12
BELLA
Sentimientos imposibles de ocultar
La había pasado muy bien hoy con Pablo, sin mencionar que también fue incómodo cuando nos vieron, pero dejando eso fuera, estuvo increíble.
Salí del baño de la habitación mientras terminaba de peinar mi pelo y pude ver a mi mamá sentada en la cama de brazos y piernas cruzadas. Enojada.
—Ma—dije con una sonrisa inocente, como si nada hubiese pasado, sin embargo, ella parecía traspasarme con su mirada.
—Isabella—pronuncia tajante. Cuando decía mi nombre completo es porque no venía nada bueno, dejé el peine en mi mesita de luz y la miré de brazos cruzados un poco nerviosa—. ¿Me podés decir por qué te comportás como una nena? Ya de por sí tengo que venir a llamarte la atención como si lo fueras. —dice levantándose.
—No es para tanto, mamá. —dije bajando mis brazos, pero no tardé en cruzarlos de nuevo.
—Dejaron la cocina hecha un desastre, ¿te diste cuenta? —pregunta como si no me hubiera enterado, asentí irritada.
—Pero después dejamos todo impecable.—me defendí.
Ella suspira y pone sus manos a los costados de mis brazos—. Bella—su voz se había suavizado—, entiendo que te estés enamorando de nuevo pero...—la frené.
—Mamá, no porque esté pasándola bien con un chico significa que haya un interés amoroso, somos amigos.
—De esa manera no mirás a tus amigos.—me remarca.
Me quedé analizándola unos minutos—. Está bien que estén conociéndose, además, vos merecés que alguien te quiera bien, a él lo he visto y nunca vi que Liam o ningún otro te mirara de esa forma.—relajé mi expresión.
—Sí, bueno, es lindo, muy lindo, en realidad. Pero...
—¿Pero?
—No quiero volver a equivocarme. A él no lo conozco, y tengo miedo...
—No tenés que enfrascarte en el pasado. O dejar de querer intentarlo por miedo. Tampoco digo que vayas y se casen mañana mismo—aclara—. Pero sí digo que se conozcan mejor y que si se gustan, que es más que evidente, intenten algo más.
Sé que ella tiene razón, y también sé que él tiene un poco de interés en mí, quizás no esté enamorado, pero es dulce, atento, y sé que se interesa, porque lo siento así cuando estamos juntos.
—Vivimos en lugares totalmente diferentes.
—Pero no en distintas partes del mundo. ¿A cuánto? ¿Una... O dos horas? Tres, quizás. Además, por lo que me dijo María, está viviendo con su otro amigo, y él vive en San Isidro, además, si no fuera así, la distancia es de menos cuando de verdad querés estar con alguien.
—¿Y sí no funciona?
—¿Por qué no funcionaría?
—Ambos tenemos sueños que estamos dispuestos a cumplir. Y yo prometí que no iba a volver a dejar mis sueños por alguien.
—Entonces, pueden ayudar al otro a que los cumpla.
Cuando ella lo decía eran tan sencillo, moví mi boca para un costado mientras me mordía el interior de mi cachete.
Quizás solamente estaba buscando excusas para no decir lo que realmente pasaba.
—¿Él te gusta?
—Demasiado que a veces dudo de que sea real.
Ella sonríe y frota mis brazos que seguían cruzados.
—Bebé, —hace mucho no me decía así, desde que era chiquita, ahí fue cuando me di cuenta de lo mucho que crecí—. Cuando uno siente amor, tiene dos opciones: irse y no afrontar la realidad, pero arrepentirse toda la vida. O... Quedarse y luchar por lo que siente.
Me quedé pensando sus palabras—. Con él quiero que salga bien.—ella me sonríe con dulzura—. Ni siquiera sé en qué momento y cómo decirle lo que siento. —me lamenté.
—Falta poco para navidad. —me recuerda ella, y con eso supe exactamente lo que me quería decir—. Tu fecha favorita del año.
Besa mi frente y sale del cuarto.
En navidad iba a decirle lo que sentía, justo a las doce, a la hora de brindar. Sonreí y me cambié para salir.
Me puse un short negro de jean y una pupera del mismo color con mis zapatillas rosadas. Dejé mi pelo suelto y de maquillaje solamente me puse rímel y labial rojo para que mis labios tengan un poco de color.
Justo cuando agarré mi teléfono lista para salir del cuarto entra Vicky.
—¿Pensabas salir sin mí?—pregunta cruzándose de brazos y enarcando una ceja.
—Iba a salir a comprar unos regalos para navidad. Vamos si querés. —dije despreocupada.
Ambas salimos de la casa sin interrupciones de nadie, estaba llena de gente pero pareciese como que nadie vivía ahí. Era muy raro que en el comedor, el living o la cocina me encontrase a alguien que no fuera mi abuela cocinando, o a mamá y la tía.
—¿Vas a hablar o te vas a hacer la misteriosa?—Pregunta Vicky mientras yo cerraba el portón. La miré con el ceño fruncido indicándole que no entendía ni media palabra—. Que vos hacés cosas y no me contás nada, como si no existiera. —dice de manera dramática, empezamos a caminar pero yo no cambié mi expresión confusa.
—¿Qué cosa hice y no te mencioné?—pregunté, para después añadir—: Aparte, no tengo que contarte cada movimiento que hago por segundo, prima.—le aclaré como si ella no lo supiera. Hace una expresión exagerada demostrando su indignación.
—Pensé que éramos más amigas que primas. —responde todavía indignada. Yo reí.
—Lo somos.
—¿Y entonces?
—¿Entonces qué?
—¿Hay o no, algo entre vos y el bombonazo que está en casa, con abdominales perfectos?—reí y negué como si ella no tuviese remedio.
Enarqué una ceja segundos después al caer en cuenta de lo último que dijo.
—¿Cómo sabés que tiene abdominales perfectos?
—Tranquila, no te pongas celosa. —volví a levantar una ceja—. A Pablo lo conozco desde que nací, es como un miembro de la familia, ¿te pensás que nunca se metió a mi piscina en pleno verano? ¿O que nunca tocó la guitarra o el piano sin remera? Con el calor que hace en el Playroom, ¿en serio?—responde obvia. Tenía un buen punto—. Además, no te pongas celosa, pero he de admitir que está más fuerte que sol en pleno verano.—reí a carcajadas y después negué como si no tuviese remedio. Ni pelos en la lengua tampoco.