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21

Bella

Un nuevo comienzo

 

Llegué al departamento, dejé las llaves en el recibidor de entrada, la valija a un lado, me saqué los zapatos y me senté en el sillón a lamentarme.

Ya era tarde, lo perdí y creo que tengo que resignarme.

Miré la hora en mi teléfono y eran las nueve de la noche. Fui descalza hasta mi cuarto y decidí darme una ducha para salir a caminar un rato. Una vez salí del baño, me sequé el pelo con la toalla y me puse ropa limpia. Una pupera negra con gargantilla, un short negro con unas medias panty del mismo color, unas zapatillas negras con plataforma y una chaqueta de jean color clarita. Agarré mi bolso y salí del departamento.

Empecé a caminar por las calles oscuras de Madrid, viendo a la gente pasear, como si no importara nada, estaban riendo, charlando con amigos, y yo estaba sola, triste, y sin nadie, en una ciudad, un país, un continente, todo nuevo.

Entré a un bar y me compré una botella de tequila y seguí caminando mientras la abría, después de dos cuadras me senté en el cordón de la calle. Me bajé media botella en quince minutos, ¿eso era sinónimo de que estaba para la mierda?

—Nunca pensé que volvería a verte. Y menos en Madrid.—giré mi cabeza con lentitud hasta aquella voz y lo vi, cuando quise darme cuenta de su presencia, él ya estaba sentado a mi lado.

—¿Andrés?—sonríe y me saca la botella de las manos para darle un sorbo.

Andy era compañero mío de la escuela, nos habíamos hecho amigos, y él era el mejor amigo de Liam. Mi ex.

—Hola, Bella.—me dice con una sonrisa de lado.

Después de unos segundos, terminé sonriéndole yo también.

—Hola, Andy.

Como dije, Andy y yo nos hicimos amigos en la secundaria, él era el mejor amigo de Liam, mi ex, pero aunque fuimos amigos, no éramos muy cercanos, nos llevábamos muy bien y hablábamos constantemente, pero cuando nos egresamos del colegio dejamos de hablar.

—Después de terminar la escuela, ¿Duraron mucho con Liam? —fruncí los labios y negué.

—Casi dos años y medios. —él asiente.

—¿Te puedo confesar algo? —dice y toma un sorbo de la botella, hace una mueca y me la pasa. Asentí y tomé un trago mientras miraba  al frente —. Siempre estuve enamorado de vos —lo miro —, ¿y sabés por qué me peleé con Liam? —negué un poco aturdida por lo primero que me había dicho —. Él sabía que yo estaba enamorado de vos. —abrí los ojos como plato.

Dos días después de que Liam le dijera a sus amigos que estábamos juntos, me acuerdo que ellos dos se habían peleado, pero después se amigaron, y en el último año volvieron a pelearse, pero nosotros seguimos siendo amigos a pesar de eso, y yo nunca me había enterado el motivo de la pelea.

—¿Y por qué nunca me lo dijiste?—me giré hacia él.

Se encoge de hombros y me mira—. No sé, no se dio.—fue su respuesta. Y me reí. No sé por qué, pero me reí, él me siguió. Estaba tentada, ni siquiera sabía por qué me reía.

Cuando mi risa y la suya cesaron, apoyé mi cabeza en su hombro.

—Te pido perdón.

—¿Por qué?—pregunta extrañado, yo seguía con mi cabeza en su hombro.

—Porque aunque hayan pasado un par de años, te lastimé, y te juro que si en su momento lo hubiera sabido, nunca te hubiese lastimado.

—Ya pasó.—dice recostando su cabeza sobre la mía. Y ahí lo entendí, supe que tenía que empezar de cero, tener un nuevo comienzo, si el lugar era España, no lo sabía, pero donde sea, tengo que salir adelante, y acá tengo muchas oportunidades.

Después de esa noche con Andy, seguimos viéndonos; al principio fueron las tardes, alguna que otra vez nos juntábamos para desayunar, y cuando quisimos acordar, ya nos veíamos en las noches, se quedaba en mi departamento, amanecíamos juntos, me preguntaba cómo había dormido, me besaba la frente cada vez que tenía que ir a trabajar.

Él trabajaba en la editorial, lo habían trasladado donde yo trabajaba, y él empezó a editar mis libros.

Después de tanto tiempo sin vernos, él me dijo que nunca había dejado de pensar en mí, y a mí él también me gusta, nos hicimos novios, a los tres meses de relación nos fuimos a vivir juntos, se mudó a mi departamento, y pasábamos las tardes en el trabajo, o cuando nos tocaba quedarnos en casa, se basaban en mirar películas, en invierno mientras tomábamos chocolate caliente al estilo americano—aprendí a hacerlo—, y en verano mientras comíamos un pote de helado entre los dos.

Andy era ese tipo de chico que te morís por tener en tu vida; atento, amoroso, cariñoso, ese al cual te pasás toda una vida buscando, pero muy pocas chicas logran encontrar. Y yo lo había encontrado hace mucho tiempo, y no me había dado cuenta.

No sé en qué estaba pensando cuando decidí salir con Liam y no con él. Son completamente diferentes, Andy es mucho más honesto, bueno, dulce.

Ya llevábamos tres años de relación, y en este tiempo, reconozco que en algunas ocasiones pensaba en Pablo. Mi primer año en España, todos esos meses, miré su perfil cada noche antes de irme a dormir. Un año donde cada que entraba a su chat y lo veía en línea, quise escribirle, pero al darme cuenta de que ya era tarde, la cobardía me ganaba. Los otros dos años estuve con Andy y él me ayudaba poco a poco a salir de ese círculo donde la angustia de querer saber cómo está, todo eso, Andy iba curándolo poco a poco.

 




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