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Bella


Amarte por siempre

 

 

26 de diciembre 2023 

El cielo estaba despejado y soleado, Pablo y yo salimos a dar una vuelta por la playa y ahora estábamos esperando a que el atardecer llegue, sentados en una torre de salvavidas. Él me abrazaba por los hombros y yo tenía mi cabeza apoyada en el suyo.

Cuando el atardecer estaba llegando, lo miré y él a mí, y en ese momento, supe que sí era posible enamorarse en muy poco tiempo. Porque eso es lo que nos pasó a nosotros. Me enamoré completamente de él y de sus ojos, de su sonrisa y su voz mientras me cantaba.

Y en ese momento solo deseaba algo: que ese verano nunca termine, y que el atardecer sea eterno.

Hablé con el editor de España y el 10 de enero tengo que estar allá.

Todavía no se lo dije a nadie, pero más me interesaba decírselo a él, ojalá pueda hacerlo antes de año nuevo, pero no sé qué palabras usar. No sé ni siquiera lo que pueda llegar a pasar, pero ahora solo quería que ese momento se congelara por siempre.

Cuando el atardecer terminó y la noche nos alcanzó, nos bajamos de la torre y seguimos caminando descalzos y de la mano por toda la playa.

El mar estaba en calma y sin olas a la vista, el cielo oscuro y con estrellas adornándolo, más la luna, que brillaba para nosotros.

Nos detuvimos frente al mar y soltamos nuestras manos; él acarició mi cara, donde el viento hacía que baile un mechón de pelo, que en ese momento lo puso detrás de mi oreja.

—¿Sabés qué quiero en este momento?—negué con los ojos entrecerrados y una sonrisa. Sus caricias sobre mi piel eran suaves—. Quiero amarte por siempre.

Con su mano acunando mi cara, se acerca hasta mis labios y los besa con delicadeza. Primero el superior y después el inferior. Sus labios acariciaban los míos como si fueran lo más frágil del mundo. Enrollé mis brazos alrededor de su cuello y él abrazó mi cintura. Quería quedarme en ese momento por siempre, habitar en su corazón por mil años, porque sé que podría quererlo por mil años.

La noche se hizo día, amanecer en sus brazos fue lo más lindo del mundo. Sí, nos quedamos a pasar la noche en la playa, dormí abrazada a él, con mi cabeza en su pecho, daba pequeños círculos sobre él con mi dedo índice.

—Buenos días, princesa.—dice con la voz ronca.

Sonreí y levanté la cabeza para mirarlo—. Buenos días.—nos dimos un beso y después nos levantamos del suelo.

Caminamos otro poco por la playa y después empezamos como una mini persecución, corrí mientras reía, y no podía hacer las dos cosas al mismo tiempo, por ende, me terminó agarrando, me tomó por detrás de las rodillas y me cargó en su hombro.

Me causaba mucha risa y estaba perdiendo las fuerzas para seguir con mi ruego de que me baje.

Cuando lo hizo, lo empujé por el pecho y me agarró de la muñeca para atraerme hacia él y besarme.

¿Cómo hago para competir contra eso? Porque se había convertido en mi debilidad.

Llegamos a casa y y fui directo  mi cuarto, cuando entré, los vi a mis padres y a Vicky, mi mamá tenía la computadora en sus manos, me quedé plantada en la puerta, viéndolos a uno por uno, los tres me miraron y mi mamá dejó el ordenador en mi cama, sin molestarse en cerrar la tapa.

—¿Qué hacen con mi computadora?—pregunté llegando hacia mi cama y tomándola entre mis manos. Estaban con el pdf que había hecho de mi historia.

—Ellos entraron y tomaron la compu, estaba prendida así que se pusieron a leer, después llegué yo y tuve que contarles lo que hacías.—me confiesa mi prima.

Le dijo sobre España y la asesino.

—Hija, esto es increíble.—me dice mi mamá señalando mi portátil.

—Ella me llamó en cuanto leyó un par de páginas, le dije que no te iba a gustar que estuviera entre tus cosas y...

—Y tuviste razón, papá, no me gusta para nada.

En vez de pelear, sé que tenía que decirles, pero odiaba que se metan en mis cosas, siento que invaden mi privacidad.

—Los dejo.—se escapa Vicky, pero antes de irse, me susurra—. Deciles.

Tragué hondo cuando ella cerró la puerta del cuarto y me senté en la cama con la computadora en mis piernas, cerré su tapa y empecé a tamborilear mis dedos en ella, estaba nerviosa.

—¿Hay algo más?—pregunta mi papá, ambos se sientan dejándome en medio de ellos. Asentí.

—¿Es preocupante?—negué para calmar a mi mamá que estaba empezando a ponerse nerviosa.

—Yo...  lo que pasó es increíble—dije con una sonrisa mientras miraba mis dedos—; algo que me puede cambiar la vida para siempre.

—¡Hablá que me pongo nerviosa!—me grita ella.

—Me mandaron mensaje desde una editorial de España y quieren publicar mi libro desde allá.—después de soltar la bomba respiré más calmada, no había respirado al momento de decirlo.

Ellos dos me miran detenidamente por unos largos segundos, que para mí se hicieron horas.

—¿No van a decir nada?—volví a hablar cuando noté que ya habían tardado mucho en responderme.

—Estoy... Estamos asimilándolo.—responde mi mamá, y mi papá se limita a asentir—. Es...

—... Muy shockeante...

—... Pero, sin embargo...

—... Es increíble...

—... Fabuloso...

—... ¿España?

—... Una locura.

¿Alguien me puede responder por qué decían dos palabras cada uno? ¿Por qué se turnaban para hablar? Los miré extrañada.

—¿Eso quiere decir...?

—¡Felicidades, hija!—responder al unísono y me abrazan.

Fue un poco rara la reacción de ellos, pero me alegra que pueda contar con su apoyo.

Faltaba lo más importante: decirle a Pablo.

 

 

«Cuando te vi sentí como las estrellas
brillaban de una manera más especial,
fue como escribir una nueva canción
y vos eras la poesía»




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