Volver a Diciembre

35

Bella

Finalmente me dormí hablándome de ti

 

Hace diez minutos que estábamos sentados uno al lado del otro, nerviosos. Ninguno de los dos decía nada, simplemente mirábamos el suelo, a cualquier lado que no sea el otro. Hace veinte minutos había llegado, los vi, y ahora no sabía qué hacer. Con Vicky no planeamos esa parte, porque para ella era fácil sospechar, hacerme la cabeza y provocar que yo dude, y ahora no estaba acá.

«Porque esto es algo que tenés que resolver vos sola, nadie más»

Mi subconsciente tenía razón, y no la podía odiar por eso.

—Perdón, Bella, yo...—me mira por fin.

—¿Por qué no me lo dijiste?—le corté. Él vuelve a agachar la cabeza mientras yo lo miraba.

—No lo sé, es nuevo, nunca me sentí... así. Tampoco quería lastimarte, hacerte perder el tiempo.—puse mi mano en su hombro y vuelve a mirarme.

—Sí me duele lo que pasó, pero más me duele que no hayas confiado en mí.

—Perdón por hacer que pierdas la oportunidad de estar con Pablo, sé que eso es lo que más te duele.—suspiré.

—¿Por eso lo hiciste? Sabías que a mí me costaba olvidar a Pablo, y...

—Por un lado no me sentía culpable porque sabía que vos estabas con él.—lo miré sin poder decir nada ya que su confesión me había tomado por sorpresa—. Por eso me negué anoche cuando me preguntaste si quería salir con ustedes, porque sabía que estaba sobrando.—en ese momento me sentí mal, porque hice todo mal, no supe manejar las cosas, ni mi relación con Andy, ni lo que sentía por Pablo. Nada.

—Andy...

—Y está bien, Bella. Yo te adoro, viví mucho tiempo enamorado de vos, y cuando por fin se dio lo que por años deseé, no eras para mí, porque otro era perfecto para vos, y sí, creo que me gusta tu primo, y es raro que lo diga porque nunca me lo imaginé, pero sí.—sonreí.

—No tenés culpa de lo que sentís, ni de lo que pasó. Creéme, lo sé más que nadie, y te pido perdón porque aunque terminemos de buena manera, y que nos quedemos como amigos, no tuve derecho a engañarte. Y de eso sí me arrepiento.—besé su cachete.

—¿Me perdonás?—pregunta una vez que me puse de pie, volví a él y sonreí.

—Solamente si vos me perdonás a mí.—sonríe, asiente y se pone de pie. Nos abrazamos y en medio del abrazo me da un beso en la sien.

***

25 de octubre

Estaba terminando de empacar mis cosas, lo había decido y lo mejor va a ser que vuelva a España, Andy habló con Manuel y le dijo que iba a quedarse más tiempo, pero que yo volvía. Cerré la valija y me giré para el lado de la puerta y lo vi a Andy apoyado en el marco con los brazos cruzados. Sonreímos.

—¿Estás segura?—asentí—. Si te arrepentís sabés que yo voy a seguir acá por si querés volver. No sé si es raro, pero te podés quedar acá.

Sonreí—No es raro si ninguno se siente incómodo. Pero no sé si voy a volver, Andy, estoy segura que si me quedo me voy a arrepentir.

Hoy era el casamiento de Pablo y no iba a soportar estar en la misma ciudad, ni mismo país. Por lo que  creo que va a ser mejor que me vaya, para huir también soy buena.

Le di un abrazo a Andy y después salimos de la casa, él me iba a llevar al aeropuerto junto con mis primos. El único que no venía además de Pablo era Peter ya que alguien se tenía que quedar a hacerle compañía.

Ninguno habló en todo el viaje al aeropuerto, pasamos a buscar a los chicos y después seguimos nuestro camino.

—Prima, ¿estás segura de lo que estás haciendo?—asentí.

—Bella, ¿no te vas a arrepentir?—negué a la pregunta de mi primo.

—Está mal que huyas.—sigue mi ex.

Lo miré y después a los chicos que estaban en el asiento trasero.

—No estoy huyendo, chicos, ¿okey?—dije un poco alterada—. No tienen que convencerme de nada porque esta vez no voy a quedarme, no voy a volver, por lo menos no durante un tiempo. Así que, espero que respeten mi decisión, por favor.—sentí la mano de Vicky en mi hombro.

Llegamos y empezamos a caminar, faltaban quince minutos para que pueda subir al avión y ya quería irme. Cada minuto que pasaba acá era un minuto en el que corría el riesgo de acobardarme y querer quedarme. Un teléfono suena y supe que era el de Tadeo cuando lo sacó de su bolsillo.

—Bella, quedate unos minutos más con nosotros.—me dice cuando después de saludarlos empecé a irme.

—Necesito estar unos minutos sola antes de subir al avión.

—Solo un poco.—me hace cara de perrito.

Agh, odio cuando me hacen cara tierna porque siempre termino cediendo y olvidándome de lo que de verdad tenía que hacer.

—Bien.—dije rodando los ojos.

Ya habían pasado diez minutos y empezaban a anunciar mi vuelo, volví a despedirme y antes de alejarme de mi primo me agarró de la mano.

—Tadeo, por favor, no quiero perder el vuelo.

Pegué el tirón para que me soltara y agarré la valija, les di la espalda a los tres hasta que escuché mi nombre.

—Isa, no te vayas.—me quedé estática en mi lugar y me di la vuelta segundos después, estaban Pablo y Peter, cuando vi al primero estaba con el traje de su boda y todo desaliñado, me parece que vino corriendo por lo agitado que se veía.

Solté la maleta y me acerqué.

—¿Qué hacés acá? Tenés que estar casándote.—él acorta nuestra distancia y acaricia mi cara mientras corre mi pelo.

—Se supone que sí, pero no podía hacerlo si la mujer de mi vida no estaba conmigo.—Alcé las cejas con sorpresa pero volví a normalizarlas enseguida.

—No...

—No me voy a casar si no es con vos, sos con la única que acepto subirme a un altar.—acaricia el borde de mis labios con su dedo pulgar—. Isa, si te vas voy a ser solo un extranjero en mi propio país, me va a tocar llenar cada rincón de mi ser con mentiras y falsas promesas.—entreabrí mis labios con la idea de responderle, pero al ver que me quedaba sin palabras junta sus labios con los míos.




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