Volver a empezar. #2

Capítulo 14.

Capítulo 14.

 

— Mi auto está por aquí —El estacionamiento era muy oscuro y seguía sintiéndome alerta. Dylan dijo que no debía hablar con extraños y ahora me encontraba entrando en el auto de uno.

—Gracias por esto —Digo abrochando mi cinturón —. El idiota de mi amigo se las verá conmigo.

Él se ríe, enciende el auto y comienza a conducir, me pregunta la dirección y algo dudosa se la doy.

—Ya te dije que no soy ningún violador —Acomoda su cabello —, tal vez tenga la pinta de uno, pero créeme que soy inofensivo.

—Es bueno saberlo Osmar. Cuéntame como encontraste ese lugar... no es por nada pero es un basurero.

Se encoge de hombros.

—Lo sé, pero no hay de otra. Aunque no lo creas tengo a una beba de cinco meses y necesito el empleo.

Abrí los ojos completamente sorprendida. No pude evitar pensar en Jake el esposo de mi hermana el cual también cuando era joven crío a Nathan.

—¿Padre soltero?

—No, mi novia se llama Tasha —Dice sonriendo —, una larga historia y ya no hay tiempo para hablar de eso.

Arrugo el ceño pero me doy cuenta de que acaba de estacionar el auto en frente de mi casa. Me sorprendo por la manera tan rápida en la cual llegamos.

—Necesito oírla —Digo con curiosidad —.  Tal vez podamos volver a encontrarnos.

Él niega.

—No tengo tiempo libre niña, pero si te pasas nuevamente por el ring puedes ir a saludarme.

En mis planes no estaba para nada volver a ese lugar mugroso.

—Claro —Abro la puerta del auto —. Gracias por el aventón.

Me despido de él  con la mano y cuando pienso recorrer el sendero de mi casa mi celular vibra. Ruedo los ojos al ver que se trata de Dylan.

—¿Al fin te acuerdas de mi? —Pregunto nada más al descolgar la llamada.

—¿Dónde Estás? Te estoy buscando y no te encuentro —Escucho una risa femenina y suspiro seguro es la chica de cabello azul.

—En mi casa, en mi camita bien calentita.

—¿Qué? ¿Es una broma? —No respondo —. ¿Cómo Mierda llegaste? Como me digas que te llevaste mi auto...

—¿Qué?  ¿Qué vas a hacer Collins? —Pregunto de mala gana —. No toque tu juguete, alguien me trajo. Y estás en muchos problemas ¡Ese lugar es mucho más que peligroso!

—¡¿Te Olvidaste de la regla de no hablar con nadie?! —Maldice —. Sin duda alguna no puedo dejarte dos segundos sola.

—No es mi culpa que tu estuvieses ocupado, idiota.

—Tienes suerte que llegaste a tu casa, podrías haber terminado en un pantano, y tu cuerpo en partes...

—Oh gracias por esa imagen —Hago una mueca —, tu y yo hablaremos mañana sobre esto, además tengo noticias nuevas de las cuales hablar contigo.

—¿En serio hablas de trabajo? Te estoy diciendo lo estúpida que fuiste al irte con alguien desconocido...

—Te recuerdo que soy una mujer adulta, y él único niño aquí eres tú Dylan. Adiós.

Corto la llamada de mal humor y me dirijo a la entrada de mi casa pero mi celular vuelve a vibrar y lo respondo sin mirar de quien se trata.

—Dylan, sé que no puedes vivir sin mi pero podrías...

—¿Tan rápido me olvidas? —Esa voz hace que me congele en mi sitio —. Wou Esther, creí que seguirías dolida como yo pero veo que apenas me voy ya consigues a otro.

—Thiago —Susurro con la voz rota —. ¿Para que me llamas?

Se oye un suspiro al otro lado y las lágrimas amenazan por salir.

—Quería escuchar tu voz... arreglar las cosas. Esther... en verdad te extraño.

Me río, en verdad lo hago.

—¿Por eso te fuiste? ¿por eso me dejaste? Vete a la mierda Thiago.

Cuelgo la llamada soltando un sollozo, mis ojos se cristalizan y la puerta de mi casa se abre. Mi padre me mira preocupado y corre en mi dirección mientras yo niego con la cabeza.

—Era Thiago.

La comprensión surca su rostro y me atrae hasta sus brazos para abrazarme con fuerza.

—Él se perdió la oportunidad de tenerte en su vida —Susurra —, así que no llores mi reina.

Asiento, pero aún así duele.

Maldigo el día en el que Thiago decidió cambiarme por un estúpido viaje.

 

(***)

 

—¿Un bar?

—No es un bar tonto.

—¿Se vende alcohol? —Abro la boca para negar aquello pero luego recuerdo que esta en lo cierto y vuelvo a cerrarla —. Eso pensé.

Dylan teclea algunas cosas en su celular con una sonrisa y yo también sonrió porque se que se trata de su pequeño grupo de fans.

—Es un comienzo, tocarías por las tardes. Y también nos pagaran por eso.

Él suspira.

—¿Tienes idea de que mierda voy a cantar?

Sonrió y el achina sus ojos en mi dirección.

—Ni se te ocurra ninguna canción de Justin Bieber, mujer.




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