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BELLA

 

Diciembre, mes donde la magia sucede

 

 

30 de noviembre 2023

Faltaba poco para navidad y me emocionaba demasiado. Era mi época favorita del año y la que más disfrutaba. Estaba guardando mis cosas para irme a la terminal y pasar una navidad tremendamente increíble, porque sabía que iba a ser la mejor de todas, lo presentía y soy una persona muy perceptiva.

Cerré la Notebook para guardarla en el bolso y ver si al fin tenía una inspiración para un nuevo libro. Y... en esta navidad voy a concentrarme especialmente en eso: en buscar la magia, la inspiración, y el amor que brindan estas fiestas, y todo lo voy a redactar en papel y tinta. Ese es mi propósito para estas fiestas.

Estaba yéndome a La Costa, allá iba a pasar navidad y año nuevo, en una casa que compraron mis tíos hace un montón de tiempo junto a mis viejos, bah, más que una casa, era una mansión, entrábamos todos sin problema, habían como diez habitaciones, —no sé si me estoy quedando corta—, y la verdad es que es muy hermosa.

La compraron así de grande especialmente para estar todos juntos y la mayoría de las fiestas la pasábamos ahí. De todas maneras, hace demasiado tiempo que yo no iba.

Listo; ya terminé de preparar la valija y los bolsos, ahora estaba poniéndome un poco de maquillaje. No quería maquillarme tanto porque el calor iba a hacer que se corriera todo y quería evitar ese tipo de accidentes.

Me iba a quedar hasta el dos de enero, el tres ya pegaba la vuelta a San Isidro.

Mientras me ponía rubor el teléfono empieza a sonar.

—Hola, Bella. —saluda mi mamá apenas atendí su llamado.

—Hola, ma. —respondí y saqué el brillo labial rosado de mi caja de maquillaje, después de poner en alta voz la la llamada.

—¿Ya estás en la terminal?

—No, estoy terminando de preparar un par de cosas y de prepararme para salir.

Ella estaba con papá en La Costa desde fines de octubre, fueron a vacacionar, unas re vacaciones se tomaron porque vuelven junto conmigo. Yo no fui antes porque estaba trabajando. Ellos insisten en que estudie pero mi verdadero sueño es ser una escritora muy famosa y reconocida, amo escribir y me pasaría todo el día en ello: creando historias, amores, chicos perfectos. Eso... Es mi pasión, mi sueño.

—No vamos a ser solamente nosotros este año, Bella. —dice ella con un poco de alegría y cansancio en su voz.

—¿Quién más?—pregunté con el ceño fruncido viéndome en el espejo, apreté mis labios para esparcir un poco más el brillo labial y guardé todo en mi caja para llevarla conmigo.

—Bueno, tus abuelos, y unos amigos de tu tío.

—Ahh—pronuncié vagamente—. Bueno, nos vemos después, mandale saludos a los abuelos y a papá, los amo.

Nos despedimos y corté.

Terminé de acomodar todo, el día anterior había ordenado el cuarto para que me quede todo limpio. Me levanté del escritorio y agarré mis cosas para salir de mi cuarto, entré en la cocina-comedor y agarré las llaves para cerrar e ir a buscar un taxi.

Estuve cinco minutos esperando a que pase alguno. Cuando uno de los millones de taxis que había en capital paró, le indiqué mi destino. Llegué a la terminal y me senté en un banco, faltaban un par de minutos para que el micro llegue, saqué los auriculares del bolso y los conecté al Bluethooth para dejar que suene « Back to December » de Taylor Swift.

Cuando terminó la canción fue cuando llegó el micro, cinco minutos de duración. Que justo.

Estuve unos cinco minutos haciendo fila, subí y me senté en uno de los asientos del medio del lado de la ventanilla, apoyé mi cabeza en el respaldo y cerré los ojos para perderme con la melodía de «Corazón sin Vida» de Aitana y Sebastián Yatra. No sé cuánto tiempo estuve con los ojos cerrados, pero los abrí cuando sentí la presencia de alguien más sentándose al lado mío. Giré mi cabeza hacia ese chico y él me sonríe.

—¿Te molesta que me siente acá?—negué tímida.

Era un chico delgado, de pelo negro y lacio, algo largo, justo debajo de sus orejas, sus ojos grises me parecían preciosos, además, combinaban con su piel blanca y su pelo azabache, y pude ver en su cuello un collar donde el dije era una púa de guitarra, era un chico muy lindo, he de admitir.

Decidí dejar de mirarlo, volver a concentrarme en la música y en descansar para no llegar cansada a mi destino. Llegar y dormir no estaba en mis planes, sino que quería disfrutar.

No me di cuenta pero en cinco minutos, o quizás menos, me quedé dormida.

***

Desperté cuando justo había parado el micro, sentí mi pómulo contra el hombro de mi compañero de asiento, aparté rápido mi cara de él y refregué mis ojos.

—Perdón. —le dije apenada. ¡Que vergüenza!

«Tierra, tragame»

—No pasa nada. Ya llegamos.

Bajó él y atrás suyo salía yo, agarré mi valija y los dos bolsos, el chico me sonrió y se fue para el lado contrario para el que iba yo. Me quedé esperando a que papá llegue por mí, que no fueron más de diez minutos.

Subí y lo abracé, hace mucho que no lo veía. Bueno, un mes, pero para mí fue una eternidad.

—¿Cómo andás, hija?

—Bien, ansiosa porque la navidad llegue, la verdad.—dije mirando al frente mientras él arranca el auto, sonríe.

—Seguís igual que cuando eras chiquita, sé que te lo digo todas las navidades, pero es la verdad. Siempre fuiste fan de esa fecha.—me recuerda con una sonrisa.

—Y lo sigo siendo, es donde la magia sucede. Aunque les parezca una festividad más, para mí no lo es. —dije muy segura de mi opinión. Lo veo sonreír de lado mientras mira al frente.

El viaje fue de veinte minutos aproximadamente, llegamos y abracé a mi mamá, mis abuelos y mis primos. Los tíos habían ido a comprar las cosas para hacer la cena de la noche.




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