Bella
Reencuentro
20 de agosto 2028
Terminé de preparar mis valijas y me senté en el sillón con el teléfono a esperar a Andy.
Íbamos a volver a Buenos Aires, después de cuatro años, él seis en Madrid, pensamos que sería bueno que volvamos, al menos un tiempo. Estaba luchando contra la tentación de decirle a mi prima, pero quería que sea sorpresa.
Cuando él llegó, terminó con sus cosas y después nos fuimos al aeropuerto.
No fue fácil que Manuel lo dejara hacer este viaje, pero Andy va a seguir trabajando desde casa, y sin mencionar que yo tengo que terminar la historia que empecé hace cuatro años.
Me senté en el asiento a esperar a que anunciaran nuestro vuelo, y apoyé mi cabeza en su hombro.
—Ya quiero estar allá. —dijo besando mi cabeza.
Como ya dije, él no estaba en Buenos Aires desde hace seis años.
—Te amo, mi amor. —dice apoyando su cabeza sobre la mía.
Sonreí y nos quedamos sentados ahí hasta que anunciaron nuestro vuelo.
Fueron casi doce horas de viaje, al bajar del avión, respirar el viento frío de Buenos Aires, todo me hacía sentirme en casa.
—¿Te quedás con las valijas? Voy a comprar cafés.—asentí, él besa mi pómulo y se va. Agarré el teléfono para ver si tenía algún mensaje, Vicky, mi prima me estaba mandando miles, y aunque estaba en línea no le contesté, quería darle la sorpresa una vez termine de instalarme en el departamento. Mientras revisaba los otros mensajes, escucho el grito emocionado de una chica, por inercia levanté la cabeza, y lo pude sentir, sentí mi corazón paralizarse, mi mundo descomponerse. Pablo la abraza fuerte, ella venía de viaje, y él estaba recibiéndola, la chica estaba de espaldas, pero a él lo vi perfecto, pero él no me vio a mí, y eso lo agradecí. Volví a la realidad, cuando mi novio me trajo el café.
—Amor, ¿estás bien?—asentí.
No puedo creerlo, me quedé anonadada, todo el viaje al departamento lo pasé en silencio, lo único que hacía era responder cuando Andy me preguntaba si estaba bien, y no podía hacer otra cosa que mentirle.
—Sí.—asentí con una sonrisa y entrelacé mis dedos con los suyos.
Cuando llegamos al departamento que habíamos alquilado por Internet, dejamos las valijas en la pieza y empezamos a mirar el lugar, era de mañana, habíamos comido algo en el avión, más el café en el aeropuerto, y no teníamos hambre.
Andy se me acerca y rodea mi cintura con sus brazos, me da un beso corto y sonreímos.
—¿Que tal si nos relajamos un poco?—dice entre besos en mi cuello. Enredé mis brazos en el suyo y reí por las cosquillas que me hacía.
Fui caminando hacia atrás y caímos en la cama.
***
Salí de bañarme y mi novio seguía durmiendo, sonreí al verlo así, destruido y durmiendo como un bebé. Mientras me secaba el pelo con la toalla después de cambiarme con ropa abrigada, me quedé viéndolo, y pensaba, pensaba en Pablo, juro que no era mi intención, pero pensé en él después de verlo en el aeropuerto, pensé que estando acá... tan cerca de él, y pensaba en cómo será cuando coincidamos, porque sé que va a ser así, no voy a poder ignorarlo por siempre.
Le escribí en un papel a Andy para cuando despierte, diciéndole que iba a visitar a mi prima. Agarré el bolso y salí de casa.
En mi mente solo existía lo que viví hoy al bajarme del avión, se me removió todo.
Cuando llegué a mi antigua casa, toqué timbre, la voz de mi prima se escuchó al otro lado y sonreí cuando ella abrió la puerta. Vicky me miró sin pestañear por unos segundos demasiados largos.
—Venga, ¿no vas a darme un abrazo?—abrí mis brazos y ella se acercó emocionada, cuando se había quedado sin reaccionar me asusté pensando que me iba a cerrar la puerta en la cara, pero antes me iba a golpear por aparecerme sin avisarle antes.
—¿Cuándo llegaste?—pregunta cuando empezamos a caminar.
Dijo que tenía que ir a trabajar así que no podía hacerme pasar. Nos fuimos hasta su trabajo caminando, por lo que intuí, no debía de ser muy lejos.
—Hace unas horas, fui hasta el departamento y recién me levanté, estaba agotada.
—¿Por qué gastás al pedo? Te podrías haber quedado conmigo.—pregunta indignada.
Ella no sabía nada de mi relación de tres años.
—Se lo sugerí a Andy, pero él quería que tengamos nuestro espacio.—se para en seco y me mira anonadada.
—¿Andy?—enarca una ceja. Asentí con los labios apretados y una sonrisa. Ella estaba examinándome con los brazos cruzados.
Empecé a caminar ignorando su mirada afilada, la conozco y sé que está enojada porque no se lo mencioné.
—¿Cómo es que no me dijiste que tenías novio?—fruncí los hombros.
—Era una de mis sorpresas para con vos.—le respondí con una sonrisa inocente.
Cuando llegamos a nuestro destino, la que se para en seco y queda anonadada soy yo. Estábamos frente a una pastelería preciosa, por fuera, y a través de los vidrios se notaba que por dentro era todavía más bella.
La miré de repente—. ¿Qué pasó con abogacía?
Ella frunce los hombros y entramos—. Hice medio año, me di cuenta de que era aburrido y dos meses después, supe que me apasionaba la pastelería y repostería, y mis padres me dieron la idea de que podía tener mi propia tienda de pasteles.
Estaba sorprendida y muy orgullosa por su logro. Porque lo que hizo en este local, era increíble. Y muy lindo.
—¿Todo lo hacés vos?—pregunté señalando en general.
Asiente—. Hay algunas cosas que la abuela me ayuda, porque de ella aprendí y aprendo cada vez un poquito más. Pero las cosas que hice yo, lo aprendí de ella. Y la verdad es que estoy orgullosa con el resultado.—y tenía todas las razones para estar orgullosa, era increíble, y el aroma que hay ni bien entrás, es espectacular.