BELLA
Cuando el amor llama a tu puerta, lo único que tenés que hacer es permitirle la entrada
7 de diciembre 2023
Me pasé muchos años de mi vida intentando hacer feliz a alguien que no me hacía feliz a mí, pero no me di cuenta hasta que todos mis sueños se rompieron por su falta de amor.
Sé que no debería darle importancia, no debería dolerme como me duele porque él no se merece mi dolor. Lo sé. Ese es mi problema, que siempre fui de dar todo sin esperar nada a cambio, y a él se lo di todo en bandeja de plata sin pedirle nada, y lo único que esperaba era que él me quisiera, que me ame como yo siempre lo soñé, pero se ve que el amor no contaba en nuestro cuento.
Desde que llegué acá lo único que quería era olvidarme de lo que creí que ya tenía superado pero no fue así, sino que ahora que intentó reaparecer en mi vida me doy cuenta de que el dolor sigue, y odio el hecho de que me sigue importando cuando no debería.
Quizás sea muy estúpida, o solamente tenga sentimientos porque no sé dejar ir.
Estaba acostada en el sillón del Playroom con mis lágrimas cayendo de una manera que era imposible de parar, ya perdí la cuenta de cuántos minutos llevaba así, desaparecí del resto del mundo, solamente esperaba que no me encontrasen.
Pero los pasos de alguien bajando hacía ese sitio hicieron que mi soledad sea interrumpida, no supe de quién se trataba hasta que escuche su voz.
—Perdón, pensé que no había nadie. —sequé mis lágrimas y sin levantar le cabeza le respondí:
—Está bien, podés quedarte. —le dije pero mi voz quebrada era imposible de disfrazarla.
—¿Qué te pasa?—pregunta acercándose y me siento correctamente. Negué con una sonrisa mientras con la yema de mis dedos limpiaba mis lágrimas.
Se sienta al lado mío y con su dedo pulgar en mi barbilla me obliga a mirarlo. Sus ojos tenían un brillo que no pude distinguir, era dulce, lleno de comprensión. Ya no estaba segura de nada, solamente estaba segura de que me quería quedar a soñar en ellos, el contacto visual no se rompió por varios segundos que para mí fueron eternos.
—No estés triste, princesa. —me susurra mientra que con su dedo pulgar seca las lágrimas que resbalaban de mis mejillas.
Yo no decía nada, estaba sumergida en la paz que sus ojos me brindaban.
—Tengo algo que te va a hacer sentir mejor. —besa mi frente y se levanta para agarrar la guitarra. Se sienta en el brazo del sillón y lo miro todavía con mi cara empapada.
Su guitarra empieza a crear una melodía muy suave y perfecta, sus dedos viajaban por ella conociendo cada nota a la perfección.
Su voz se hizo notar, creando la melodía más perfecta del mundo.
Nada, no me falta nada cuando estoy contigo
cuando estamos solos te juro no me falta nada
con tan solo un beso todo el universo se convierte en ti...
Termina y me sonríe con la dulzura a la que ya me acostumbré en muy pocos días.
—Me falta terminarla pero al menos pude darle música y letra a esa estrofa. —sonreí y él termina de secar mis lágrimas.
—Gracias. —dije en un susurro de manera sincera. Lo veo dejar la guitarra apoyada en la barra y apenas vuelve a incorporarse, lo abrazo.
Puse mis manos en su cuello y lo abracé con fuerza, él colocó las suyas en mi espalda un poco desconcertado, pero me abrazó, haciéndome sentir segura.
—¿Te parece que puedo llegar a ser una persona que tiene muy poco para dar? Que por no saber querer a alguien o quizás darle poco... Él terminó buscando en otro lado lo que yo no supe darle. —sin poder evitarlo le pregunté llorando en medio del abrazo, él hace que nos separemos y vuelve a encargarse de limpiar mis lágrimas.
—Me parece que sos una chica muy linda, y que no merecés mendigar amor, nadie lo merece. Quien te haya dicho que el amor que le diste no fue suficiente, es porque esa persona no te merece. —dice en un susurro con sus manos en mi cara, mientras limpiaba mis lágrimas.
Sus ojos volvieron a coincidir con los míos y pude sentir paz, esa paz hizo latir a mi corazón sin motivo, pero se volvió loco, no lo dudé y volví a abrazarlo.
Cuando ya estaba mas calmada cambió radicalmente de tema, me levantó el ánimo, hacía comentarios para que yo riera, me cantó un par de canciones más y comimos helado mientras mirábamos una película, la elegí yo, esa fue su condición con tal de que yo deje de estar triste.
Nos tapamos con la manta que él había traído junto al helado y le di play a la peli.
***
Desperté y me encontraba acostada en el sillón con mi cuerpo envuelto en la manta, miré para todos lados y Pablo no estaba, me levanté y salí del Playroom, en el living tampoco había nadie.
La casa estaba llena de personas y nunca había nadie circulando por los pasillos, entré en la cocina y estaba mi abuela Esther, apenas me ve me sonríe. Estaba haciendo galletitas de chips de chocolate.
Me senté en la barra y apoyé mi cabeza en mi puño—. ¿Todo bien con el chico guapo?— pregunta pícara.
—¿Qué?—pregunté enderezándome un poco inquieta.
—Hace un rato entré al Playroom para saber si estabas bien y los vi a los dos dormidos, después el despertó, no me vio, por supuesto, y vi cómo te acostó con mucho cuidado y te tapó con la manta. —sonreí y volví a apoyar mi cabeza en mi mano.
—Sí, es lindo. —respondí con una sonrisa.
—Le gustás, hija. —ne dice muy segura.
—Nos acabamos de conocer abuela, pasamos tiempo juntos para conocer más del otro pero... Nada más.
—Tu mamá me contó lo que pasó con Liam—rodé los ojos, no puedo creer que mamá le haya contado a medio mundo—. Y creo que ya es momento de que mires para adelante, sé que Liam fue tu primer novio, —volví a rodar los ojos pero con una sonrisa mientras la escuchaba—, y no, no me hagas esa cara porque sé que te sigue poniendo mal ese miserable. —reí por el tono que usó mi abuela, era un poco demandante y divertido. Ella era muy buena pero cuando quería podía ser muy loca, pero la amo igual—, y como sé que ese estúpido tiene importancia en tu vida, mandalo a la mierda y concentrate en ver al chico guapo que tenés al lado, y encima, viviendo bajo el mismo techo por todo un mes.