Volver a Diciembre

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BELLA

 

Volver a diciembre

 

2 de enero 2024

La terminal estaba llena de gente, hacía calor, y algo dentro de mí quería correr hacia Pablo y decirle que lo amo, pero él no fue a despedirse, solamente mis tíos y Vicky, los demás ya los había despedido en la casa. Menos a él, que saludó por pura cortesía, pero a mí solamente me dio un beso en el cachete y nada más, como si fuéramos unos desconocidos.

Subimos al micro y yo me dispuse a mirar por la ventanilla, me senté sola mientras mis padres estaban adelante mío.

Me puse los auriculares y «Cruel Summer» de Taylor Swift empezó a sonar. Cuando ya arrancamos rumbo a casa cerré los ojos.

Desde el primer día que lo vi supe que iba a ser difícil olvidarme de él, al menos una parte de mí lo sabía. Era un completo desconocido que me preguntó con una sonrisa si podía sentarse conmigo, por inercia miré el lado vacío, y sí, sin conocerlo, supe que lo iba a querer, en el momento en que vi sus ojos conectando con los míos.

Todos mis sentidos perdieron la razón con solo una mirada, con solo un beso de su boca, y es que si de mí dependiera, me bajaría del micro e iría a decirle mil cosas, de esas que solamente se pueden decir a besos. Mil cosas, que lo amo era la principal de ellas.

Quiero muchas cosas, y es que no puedo pensar con claridad, pero lo cierto es que no puedo aguantar el deseo de amarlo de todas las maneras en que se puede amar a una persona.

Todavía con mis ojos cerrados, una lágrima silenciosa se resbaló por mi cachete.

Los días pasaron, y ya me tocaba empezar a prepararme todo para ir a España, estaba contenta, ya me sentía mejor, esto de verdad me entusiasmaba y no quería echarlo a perder.

Más de veinte veces tuve el amague de llamar a Pablo en lo que va de la semana, pero fui cobarde. Le mandé a Vicky, mejor dicho, la volví loca preguntándole por él, pero ella no quería estar en el medio, resignada tuve que aceptar sus condiciones. Lo único que me había dicho es que él ya se volvió a La Plata, pero nada más, después era una tumba.

Quisiera retroceder el tiempo y volver a diciembre, volver a los atardeceres bonitos, nuestros momentos juntos en la playa, esa tarde donde me dijo que lo único que quería era amarme por siempre, nuestro primer beso...

Cada momento que pasamos juntos se presentaron en mi cabeza, desde que me preguntó si se podía sentar conmigo en el micro, hasta nuestro adiós aquel día en la playa.

El tiempo pasó tan rápido y volver a diciembre se me hace imposible, a veces desearía quedarme en el pasado, donde estábamos los dos, donde no teníamos que preocuparnos porque enero llegue.

***

10 de enero 2024

El día llegó, me miré en el espejo y toqué mi pecho, en donde tenía el collar que él me había regalo, sonreí con melancolía y carraspeé mi garganta. Estaba lista, tenía que irme al aeropuerto y empezar con todo lo que siempre quise, mi sueño, y creo que por fin se estaba haciendo realidad.

Iba vestida con unas medias cancán negras, una pollera y un top del mismo color, acompañada con una chaqueta de jean corta. Me había puesto unas zapatillas Converse con plataformas de color blanca y negra, mi pelo suelto y maquillaje natural: rímel y brillo labial transparente.

Sí, ya sé, mucho negro, lo único que cortaba el color era la chaqueta que traía puesta, pero no estaba de ánimos para usar colores vivos. Sepan entender.

«Basta Bella, prometiste ser positiva, no dejes que los malos pensamientos y sentimientos tristes se apoderen de vos, por lo menos no hoy»

Me dije a mí misma, no quería que mis padres sospechen siquiera que no estaba del todo bien.

Llegamos al aeropuerto y yo llevaba una valija, mamá un bolso y papá la otra valija. Miré para todos lados y me giré para ver a mis padres. Les sonreí con labios apretados y los abracé provocando que llore, al igual que mamá.

Al girarme y verlos, tengo que reconocer, que mi última esperanza fue que él llegase corriendo a despedirse de mí. Pero nunca llegó.

—Cuidate tesoro. —dice ella con tristeza.

—Estamos para cualquier cosa, solamente tenés que levantar el teléfono, ¿sí?—asentí a las palabras de papá mientras él besaba mi frente y mamá me llenaba de besos en el cachete.

—Los amo.

—Y nosotros. —responden al unísono.

Cuando anunciaron mi vuelo supe que tenía que irme, les di un último abrazo y subí las escaleras electrónicas.

Una vez arriba del avión, me puse mis auriculares dejando que suene «Más» de Aitana y Cali & el Dandee.

«¿Cómo pretendo no echarte de menos si te amé de más?»

Esa era una de las frases que más me gustaba de la canción, y cuánta razón tenía.

No sabía que en tan poco tiempo era posible amar tanto a una persona, amarla hasta el punto de necesitarla tanto como el aire para respirar. Ahí entendí el significado del amor a primera vista, el que no sabía que existía, el que por él sentí.

No sé cuánto tiempo estuve con los ojos cerrados, pero sí me di cuenta de que me había dormido, cuando desperté, vi mi celular y eran las cinco de la tarde, y bueno, creo que llegaba a eso de las ocho de la noche.

La persona con la que hablé, el día anterior me había mandado el nombre del hotel que tenía pago, lo busqué por Internet y era bastante caro, hermoso, pero caro. Obvio que no me quejaba, ¿quién lo haría? Pero sí no podía creer el hecho de que estaba yendo yo a un hotel de esos y ¡a España!

En el viaje estuve un rato hablando con Vicky, me volvió loca preguntando a qué hora llegaba, literal, lo hacía cada cinco minutos, hasta que gracias a una obra divina, dejó de insistir, sabiendo que no porque ella me pregunte cada cinco minutos, no iba a llegar más rápido.




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