Volver a Diciembre

Epílogo

25 de diciembre

 

Los pétalos rosas decoraban el camino hacia el altar, los amigos, familiares, incluso estaba Manuel, mi jefe, se vino de España para poder asistir a mi boda. Todo era perfecto. Mágico. Porque así era la navidad, traía magia, amor, unión, y una boda esperada y deseaba desde hace mucho tiempo.

Y pensar que hace dos meses estaba volviendo a Madrid con el corazón roto, hasta que el amor de mi vida fue a buscarme al aeropuerto y un fin de semana después, me pidió casamiento en esta misma playa, en la que me estaba por casar.

No tenemos que esperar un amor de cuento de hadas, porque nosotros podemos hacer nuestra versión. Nuestro propio cuento de hadas, y nosotros podemos decidir quien forma parte de él.

Estaba caminando hacia el altar y hacia mi novio, mientras iba del brazo con mi papá, cuando llegamos, me da un beso en la frente y extiende mi mano para que Pablo la tome.

—Cuidala, porque te estás llevando a mi piedra preciosa.—Pablo asiente con una sonrisa y emocionado, pude ver sus ojos llorosos, y antes de ponerme a su lado abrazo a mi papá con fuerza, quien intento contra toda su voluntad para no llorar, pero le fue imposible.

Le di la mano a Pablo y me puse a su lado.

 El Notario estaba diciendo un par de palabras hasta que llegó el momento de dar nuestros votos, primero fue Pablo. Agarró el papel que Peter le sostenía y el micrófono.

—Bueno, estoy un poco nervioso.—todos ríen, mira el papel que tenía en mano—. Quién iba a pensar que nuestra historia iba a empezar con un simple «¿Me puedo sentar acá?» en el micro. Era un 30 de noviembre, y yo venía de una relación pésima que no me daban ganas de estar con nadie más después de ahí, y Pedro insistía en que antes de terminar el año yo iba a estar enamorado de alguien, como si tuviese la bola de cristal, y fue solo cuestión de minutos, literal, diez minutos de su casa a la terminal para que en la fila del micro llegue a verla a ella, no me importaban las veinte personas que estaban en la fila esperando por subir, porque solo la vi a ella, entre tantas personas en aquella fila, estabas vos.—sonríe y mira a los invitados—. Pedro me codeaba burlón diciendo: «y todavía no llegamos a diciembre»—todos reímos, me mira cuando dice lo siguiente, ya que no estaba leyendo en ese momento—. Y cuando subí, habían otros asientos disponibles, pero me arriesgué y te pregunté si podía sentarme con vos. Y en ese momento supe que habían dos posibilidades: que me digas que sí. O que me saques cagando diciendo que puedo sentarme en otro lado.—volvemos a reír, y yo negué mientras lo miraba con una sonrisa—. Afortunadamente dijo que sí. —sus amigos le decían cosas alentadoras—. Cuando nos separamos al llegar, no dejé de pensar en ella ni un solo instante, hasta que el destino nos volvió a cruzar, ¿y qué creen? Lo primero que conseguí fue un beso con la puerta, me hubiese gustado que fuera un beso de ella, pero el destino tuvo otros planes—volvimos a reír, y yo me tapé la cara avergonzada—. Mi amor,—me mira y yo a él—. Quiero llegar de una vez por todas al punto—sonríe nervioso y se rasca la nuca—. En un día como hoy hace cuatro años, fue nuestro primer beso, y después de eso vivimos muchas cosas más: en esta playa vimos el atardecer, nos besamos, nos abrazamos, nos dijimos te amo, y también nos dijimos adiós. Pero pese a eso, nunca dejé de amarte, Isa, porque entendí que no importa si estás a cientos de kilómetros, vos sos la persona que más amo, amé y amaré en toda mi vida, porque vos sos mi presente, mi futuro y lo mejor que me pudo haber pasado. Y te juro que no voy a quedarme atrás, te voy a apoyar en todo, siempre voy a recordarte que sos mi princesa, la que gobierna mi corazón, este estúpido corazón que solamente late si vos estás cerca. Te amo, preciosa, hoy, mañana, y siempre.

Lloré, lloré de la emoción, del amor que le tenía, y lloré penando en que después de tantas vueltas, enredos y dudas, estamos acá, uniéndonos para toda la vida.

Cuando estiró su mano para darme el micrófono, no lo pude evitar y tiré de él para besarlo, el Notario intentó impedirlo pero ya era tarde. Una vez que nos separamos Vicky me da el papel y lo desdoblo.

—Hace mucho que yo estaba sin inspiración para escribir, hasta que lo encontré a él, con sus ojos grises, su pelo oscuro, su sonrisa encantadora, al principio lo negaba, Vicky está de testigo—la señalé y ella asiente mientras rueda los ojos por la irritación de aquel momento, sonreí—. Lo negaba porque para mí era imposible enamorarse en tan poco tiempo, pero Pablo me enseñó que cuando se ama no importa el tiempo, lo que importa es no perderlo, y yo lo perdí.—lo miré al amor de mi vida—. Perdí cuatro años. Cuatro años que no paré de preguntarme lo que hubiese pasado si me hubiera quedado, miré tu perfil todas las noches por un año, pensando en lo cobarde que me veía al no escribirte, pensaba que ya era tarde, pero no, nunca es tarde cuando amás de verdad, nunca es tarde para decir lo que sentís, para amar. Nunca es tarde para volver a ese instante, a esa locura, a esos besos, a esas caricias que te estremecen la piel, nunca es tarde para volver a diciembre, para volver al atardecer en el que nos prometimos amarnos siempre, y acá estamos, uniendo nuestras vidas, nuestros corazones, y no hay nada que me haga más feliz que ser tu mujer. Porque te amo, Pablo, amo cuando cantás con esa pasión, ese amor. Te amo porque sos vos, tan auténtico, tan real, el dueño de mis sueños. Y te amo porque me hacés sentir hermosa, amada y especial. Te amo hoy, mañana, la semana que viene, y el resto de mi vida. Gracias por enseñarme que para amar no necesito tocarte, ni abrazarte, o besarte, para amar hay que sentirlo, porque se puede amar sin tocar ni ser tocado, solamente con tenerte en mi corazón. Te amo, y gracias por existir y estar a mi lado. Porque por vos me levanto todos los días, porque sé que te voy a volver ver, por vos iría al infinito y más allá. Y te amo, de acá a la luna,—sonreí mientras lo miraba y ladeé la cabeza antes de terminar—: a pasito de tortuga.




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