Capítulo 34.
Camino hacia la cafetería a la cual no iba hace mucho, pero esta vez no solo vengo por el desayuno de mi Jefe si no para hablar con Tobías el amigo de mi hermano. Como está vez no llegue tarde el lugar estaba vacio y poco concurrido. Él me mira con sorpresa pero luego sonríe.
—Raizel Collins, tiempo sin vernos —Dice y asiento.
—Lo siento, ahora voy a una cafetería que me queda más cerca del trabajo.
—Me siento traicionado —Bromea, limpia sus manos con un paño y me mira de reojo—, ¿Qué te trae por aquí, Raizel?
Suelto un largo suspiro.
—En realidad vengo a hablar sobre mi hermano. Quiero saber un poco sobre...
—Él ya no habla conmigo —Dice cortándome y lo miro sorprendida—, así como lo oyes, hace mucho no sé nada de él.
Eso me sorprende ya que aunque Tobías era mayor que Dylan, siempre fueron amigos cercanos.
—Sé sobre "Eso" —Murmuro en voz baja y él me ve confundido.
— ¿Qué es "eso"?
Suelto un largo suspiro, echo un vistazo por sobre mis hombros para ver si alguien me presta atención pero por suerte no hay nadie.
—Sé que Dylan se metió en las drogas, y que las vende.
Él traga saliva.
—Lo siento... yo lo sabía, intente alejarlo de esos chicos pero cuando empezó a interesarle las peleas...
— ¿Peleas?
Eso me dejo totalmente desprevenida, ¿peleas? Eso no lo sabía, mejor dicho Dylan no me contó esa parte.
—Mierda... yo no debía decir eso...
—Vas a contarme todo lo que sabes Tobías.
Él me hace un gesto con la mano para que lo espere. Camina hasta un muchacho y luego de hablar un segundo con él, se acerca sacándose el delantal para luego señalar una mesa alejada de los demás. Nerviosa me siento y él se acomoda en el asiento pero no parece dispuesto a hablar.
—Ahora sí, necesito que me cuentes lo que sabes...
—Raizel esto que voy a contarte lo hago porque me preocupo por Dylan —Asiento, esto me está preocupando—, tu hermano siempre fue muy solitario... ya sabes, él chico de la guitarra con un sueño, el formar parte de una banda, el triunfar siendo músico.
Sonrío, recuerdo cuando mi hermano nos decía todos los días que quería practicar para ser el mejor, lo hacía en casa ya que no teníamos el dinero para que vaya a unas clases particulares. En ese entonces no pasábamos un buen momento, yo trabajaba y estudiaba porque mi padre estaba sin trabajo. Fue un momento difícil.
—Sí, y logro aprender a ejecutarla a la perfección.
Él suelta un suspiro.
—Tú ves eso con ojos distintos que los demás.
— ¿De qué hablas?
—Yo estaba siempre un grado adelante pero aun así podía saber todo... A tu hermano le hacían bullying, por ser un raro que no coqueteaba con chicas y que le gustaba la música.
— ¡¿Qué?! —Exclamo sin poder creerlo, por poco y no salto de mi asiento por la sorpresa—. Pero... mi hermano nunca nos dijo nada...
—Él se lo guardaba, muchas veces lo golpearon... escondía los moretones con maquillaje ¿Puedes creerlo? Se nota que servía porque ninguno de ustedes se dieron cuenta.
En ese momento me sentí la peor hermana del mundo.
—Yo... me siento tan mal...
—Había una chica... las cosas no terminaron bien pero no puedo hablar de eso —Cada vez estoy más sorprendida—. Eso no es todo, él hizo algo... necesitaba aprender a defenderse y se metió con personas que no debía, no me hablaba sobre eso pero lo que sé es que este año empezó a consumir esteroides y meterse en peleas ilegales. Les debe dinero a personas malas Raizel, por eso tiene que vender drogas, para saldar su deuda.
Siento ganas de vomitar.
—Eso no puede ser cierto.
— ¿No te das cuenta de que tu hermano es demasiado grande como para tener diecisiete? Él hizo eso para defenderse pero termino dejándose llevar.
Me llevo las manos al rostro y me siento palidecer, me levanto de golpe y él me imita.
—Debo hablar con él.
—No le digas que yo te dije... es mi amigo aun y no quiero que sienta que lo traicione en todo caso te dije esto para ayudarlo.
Asiento con aire distraído.
—No te preocupes, y gracias por decirme... ahora debo ir a trabajar.
Salgo de la cafetería sintiéndome la peor persona del mundo, me duele el corazón al saber que todo esto ha pasado en frente a mis narices y nunca me había percatado de ello.
Esto es algo grave. Mi hermano fue un juguete para sus compañeros y eso no está bien, jamás pensé que habría gente tan mala como para jugar con mi hermano de esa manera, cuando él solo quería ser un gran músico.
Con el alma en mis pies sigo caminando rumbo a la Empresa, cuando estoy por llegar me percato de que no compré el desayuno para Cayden y lo llamo.
—Osita —Bromea pero yo no estoy de humor y suelto un sollozo—, ¿Rose qué pasa?