Capítulo 12.
Dylan mantiene sus labios presionados contra los míos, él tiene los ojos cerrados mientras yo los tengo abiertos a más no poder.
Antes de siquiera poder empujarlo, o devolverle el beso él se aleja guiñándome.
¡El muy sinvergüenza me guiño!
Tengo la boca abierta y él está de lo más normal, camina hasta dónde está mi bolso y saca la botella de agua que se ve en el bolsillo para tomarla. Sus labios están en mi botella, y hace unos segundos estuvieron sobre mis labios.
Dylan levanta sus cejas esperando que diga algo, pero creo que mi cerebro no es capaz de obligar a mi boca a emitir una palabra o aunque sea algún sonido.
—Oye… ¿Estás bien? —Pregunta preocupado—. Van a entrar moscas en tu boca si la sigues teniendo así.
—Tú…
—Yo… —Me anima a continuar.
— ¡Eres un imbécil! —Exploto asustándonos a ambos—. ¿Cómo te atreves a besarme?
—Cielo ese no fue un beso, sí quieres puedo mostrarte lo que es uno de verdad.
Hace el amago de dar un paso al frente pero yo me alejo.
—Ni se te ocurra Dylan, que sea la última vez que me beses.
—De acuerdo —Se encoje de hombros—. La próxima vez tú iniciaras el beso.
Suelto una carcajada.
— ¿Yo besarte? Ni en tus sueños más jodidos.
—Mm, me encantaría joderte en mis sueños —Dice sin vergüenza alguna—. Y creo que entiendes de qué estoy hablando.
— ¡Fuera de mi salón! Por idiota te tocará ir a tu casa a pie.
Hace un puchero con los labios, pero aunque se ve lo más inocente le señalo la salida.
—Está bien, está bien, me voy. Una cosa más ante de irme —Dice caminando en mi dirección, me pongo recta—. Mañana tengo una pelea.
— ¿Qué? —Pregunto sorprendida.
Él no dice nada y como estoy algo desconcertada por la pelea él se aprovecha para dejar un beso sonoro en mi mejilla.
— ¡Adiós cielo!
Gruño por lo bajo, pero de manera inconsciente mi mano va a parar a mi mejilla.
Este Dylan va a acabar conmigo.
(***)
En momentos como este odio no tener una amiga que me acompañe para ir a la pelea de Dylan. Él ni siquiera se digna en contestar mis llamadas, estoy preocupada por él, no quiero que asista a esa pelea pero sé que él no va a dejarlo ya me lo explico.
Por lo menos quiero ir a verlo, si le llega a pasar algo y yo estaba en la comodidad de mi cama no podría perdonarme a mí misma.
Me coloco unos vaqueros apretados y una blusa roja con tirantes, se ajusta a mi cuerpo y es cómoda, cómo hace algo de frio me coloco una chaqueta negra. No sé porque comienzo a alistarme, si ni siquiera se en donde se realizará está estupidez.
El timbre de mi casa suena y bajo las escaleras con pasos apresurados, para mi sorpresa es Dylan quien se encuentra detrás de está. No tiene su típica sonrisa engreída, su rostro y toda su aura transmiten seriedad.
—Deduje que irías si te llevaba o no así que vine por ti.
—Dedujiste bien niño.
Pienso dar un paso afuera pero su cuerpo me impide dar un paso.
—Hay reglas, no te acerques a extraños, no bebas nada de extraños, no fumes nada ¿Ya dije qué no hables con extraños?
Asiento.
—Pues te lo vuelvo a repetir, no hables con extraños… y mucho menos si son del sexo masculino.
—Creo que soy la mayor aquí.
—Pero tú eres una pequeña oveja blanca que irá a una carnicería y ni siquiera es consciente de ello.
—Eso no tiene sentido.
—Para mí sí —Gruñe y me toma del brazo—. Allá encontraras todo tipo de hijos de puta y perras, no me mires así. Es la verdad.
— ¿De quién es ese auto? —Pregunto curiosa.
—Lo tome prestado.
Me cruzo de brazos.
—Hablo en serio Harrison, no voy robando autos por allí.
Soltando un suspiro entro al auto y me mantengo callada todo el viaje, estoy demasiado nerviosa como para hablar con él. Tengo miedo de ir a ese lugar, pero mucho más miedo le tengo a que Dylan sea lastimado.
Cuando entramos a una zona totalmente abandonada y descuidada, los pelos se me ponen de puntas. Parece un barrio antiguo donde después comienzan a haber edificios en horribles condiciones, algunos hasta parecen quemados. No quiero ni preguntar en qué lugar estamos. Se escucha música y gritos, trago saliva y miro a Dylan que tiene la misma expresión en el rostro.
—Llegamos.
Estaciona el auto en frente de un edificio, es al menos el que está en mejores condiciones comparado con los anteriores. Unas chicas salen riendo a carcajadas y sosteniéndose entre ellas, llevan minifaldas que cubren por lo menos su trasero y unos tops que fácilmente pueden confundirse con un corpiño, pensé que estas cosas sólo pasaban en las películas.
—Recuerda las reglas.