Pablo
Somos dos extraños, con recuerdos en común
El viaje a La Costa estuvo bien; nos la pasamos hablando de cosas sin sentido en todo el viaje, escuchamos música, cantaron a todo pulmón. No me incluyo porque aunque estaba alegre, seguía con preocupación. No paré de pensar en ella, en que volveríamos a donde todo comenzó. Era una locura, y aunque ya pasaron cuatro años, todavía no me puedo creer todo lo que pasó entre nosotros.
Cuando llegamos nos recibieron con los brazos abiertos. Estaba contento de volver, tenía que ir a visitar a mis padres y estaba pensando en hacerlo mañana.
Isa y Vicky llegaron dos horas después.
En el almuerzo todo fue normal, estuve yo con mis amigos y Valen, y los adultos por otro lado, pero cuando la vi a ella apartada y sola, no pude evitar ir tras ella. Aunque sé que diciendo lo que pienso solamente aumento más la confusión, no puedo evitarlo. Y no encontré mejor momento que este para reprocharle.
Maldita sea.
—No puedo creer que me mirás y ya no te pasa nada.—mientras le hablaba no podía evitar mirar sus labios. Extrañaba sus besos con locura.
Y sé que a ella le molesta que haga eso, lo sé porque se altera cada vez que lo hago. Pero ni pienso en hacerlo, ya que me sale tan natural como el respirar.
—Claro que me pasa, Pablo, pero tenemos que olvidarnos, porque nos hacemos mal.
Y sé que tiene razón, nos lastimamos. Jamás pensé que el simple hecho de pensar en alguien podía causarme tanto sufrimiento. Acostarme en la cama con alguien más, que ella me abrace y que duerma sintiéndose protegida, mientras el muy imbécil de su novio, está pensando en alguien más. Eso es jodido, y no me siento orgulloso de hacerle esto a Valen, por supuesto que no, yo la quiero, le tengo cariño, pero no el suficiente como para compartir mi vida con ella.
Después de hablar con ella volví al grupo donde estaban los chicos, mi prometida me mira y supe que no tardaría en preguntar.
—¿Qué pasó esta vez?—negué todavía con mi mirada en la otra chica.
—Nada, estábamos hablando.
—Ya sé que estaban hablando, pero quiero saber si vas a ignorarme todo el fin de semana por ella, porque si va a ser así, me largo y listo.—la miré y no me quedó otra que resignarme y negar.
—Perdoname, amor.—besé su frente.
Después de almorzar, ya todo estaba empezando a salirse de control. Cada tanto la estaba viendo a Bella y ya había perdido la cuenta de cuántas copas de vino se tomó. Quizás no es una bebida muy fuerte pero ella no está acostumbrada a tomar tanto.
—Se está saliendo de control.—dice Pedro acercándose a ella y Vicky.
Romina le había pedido a su sobrina y a Peter que la llevaran al cuarto.
—¿Qué pasó entre ustedes?—pregunta mi amigo Tadeo susurrándome para que mi novia no escuche.
Lo miré—. Nada, solamente hablamos.
—Ya sé, los vi. Y no pretendo ofenderte, amigo, pero son dos estúpidos.
Me palmea el hombro y se va.
—¿Me acompañás al baño?—pregunta Valen después de unos minutos.
Era la excusa perfecta para poder acercarme y preguntarle a mi amigo qué era lo que pasaba. Subimos las escaleras y la esperé en la puerta del baño un minuto y medio. Y de puntitas de pie me acerqué al cuarto de Bella, toqué y Pedro me abrió.
Me hace una señal de que no haga ruido.
Vicky y Bella estaban en el baño, con mi amigo nos acercamos para escuchar. Aunque no estaba bien.
—No digas eso, gorda.—la escuché decir a Vick—. Solo es el proceso. No va a ser así toda la vida, simplemente tenés que seguir.
—¿Cómo se sigue cuando tenés un amor en el pecho que te ahoga y no podés respirar?—tragué hondo y sentí poco a poco el nudo en mi garganta.
—No lo sé.—responde mi amiga—. Supongo que es un proceso.
—Estoy harta de este proceso.—no lo evité y puse mi mano en la puerta, ya no sabía qué hacer para sentirme cerca de ella, mi amigo me presiona el hombro—. ¿Sabés por qué me fui?—necesitaba escucharlo, aunque me doliera, y aunque no estuviese bien.
—Porque era tu sueño.
—Sí, era mi sueño, pero me fui, porque pensé que lo que sentía por Pablo iba a morir con ese verano de hace cuatro años, me fui, porque cuando estuve en mi relación con Liam, me privé de muchas cosas, y me había prometido que nunca más iba a quedarme estancada sin luchar por lo que de verdad quería. Que nunca más iba a dejar mis sueños por un hombre... Pero si hubiese sabido esto, jamás me hubiese ido.—apreté mis ojos con fuerza para no llorar, porque es lo que tenía ganas de hacer en este momento, y ella siguió—. Si hubiese sabido que él era mi nuevo sueño, jamás lo hubiera dejado ir.
Puse mi frente en la puerta del baño y me dejé estar unos segundos.
—Amigo, te dejo unos minutos, a solas.—no respondí, pero lo sentí irse.
Me separé de la puerta del baño cuando escuché que estaba por abrirse.
Veo a Vicky y ella a mí. Aprieta los labios intentando hacer una sonrisa.
—¿Qué pasa, Pablo?—pregunta un poco cansada.
—¿Cómo está?—pregunté rascando mi nuca, estaba nervioso.
—Para la mierda. Todo esto es una mierda.—señala todo en general, pero aun así no entendí bien por qué me decía eso. Suspira y se pasa la mano por la cara—. Pablo, esto no la ayuda, a ninguno de los dos. Es mi prima y la amo, y no me gusta verla así, y por ahí ella no debió volver, pero vos también hacés las cosas un poco más difícil.
—¿Yo hago las cosas difíciles?—pregunté un poco harto e indignado mientras me señalaba.
—Perdón, Pablo, no es culpa tuya. Sino que ya no sé qué hacer, o qué decirle para que deje de sufrir, porque lo hace. Sufre.
Asentí—. ¿Y te pensás que yo no?—asiente.
—Claro que sufrís...—suspira, la conozco y ya no sabía qué decirme.
—¿Me das unos minutos con ella? Solamente ocupate de Val, por fa.—asiente y me palmea el pecho para después irse.