soltar un largo suspiro asiente y toma el inflador para hacer uso de él.
— ¿Por qué me toca usar esto a mí?
—Porque eres el hombre aquí, no quiero usar mis brazos eso es agotador, prefiero quedarme sin aire.
Suelta una carcajada.
— ¿Hombre? Bebé, pensé que sabías de mis preferencias.
Ruedo los ojos divertidas y hago un nudo al globo rosa que tengo en mis manos.
—Créeme que lo sé, pero como mi hermano está en su etapa de rebeldía y no baja a ayudar tu eres el hombre aquí.
Eso lo hace reír y se dispone a inflar los globos.
Mi madre fue al salón de belleza con sus amigas para que la mimen como se lo merece hoy. Mi padre es el encargado de la comida y las bebidas para la cena de hoy. Gracias a Dios tenemos un hermoso Jardín que adornamos con luces navideñas por los arboles y algunas las colgamos por encima de las mesas. No sería una gran fiesta pero si habría mucha gente ya que vendrían algunos familiares y amigos de mis padres.
— ¡Termine! —Exclamo e inhalo bien hondo para conseguir aire.
—Yo ya voy por la mitad.
—Te dije que con eso sería más sencillo.
Él me ignora y continúa inflando los globos.
—Voy por algo de beber —Digo y él asiente en aprobación—, tengo la garganta seca.
— ¿Iras por una cerveza?
Sin poder evitarlo me río.
—No, creo que mi madre preparo limonada antes de irse.
—Bueno no es cerveza pero sirve.
—Tranquilo Ethancito, hoy por la noche podrás beber lo que quieras.
Voy hacia la cocina y busco la jarra con un vaso para llevarlo hasta la sala, recargo los vasos con hielo y en eso mi hermano aparece en la cocina y comienza a rebuscar algo en el refri.
— ¿Bajaste para ayudarnos?
Él ni siquiera se inmuta ante mi voz, una vez que encuentra un pedazo de tarta de anoche se va por donde vino. Me pone mal saber que mi hermano actúa así, siempre fuimos unidos, no como los mejores hermanos del mundo, de vez en cuando quería asesinarlo por entrar a mi cuarto pero nuca llegamos hasta tal punto en el que él actué así.
Voy hasta la sala y hago un puchero.
—Tu hermano se comporta como idiota —Dice él sorprendiéndome—, ni siquiera nos ayuda con esto y se va a su recamara a comer tarta.
—No sé qué le pasa, tuvimos una pelea —le extiendo un vaso con limonada que él agarra—, me preocupa su actitud.
—Yo sé cómo solucionar su actitud.
— ¿En serio? ¿Cómo?
—Una buena tunda de golpes para enseñarle quien manda…
— ¡Ethan! —Digo regañándolo—, los golpes no resuelven nada.
Se encoge de hombros y bebe un sorbo de su limonada.
—En mis tiempos eso funcionaba más que bien.
Niego divertida. Una vez que nuestro descanso termino comenzamos a colocar los globos por fuera de la casa en el jardín para ser exactos, alquilamos unas cuantas mesas y colocamos uno hermoso centro de mesa floral en cada una de ellas.
Cuando ya llega la tarde mi madre llega con un peinado y maquillaje impecable, luce radiante y no me arrepiento en nada por pagarle el día en ese salón, con ver esa sonrisa estoy más que satisfecha.
Ethan se va asegurando que necesita una ducha urgente, con lo que estoy más que de acuerdo. Yo me ducho y luego busco un vestido blanco sencillo que me gusta mucho, me coloco la chaqueta verde y unos tacones blancos. Arreglo mi cabello hago que caigan en ondas bonitas y me maquillo levemente. Me coloco algunos accesorios y subo nuevamente para ver cómo va todo arriba.
Los mozos llegaron lo cual agradezco, si ellos no venían yo tendría que estar sirviendo todo y no disfrutaría del cumpleaños de mi madre. Veo que el barman se está colocando en su sitio en el jardín y creo que ya me urge un trago.
Mi papá baja con mi madre y tienen las manos entrelazadas y sonrío sin poder evitarlo, lucen hermosos. Me alegro de que mi familia siga unida y que todos nos queramos tanto. Mi madre lleva puesto un vestido rosa pálido que va con la decoración y unos zapatos no muy altos a juego, su cabello y maquillaje todavía lucen espectacular. Mi padre lleva un traje gris y arqueo una ceja en su dirección. Él solo se encoje de hombros y yo me acerco para poder abrazarlos.
— ¿Cómo está la cumpleañera? —Pregunto y ella me sonríe—, papá con un traje ¿En dónde pido el deseo?
—Muchas gracias por esto cariño… sé que pedí demasiado…
—No, no pediste demasiado y es lo mínimo que te mereces.
Ella me abraza emocionada.
—No me hagas llorar cielo —Pide y no puedo evitar reír.
Le muestro todo lo que preparamos para ella y sin poder evitarlo algunas lágrimas correr por sus mejillas y yo la regaño diciendo que su maquillaje se correrá.
Luego de unas horas la gente comienza a llegar y me sorprendo al ver que llega mucha más gente de lo esperado y mi patio está repleto de personas que no conozco. Según mi madre ella se aventuró en invitar a más personas y bueno no puedo decir nada.
Miro las luces navideñas que colocamos y como ahora está oscuro quedan hermosas, Ethan me dice que vayamos por unos tragos y yo acepto.
—Mira —Dice señalando mi trago—, combina con tu chaqueta.