Volver a Diciembre

19

PABLO

 

Ella es mi sueño

 

10 de enero 2024

Ya había vuelto a La Plata, hace dos días me había tomado el micro de regreso, tenía una mezcla de emociones dentro mío que no podía pensar con claridad. Cuando estuve ahí arriba, se me revolvió todo, cómo empezó esta historia, yo la había visto en la fila para subir al colectivo, ella tan bonita, tan... perfecta, cuando estábamos arriba yo me acerqué un poco nervioso, ahora lo admito, y le pregunté si podía sentarme con ella, ella con esa sonrisa tímida y sus ojos preciosos me lo permitió.

Otro recuerdo que me vino a la mente fue cuando Isa me abrió la puerta y me la cerró en la cara, me acuerdo que me había dolido la nariz todo el día, pero al no querer que se sintiera culpable, no dije nada.

Ayer había decidido irme a San Isidro, a la casa de Pedro, él había aceptado que vivamos los tres juntos y Tadeo llegaba en unos días, los tres decidimos ponernos un bar y así también hacer propaganda de nuestra banda. Había llegado hace un par de horas y estaba cansado, pero no quería dormir.

—Gordo, ¿por qué no dormís un rato?—dice mi amigo ofreciéndome un mate, lo acepté, yo estaba sentado en la mesa viendo el maldito teléfono, desde que ella se fue que estaba viendo la pantalla como un estúpido, todo el maldito día.

—No, Pedro, estoy bien, solamente quiero...

—...Que ella te llame. —completa mi oración con fastidio, sí, estaba cansado de que se lo dijera, pero otra cosa no podía hacer.

Me quedé callado y agaché la cabeza hacía mi celular de nuevo.

—¿Te doy un dato, amigo?—levanté la cabeza para mirarlo—. No te va a llamar solamente porque tengas la mirada fija en el teléfono. —hice a un lado el aparato y moví los labios para un costado.

—¿Sabés en dónde vive?— esa pregunta era estúpida porque él no la conocía.

—Lo único que sé es que vive en San Isidro.

Rodé los ojos—. Vale, ¿Y algo que no sepa podrías decirme?—pregunté irónico.

Sonríe—. Esto te va a sorprender, pero sí sé algo que vos no. —enderecé la cabeza y lo miré esperando una respuesta—, pero Vicky me mata si te digo. —cambió de opinión.

—Decime. —le pedí más a modo de orden.

Se quedó callado dudando un momento y después sin más remedio, soltó la lengua—. Bueno, ella... Ya. Ahora, está yéndose al aeropuerto, en este instante, su avión sale en media hora. —me confiesa dudoso.

Ahí supe muchas cosas, que no la podía dejar ir, era la principal de ellas. Por lo menos no sin siquiera despedirme.

Le pedí a Pedro que me llevase al aeropuerto y para mi sorpresa, accedió, nos subimos al auto y empezamos a andar, de vez en cuando lo apuraba para que vaya más rápido, hasta que, como si la suerte me jugara en contra, el auto deja de funcionar.

—¡¿Qué pasa?!— pregunté desesperado.

—¡No arranca, se paró! —dice él de igual manera.

Miré la hora y faltaban quince minutos para que el avión despegara y quizás no verla más.

Pedro salió a revisarlo y yo me bajé también—. ¡Mierda, no me puede estar pasando esto a mí! —grité al aire, frustrado.

—Tranquilo, vamos a llegar.

Intenta tranquilizarme, pero en ese momento, supe que no me quedaba de otra.

—¡Hey! ¡¿Qué hacés?!— lo escuché que me gritaba mientras yo salía corriendo a todo lo que mis piernas me daban. Eran veinte cuadras las que tenía que correr pero no me importó, supe en ese momento, que este iba a ser mi último acto de amor, porque la amo, la amo tanto que no puedo dejar que se vaya sin despedirme de ella, no puedo permitir que se vaya, que me deje, que deje un corazón vacío y sin sueños por los cuales luchar, porque ella es mi sueño, es lo más real que pude haber tenido, quedaban diez minutos para que su vuelo salga por lo que aumenté mi velocidad, cuando llegué, entré al aeropuerto y seguí corriendo hasta que vi a sus padres a lo lejos, seguí corriendo y ellos me fruncieron el ceño.

—¿Pablo?— pregunta Fabián apenas me acerqué a ellos, pone una de sus manos en mi hombro mientras intento recuperarme.

—¿Bella... Bella dó... dónde está, Bella?— pregunté todavía sin voz.

—Oh, Pabli, —empieza su madre con una sonrisa melancólica—, Bella acaba de subir al avión y está por despegar. —me quedé sin parpadear unos minutos, viéndola fijo y no dije más.

Empecé a correr escaleras arriba para ver si podía frenar el avión antes de que despegue, me enfrenté a guardias, de los cuales no me quedó de otra que escaparme, sí, una locura, pero una locura que estaba dispuesto a cometer, por ella, simplemente... por ella.

Pero como siempre, llegué tarde, apenas salí al parque de despegue, el avión estaba despegando.

Me tiré de rodillas al suelo y me pasé las manos por la nuca. En ese momento aparecieron oficiales y me sacaron de ahí esposado, mi vista volvió a encontrarse con la de los padres de Bella, estaban viéndome con preocupación.

—Yo me ocupo, gracias oficial, y... disculpe. —dice Fabián y me liberan mientras ambos policías asienten con la cabeza. Que vergüenza que el señor Ordóñez haya tenido que interceder para que no me lleven a detención. Pero en ese momento no tenía cabeza para agradecerle, lo único que me rondaba en la cabeza era el hecho de que la había perdido.

Nos sentamos en un banco del aeropuerto, yo entremedio de ambos adultos, Romina me frotaba la palma de su mano sobre la espalda en señal de apoyo.

—Tranquilo, Pablo, ella va a volver, se fue un tiempo, quizás se quede uno o dos meses, cinco como mucho, no creo que lo haga por más tiempo. —intenta hacerme sentir mejor.

—Sí, tranquilo, lo que no entiendo...¿Hay algo entre ustedes?—pregunta Fabián un poco desconcertado.

—Mi amor, date cuenta de que se vino corriendo solamente para verla, ¿te pensás de que no hay algo?— responde su mujer de manera obvia.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.