Bella
Me mata que hagas eso
En quince días dejábamos atrás al invierno para que la primavera llegase, ya no se sentía tanto el frío, era más llevadero. Llegué a la cocina descalza y con la pijama, más un saco de dormir que me llegaba a los tobillos. Como siempre, estaba Andy preparando el desayuno: tostadas hechas con pan lactal, queso crema y mermelada de frutos rojos, y mate. Este último ambos lo habíamos echado de menos.
—¿Sabés? El otro día en el bar después de ir al baño, me encontré con Valentina—asentí mientras tomaba un sorbo del mate para después morder mi tostada—. Y nos invitó a su boda el 25 de octubre.—al escuchar eso me ahogué con la tostada a medio comer. Él suspira—. Sé que no querés ir, y por eso no te lo comenté ni bien me lo dijo, pero quería que lo supieras.
—Todo bien, Andy, me ahogué porque no me esperaba que dijeras eso, es todo. Pero quiero que sepas que si vos querés asistir, lo hacemos y listo.—puse mi mano sobre la suya indicándole que haríamos como él quiera. Sin embargo, niega.
—No, Bella, sé que todavía te duele—me removí incómoda—, y no te voy a someter a esa tortura, pero quiero que sepas que te voy a ayudar a que salgas de ese dolor.—acaricié su cachete y él besó mi mano.
—Te luciste en el desayuno—dije cambiando de tema—, como siempre.—sonríe.
—Me alegra que te guste.—sonreí mordiéndome el labio y desayunamos en silencio, y cada tanto nos mirábamos.
Terminamos nuestro desayunos a las diez de la mañana, estaba juntando las cosas de la mesa cuando me llega un mensaje.
«Sé que estás con alguien más, pero no puedo sacarte de mi cabeza, y aunque te respondí tarde, no podía dejar de escribirte este mensaje. ¿Te parece si nos vemos hoy en el bar a las doce cuando cierre?»
Me mordí el labio y le respondí.
«Bueno, te veo ahí»
Dejé el teléfono en la mesa y seguí ordenando un poco el departamento.
No podía dejar de pensar en como serían las cosas si nunca me hubiese ido, o si hubiésemos seguido con nuestra relación a la distancia. ¿Hubiéramos tenido futuro? Muchas veces me hice esa pregunta pero nunca pude respondérmela. Me duele mucho no haberlo intentado.
A las diez de la noche me metí a bañar, estoy media hora bajo el agua, pensando, y pensando. Tardé tanto que Andy me tocó la puerta dos veces. Al salir, él estaba preparando la cena. Una toalla rodeaba mi cuerpo desnudo, me puse frente al espejo de cuerpo completo y me miré. ¿Qué se supone que tengo que ponerme para un encuentro con mi ex? Bueno, “ex” no, pero como no sé de qué otra forma llamarlo, decidí decirle así.
Tampoco quería esforzarme mucho en el outfit porque tengo que ponerle una excusa a Andy y no sé qué decirle.
«La verdad, chiquita» me reta mi subconsciente.
Pero... si le digo la verdad temo por cómo pueda llegar a reaccionar, no de mala manera, sino que... no quiero lastimarlo. Justo a él no.
Al final opté por ponerme un jean negro, una remera ajustada de color rojo vino y una chaqueta negra con una bufanda del mismo color. Mi pelo lo sequé y dejé suelto, en los pies me puse unos borsegors con taco de color verde militar.
Salí del cuarto y lo vi poniendo la mesa.
Me mira detenidamente—. ¿A dónde vas, amor?—sonreí y me acerqué, besé sus labios y decidí serle honesta. No tenía por qué mentirle.
—Voy a salir a dar una vuelta y después, voy a ir a hablar con Pablo—no pone ninguna expresión rara, simplemente me mira—, pero te juro que solamente voy a hablar con él, bah, él quiere hablar conmigo, y después vuelvo.
Acaricia mi cara y corre mi pelo—. Bella, no estás secuestrada, podés hacer lo que vos quieras, andá, resolvé lo que tengas que resolver, y después volvé que te voy a preparar ese café que se nos hizo costumbre en la madrugada.—me dice con una sonrisa. Me acerqué y volví a besarlo.
—Sos todo lo que está bien en esta vida.—lo abracé y en medio del abrazo besa mi sien.
Cenamos los dos juntos como siempre, uno enfrente del otro, pero esta vez fue diferente, reímos y charlamos toda la cena, tomamos vino y nos mirábamos con amor, porque yo lo amaba, ¿cómo no hacerlo? Si él es una increíble persona, el hombre ideal para muchas chicas, y miles se morirían por estar con él.
Después de nuestra velada lavé los platos mientras él los secaba y guardaba, hicimos un trabajo en conjunto. Limpié la mesa y cuando fui a agarrar la escoba para barrera, me la saca de las manos dejándome desconcertada.
—Andá, mi amor, son las once y media, yo termino acá.—me lo quedé mirando mientras me debatía si irme a hablar con Pablo, o quedarme y no dejarlo solo.
—No, dejá que yo termino de barrer y después me voy, él puede esperar.—cuando intenté agarrar la escoba me esquiva.
—Sé que lo que tienen que hablar es importante, por eso te digo que no llegues tarde, si no te ve ahí a la hora que acordaron se va a ir.—lo miré con inquietud—. Dale, que se te va a hacer tarde, tené cuidado que si te pasa algo me muero.—besa mi frente y sigue con lo que estaba.
Me mordí el labio, agarré mi teléfono y salí de ahí.
Empecé a caminar con la preocupación emanando por todo mi cuerpo. Me siento la peor persona del mundo, no merezco al hombre que tengo al lado mío, es tan lindo y tierno, tan comprensivo y sé que le duele, aunque él me demuestra que todo está bien, sé que no lo está. Pero sobre todo, me siento la peor persona del mundo por estar con él mientras pienso en alguien más. Eso me genera una angustia inmensa que se oprime en mi pecho y no me deja respirar, por lo menos sé que lo voy a sentir así hasta que corte el problema de raíz.
Y eso pienso hacer ahora. Quiero dejarle en claro a Pablo que no pienso dejar una relación de tres años por estar confundida, quiero dejar de sentir lo que siento por él, quiero que se aleje, y yo poder alejarme de una vez, y eso es lo que pretendo hacer desde ahora, porque es lo que debió de pasar desde el primer día.