Volver a empezar. #2

Capítulo 2.

Capítulo 2.

 

Cumplir veintiséis no me hace sentir mejor.

En todo caso me siento vieja, y eso es lo que todos mis hermanos me recuerdan este día. He recibido muchos regalos, más de lo que me podía imaginar, de parte de mi familia, amigos y alumnas.

En realidad cada uno de ellos fue importante para mí.

Pero todavía no consigo lo que quiero, una estrella. Alguien a quien representar, en serio creía que Dylan me llamaría pero ha pasado demasiado tiempo y no he sabido nada de él.

En realidad creo que me estoy deprimiendo por esto, no tienen idea de la cantidad de personas que he visto, de todas las edades siendo franca, pero nadie tiene esa chispa que estoy buscando.

No hice una fiesta ni nada parecido, en realidad me la pase estudiando porque tengo exámenes que se avecinan, y como siempre he sido una excelente alumna he comenzado a estudiar desde antes. Entro a mi casa exhausta por el día de hoy.

Apenas entro escucho las risitas de mis padres y ruedo los ojos.

— ¡Ya llegué! —Exclamo colocando mi bolso en el sofá, tiro mis llaves junto a la mesita y voy hasta la cocina donde encuentro a mis padres—, hola, espero que consientan a la cumpleañera hoy.

Mi papá se acerca para abrazarme y jalarme hasta los taburetes de la mesa.

— ¿Cómo la pasaste hoy princesa? —Pregunta. Soy consentida de papá y aunque a Katherine le moleste sé que él me mima más.

Sonrío.

—Genial, tengo el auto repleto de regalos.

Mi mamá se acerca para besar mi frente y luego los labios de mi papá.

—Me alegra escuchar eso —Señala una sartén—, estoy preparando un salteado de pollo ya que te gusta mucho.

Se me hace agua a la boca con solo pensarlo, mis tripas gruñen de hambre y el olor no ayuda mucho, estoy hambrienta. El pecho de mi papá vibra por la carcajada que suelta.

—Parece que tienes hambre ¿eh?

—Lamentablemente nadie pensó en regalarme comida hoy —Bromeo.

— ¿Qué se siente cumplir veintiséis? —Pregunta mi mamá sentándose en nuestro frente, apoya los codos sobre la mesa y me mira con sus ojos azules.

Me encojo de hombros.

—Se siente igual, creo que estoy madurando mucho para la edad que tengo.

—Siempre fuiste muy madura, princesa.

Es verdad, no era de esas niñas que la encontrabas jugando con muñecas o hablando con chicos, no. Yo más bien me relajaba con algún libro, siempre la mejor en la clase y la que se adelantaba en todo.

—Esther… —Dice mi madre de repente muy seria—, Thiago llamó hoy.

Eso es como una patada directo al estómago, mi padre se tensa al instante.

Trago saliva e intento con todas mis fuerzas lucir desinteresada.

— ¿Ah sí? ¿Qué quería?

Ella suelta un suspiro.

—Hablar contigo, como siempre —Frunzo los labios—, o tal vez desearte un feliz cumpleaños.

—No sé porque no le cortaste en la cara…

—Adam —Lo regaña mi madre—, creo que deberías hablar con él.

Niego con la cabeza, de repente mi buen humor se esfuma y unas terribles ganas de llorar me inundan.

—Yo… no quiero hablar con él.

Mi madre me mira con tristeza pero intento evitar su mirada.

— ¿Ya está la comida? —Pregunto cambiando de tema—, mi estómago realmente necesita alimento.

Y así el tema termina, pero cuando voy a mi cuarto no puedo evitar llorar, mi corazón todavía no ha sanado y en realidad no sé si algún día lo hará.

 

(***)

 

Cayden me dijo que Raizel por fin despertó, me puse contenta al instante y nada más al salir de la Universidad fui directamente al Hospital. Ella tuvo un accidente y bueno después de horas por fin despertó.

Al llegar subo por las escaleras ya que me parece una buena actividad física y a mí me gusta estar sana, además de que no quiero ganar mucho peso como bailarina debo cuidarme. Cuando estoy por llegar a la habitación escucho como dos voces se levantan de más. Intentó entender pero luego las voces terminan. Me siento en uno de los bancos esperando que quien sea salga del cuarto de mi cuñada.

Su madre se acerca, o bueno creo que lo es debido a la similitud que tiene con Raizel.

—Hola muchacha, soy la Señora Collins —Saluda ella sentándose al lado mío—. ¿Vienes a ver a Raizel?

Asiento con la cabeza sonriéndole.

—Mucho gusto, soy Esther Harrison hermana del nov...

— ¡De Cayden! —Exclama sin dejarme terminar.

—Exacto...

—Ya me parecías familiar, eres igual de guapa que tu hermano.

Me sonrojo un poco agachando la mirada.

—Gracias, ¿cómo se encuentra Raizel?

—Mejor, estoy tan feliz de que allá despertado sana y salva.

—Me alegra oír eso.

Su celular comienza a sonar y me mira con pena.

—Disculpa, debo atender está llamada.

—No hay problema Señora Collins.




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