PABLO
Una bofetada de realidad
30 de diciembre 2023
No entendía qué pasaba con Isa, todo iba bien entre nosotros pero ella estaba rara, triste, cada vez que me besaba lo hacía con culpa, y no sabía por qué, quizás estaba mal porque el año ya terminaba y teníamos que volver, pero yo ya lo decidí, iba a quedarme con ella, le voy a preguntar a Pedro si puedo quedarme a vivir con él, le pagaría el alquiler, lo que sea, pero no quiero que nos alejemos. Lo decidí y mañana a las doce le voy a preguntar si quiere ser mi novia, no quiero esperar más y tampoco quiero que estemos en secreto, quiero que todos sepan que la amo, porque la amo con todo mi corazón.
—Ya está, la canción quedó terminada y ya podés dedicársela a tu amorcito.— se burla Tadeo y yo le tiro un poco de arena haciendo que él ría más.
—No te rías, ya te vas a enamorar y me vas a entender a mí. —le avisé y asiente mientras ríe.
Llegamos a la playa hace media hora para ver si podía ayudarme a terminar una canción que hice para Isa. Una vez en ese mismo lugar le había cantado una estrofa pero no estaba terminada.
Decidí cantarla una vez más para asegurarme de que era perfecta, afiné la guitara y mis dedos se dejaron llevar por las cuerdas.
Sabes te quiero confesar que te encuentro irresistible,
no dejo de pensar que haría lo imposible
por quedarme cerca de ti...
Terminé de probar la segunda parte de la canción, —era la que me faltaba— y volvimos a la casa.
—¿Vos estás seguro de que... vamos a cumplir nuestros sueños? Juntos, como siempre quisimos, los tres. —me pregunta mi amigo, dudoso.
—Gordo, no hay sueño difícil de alcanzar, si querés, podés venirte a vivir con Pedro y conmigo. —él asiente, pensativo—. Hace mucho estuvo pensando en esto: vamos, abrimos un bar, con escenario, buena bebida y sobre todo, buena música. —reímos los dos al señalarnos como si fuera bastante obvio.
—Me gusta la idea, quizás podamos cumplirl0, así la gente nos conoce.
Asiento justo cuando llegamos a la casa.
Entramos y escuchamos a las chicas hablando bajo, desearía no haber escuchado lo que escuché ese día, fue cuando tuve un golpe de realidad, dándome cuenta de que lo nuestro no fue más que un amor de verano.
—¿Hablaste con Manuel?— le pregunta Vicky en un susurro, fruncí el ceño y miré a mi amigo.
¿Manuel?
—Sí, estoy con un poco de miedo y ansias pero... voy a ir. Lo decidí.
—Tenés que ir. —dice Vicky más fuerte y firme, Isa la calla.
En ese momento Tadeo habló para que ellas noten nuestra presencia.
—¿A dónde te vas primita?— ambas se giraron y pude ver nervios en ellas, no entendía bien a dónde se iba o qué tenía que hacer. Ni mucho menos entendía quién era Manuel.
Isa la miró a su prima con ojos acusadores y se acercaron.
—¿No les dijeron que está mal escuchar atrás de las paredes?—se ataja Vicky mientras se cruza de brazos. Isa suspira y se acerca más a mí.
—¿Podemos hablar?—yo asentí y ella me dio la mano para guiarme por las escaleras. Entramos en su cuarto pero ella no decía nada.
Nos quedamos viéndonos a los ojos y ella lo único que hizo fue abrazarme por el abdomen, se sentía tan chiquita a comparación de mí, puse mis brazos en su cuello y mi barbilla en su cabeza, se sentía tan bien, pero a la vez, sentía que estaba todo mal. La separé y la miré a los ojos.
—Tengo algo que decirte. —me confesó.
La miré a los ojos con mis manos acunando su cara, le di a entender que ahí estaba para ella y para escucharla sin necesidad de decirle ni una sola palabra.
—Hay...—empezó e hizo una pausa muy chiquita—. Hay un editor que me mandó diciéndome que quería publicar mi libro en físico. Es una gran oportunidad, y le dije que sí. —sonreí y besé su frente.
—Te felicito. —dije dándole un beso corto y un abrazo. Me sentía muy feliz por ella, pero cuando dijo lo siguiente, mi sonrisa se desvaneció:
—Pero... es en España. —su voz se había quebrado. Saqué mis manos de su cara.
—Osea que te vas. —afirmé sin sacar mis ojos de los suyos.
—Es por un tiempo nada más. La empresa se encarga de pagar todo, pero... solamente me pagan un pasaje, voy sola. —eso último lo dijo con la voz más baja.
Estaba tan mal que solamente le hice una pregunta:
—¿Y nosotros? —necesitaba que me responda, si no fue nada para ella o si simplemente fui algo pasajero. Era ahora o nunca.
—No sé. —sin embargo, esa fue su respuesta. Su voz estaba quebrada y se había vuelto un susurro.
—¿Cuándo te vas?
—El 10 de enero. El dos vuelvo a mi casa y me preparó todo lo necesario para el viaje.
—¿Cuánto tiempo te vas?
—No sé, Pablo. —levantó un poco más la voz, irritada por todo esto, sus lágrimas empezaron a salir.
—Necesito pensar, nos... nos vemos después. —dije saliendo de su cuarto.
Me mataba dejarla así, sola, pero necesitaba estar solo, pensar. Ahí me di cuenta que ella era mi debilidad y que me iba a doler el día en que ella se vaya. Pero no quiero que deje sus sueños, en ese momento tengo que pensar para los dos. A ella le hace bien seguir sus sueños, irse a Europa y que lance todos los libros que quiera, pero a mí no me hace bien esperarla, con el corazón en las mano no puedo esperarla, porque ni siquiera sé si va a volver, tengo que seguir con mi vida, pensar en mí, abrir el bar con mis amigos y que la gente conozca mi música y las grupales también.
No voy a atascarme.
Entré en mi cuarto, me llevé las manos a la nuca y las froté en mi pelo.
—Hey, —entra mi amigo sorprendido—Vicky me contó, ¿Bella...? —pregunta casi en un susurro por la sorpresa. Se sienta en el borde de la cama mientras yo estaba con mi espalda en la pared.