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PABLO

 

Cuando estamos juntos no me falta nada...

 

7 de diciembre 2023

Me pasé muchos meses intentando hacer feliz a una chica que no iba a hacerme feliz a mí, la quise y me traicionó, y desde ese momento me prometí que no iba a darle nada a nadie que no lo mereciera, no iba a cometer el mismo error dos veces.

El amor era una pérdida de tiempo para mí, hasta que encontré esos ojos azules y ya no supe cómo negarme a lo que estaba sintiendo.

Bajé las escaleras para buscarla, sí, quizás sea muy pesado, pero desde que peleó con mi mejor amigo la veo rara, él le dijo cosas horribles, Tadeo mismo me lo dijo, y estaba arrepentido, pero lo que ella quería era ayudarlo. Me sentí mal por mentirle pero con el secreto de mi amigo yo no podía hacer nada, no me correspondía a mí decirle.

Bajé las escaleras mirando la hora en el teléfono: cinco de la tarde. Okey, ya tenía hambre y era el horario de la merienda.

En el sillón del living había algo que me llamó la atención, no quería husmear en donde no me correspondía, solamente pasaba por ahí y lo vi. Era un cuaderno, o un diario, no sé. Lo agarré entre mis manos y abrí la primera página, una sonrisa se escapó de mis labios al ver que estaba escrito «Bella» decorado con muchos colores, no me cabía dudas de que era su cuaderno de escritura, aunque sabía que estaba mal, abrí una página al azar y encontré un poema.

> Aprender a dejar ir duele, duele sobre todo cuando fue tu primer amor, duele pensar si no fuiste suficiente, eso te mata. Duele... Duele porque lo diste todo pero no bastó, duele, sí, pero a veces es lo mejor, es preferible que duela al principio, y no que te termine destruyendo por completo, y yo estuve a tiempo.

Escribía hermoso, y pude sentir que ella no estaba bien por algo más que por la pelea que tuvo con Tadeo, estaba mal por una ruptura amorosa, y me destrozaba verla así.

«La conocés hace dos minutos, no podés decir que estás muerto por ella»

Yo no dije eso.

Basta, ya era demasiado, no sé qué es peor, que esté sintiendo algo por una chica que apenas conozco o que discuta con mi propia mente.

Dejé el cuaderno donde estaba y decidí bajar al Playroom a tocar algo para calmar un poco mi ansiedad.

Bajé las escaleras y cuando estaba en el ante último escalón, vi a una de las chicas acostada en el sillón, era Isa.

Parecía estar llorando, o eso me daban a entender sus sollozos—. Perdón, pensé que no había nadie.—si pensaba en lo que debería hacer, sería irme para que ella tenga su momento a solas, pero si hacía lo que de verdad quería, me quedaba para hacerle compañía.

—Está bien, podés quedarte. —responde y aunque intentó disfrazar su voz quebrada, no pudo.

—¿Qué te pasa?—pregunté acercándome, ella se sienta correctamente.

Niega con una sonrisa forzada y con la yema de sus dedos limpiaba sus lágrimas. Me siento al lado suyo, ella evita a toda costa mi mirada y con mi pulgar en su barbilla la obligo a que me mire.

Sus ojos estaban llenos de dolor, un brillo triste, quería quedarme para curar sus heridas y secar sus lágrimas. Ya no estaba seguro de nada, lo único que tenía claro era que quería quedarme a soñar en ellos, quedarme para siempre. El contacto visual duró varios segundos que para mí fueron eternos.

Sin dejar ir sus ojos, le dije—: No estés triste, princesa.—le susurré mientras que con mis dedos pulgares secaba las lágrimas que resbalaban de sus mejillas.

Ella no decía nada, solamente se dejaba llevar.

—Tengo algo que te va a hacer sentir mejor. —besé su frente, y me levanté para agarrar mi guitarra. Me senté en el brazo del sillón, y me mira con su carita empapada. Dios, quería besarla.

Nada, no me falta nada cuando estoy contigo
cuando estamos solos te juro no me falta nada
con tan solo un beso todo el universo se convierte en ti...

Le canté la parte que tenía lista de la canción que estuve intentando hacer desde hace unos días y en ella encontré la inspiración.

—Me falta terminarla pero al menos pude darle música y letra a esa estrofa.—sonríe y yo me encargué de terminar de secar sus lágrimas.

—Gracias.—dice en un susurro de manera sincera. Dejo la guitarra apoyada en la barra y apenas vuelvo a incorporarme, me abraza.

Puso sus manos en mi cuello y me abrazó con fuerza, yo puse las mías en su espalda, y así nos quedamos por varios minutos.

—¿Te parece que puedo llegar a ser una persona que tiene muy poco para dar? Que por no saber querer a alguien o quizás darle poco... Él terminó buscando en otro lado lo que yo no supe darle.—preguntó llorando haciendo que mi corazón duela. Con lentitud acariciaba su espalda. Me separé de ella rompiendo el abrazo y volví a secar sus lágrimas.

«Me parece que no hay nadie como vos y que sos única, la chica más linda de todas, la chica de mis sueños»

Sin embargo, eso no fue lo que dije.

—Me parece que sos una chica muy linda, y que no merecés mendigar amor, nadie lo merece. —puse mis manos en su cara y pasé la yema de mis dedos pulgares por sus mejillas para acariciarla—. Quien te haya dicho que el amor que le diste no fue suficiente, es porque esa persona no te merece.—le dije en un susurro. Ella volvió a abrazarme.

Cuando ya logré que se sintiera mejor, hablamos un poco, pude hacer que riera, le canté un par de canciones más y pasamos el rato.

Después fui a buscar helado que había en el freezer y lo llevé para el Playroom, donde ella me esperaba. Cuando me vio con el pote sonrió y me extendió las manos como una nena chiquita para recibir el helado.




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