Volver a Diciembre

32

Bella

Sé que lo nuestro no puede ser, pero no puedo parar de imaginarnos...

 

Llegué a casa y dejé la valija al lado del recibidor, me saqué los zapatos y me senté en el sillón, estaba cansada, dejé el celular a mi lado mientras no paraba de recibir mensajes. En eso era buena, en desaparecer.

No sabía que hacer, agarré un libro y me puse a leer, en esto también era buena y es que a veces hay que inyectarse un poco de fantasía para no morir de realidad. Porque mi realidad me estaba matando. Mientras leía, mi celular suena marcando una llamada entrante de Andy, suspiré, puse el separador de texto en el libro y le atendí.

—¿Cómo le va a la más linda del reino?

Sonreí por como me atendió—. Acá ando, leyendo en casa para matar el rato.

—¿En tu casa de La Costa?

—No, en nuestro departamento, llegué hace una hora y media.—subí los pies al sillón y apoyé mi espalda en el brazo de este.

—Pensé que volvías mañana.

—No, es que quería estar acá para cuando volvieras.

—Mi amor...—dice nervioso, pude imaginármelo rascándose la nuca, es lo que hacía cuando estaba inquieto—. Tengo para una semana más, recién llego el sábado que viene.—asentí como si pudiese verme.

—Está bien, no pasa nada, te espero.

—Te amo.—se queda callado esperando una respuesta.

—Yo también, mi amor.—corté, dejé el celular a mi lado y suspiré tirando mi cabeza para atrás.

Tiré mi pelo para atrás y decidí acostarme para poder descansar un rato.

«No voy a poder olvidarte, por lo menos no en esta vida»

Me removí en el sillón mientras los recuerdos de la noche anterior estaban en mi mente. Sus besos por toda mi piel, amándome como si  fuese la maravilla más linda del mundo, sus ojos me miraban con demasiada ternura y amor, mucho amor.

Abrí los ojos y empecé a hiperventilar, cuando logré recuperarme, volví a cerrar los ojos y me quedé dormida.

***

Desperté y ya era de noche, pero no desperté por el horario, sino por el timbre sonando como loco. Fruncí el ceño y fui hasta la puerta.

Al abrir me quedé helada al ver a Pablo del otro lado del umbral, entreabrí la boca pero solamente eran balbuceos los que me salían.

—Habíamos dicho que nos íbamos a quedar en este cuento durante el fin de semana, y todavía el domingo no terminó.—cruza la puerta y me besa.

Me quedé petrificada, mi frente se frunció por la sorpresa pero le seguí el beso. Cerró la puerta detrás suyo y yo caminaba de espaldas, en ningún momento nos separamos. Yo lo abrazaba rodeando su cuello y caemos al sillón, no estoy muy segura de cuándo llegamos a ese lugar. Él estaba sobre mí.

Besa mi cuello, acaricia mi cintura. Sus besos son mojados y cargados de ternura.

«Me enamoré por la forma en que me mirás»

Empecé a hacer caricias en su pecho en forma de círculo, sonreí al darme cuenta de que esto no era un sueño, era real. Y lo tenía solo para mí, aunque sean unos minutos. Ya era de noche y supe que tenía que irse.

—Sé que va a doler cuando volvamos a separarnos, y no sé por qué sigo insistiendo en venir a vos.—sonreí con tristeza.

—Me encantaría despertar todos los días así con vos, pero no me siento capaz de dejarlo a Andy, sería muy cruel de mi parte, pero también sé que es cruel dejarte a vos.—lo miré, besa mi frente y suspira.

—Sé que es difícil, y aunque sé que no debería, me conformo solamente con tenerte un ratito.—le doy un beso y vuelvo a abrazarlo.

—Pablo, ¿cómo se hace para no lastimar a nadie? Vos estás mal por esta situación, y Andy sabe que todavía no te olvidé. Haga lo que haga, a alguien le toca sufrir.

—Lo sé, y eso es una mierda.—besa mi frente mientras acaricia mi pelo.

Me incorporé un poco y lo miré, él sonríe con esos preciosos ojos grises que me llenan de vida.

—Que me perdone el tiempo por querer detenerlo cuando estamos juntos.—al escucharlo decir eso sonreí, fue la sonrisa más verdadera del mundo, y que nadie supo provocarla, solamente él—. No te miento, Isa, porque es verte y sentir tantas cosas, cosas imposibles de explicar, e imposible de sentir con alguien más.

Y un día, me di cuenta que él era a quien yo amaba, que no quería perderlo, pero tampoco podía pedirle que se quede.

¿Cómo no iba a enamorarme de él? Si lleva la poesía en los labios, y siempre sabe cómo sacarme una sonrisa.

Ya eran las diez de la noche, hicimos unas pizzas, amasamos los dos juntos mientras escuchábamos música. En ese momento estaba sonando «Bailando Bachata» de Chayanne. Me tiende su mano y me acerca a él para bailar.
Era muy mala bailando, y más ese género, por lo que lo único que pude hacer en ese momento fue seguirlo de una manera muy torpe, lo que provocó su risa.

Somos como la copa y el vino
tú y yo vamos juntos desde que nos vimos

En un movimiento rápido, me agarré de su nuca y él me inclinó mientras sostenía mi cintura, suelta una de sus manos y la lleva a mi nuca para sostenerme la cabeza, y en ese momento, me besó. Para estar más cómoda enredé mis brazos en su cuello y le seguí el beso sin protestar. Vuelve a incorporarme y nos abrazamos mientras seguíamos moviéndonos, pero esta vez con más lentitud.

Si me preguntan a mí, podría quedar en este momento para siempre.

Después de comer supimos que el cuento había terminado, se fue porque ya eran las doce y media de la noche y tenía que ir a ver a Valentina.

Al final, el Hada Madrina nos permitió media hora más de sueño, y después nos devolvió a nuestra vida real. Y lo cierto es que él tenía que casarse con Valentina. No sé si soy más cobarde por amarlo en secreto, o por no poder serle honesta a Andy. Por tener miedo a lastimarlo, y él había sido tan bueno conmigo, no quiero hacerlo sufrir, por eso nos dimos solamente este fin de semana para poder estar juntos. Y nada más. Fin del cuento.




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