Capítulo 15.
Dylan dijo que quería volverme loca, pero no iba a lograrlo. No.
Aunque ahora mismo estuviese jodidamente sexy. Con su cabello desordenado, unos jeans negros y la cadenillas que siempre lleva a los costados, una remera blanca por debajo de su camisa a cuados roja. Una sonrisa surca en sus labios al ver el escenario en cual actuara de ahora en adelante.
— ¿Te gusta? —Pregunto sabiendo la respuesta.
Él me mira a los ojos con un brillo que destaca el verde de sus ojos.
—No está mal.
Arqueo una ceja sonriente. Mira las mesas que estarán con suerte llenas para verlo tocar, mira cada lugar, hasta la mesa de villar y la barra de bebidas. Sí, él tiene razón, es un bar.
Él dueño del lugar se acerca y me aclaro la garganta queriendo parecer mucho más formal. Puede que no sea el mejor lugar, pero es el primero, el primero de muchos, lo sé.
—Un placer ver que aceptaron mi propuesta Esther —Dice él acercándose junto a nosotros. Ya tenía preparado un discurso de agradecimiento así que comencé a citarlo.
—El placer es nuestro Señor Rodríguez. Esto en vedad es una gran oportunidad para…
— ¿Te gusta el villar? —Pregunta de la nada Dylan, y él Señor Rodriguez sonríe.
—Me encanta. Los jóvenes de ahora no saben lo que es jugar de verdad.
—Eh… —Los miro con los brazos cruzados pero ninguno me mira.
Dylan lo mira realmente ofendido.
—No nos metas a todos en una misma bolsa. Si quieres puedo romperle el trasero en un juego viejo.
— ¡Dylan! —Chillo.
El señor Rodríguez tiene el rostro totalmente serio y creo que este estúpido lo jodio todo. Alarmada comienzo a hablar.
—Señor Rodríguez, lo siento —Digo de manera apresurada—. Este niño a veces no sabe lo que dice…
Él me mira y luego suelta una carcajada.
— ¡Por dios Esther! Dime solo Juan, déjate el formalismo para otro lado —Dice sorprendiéndome—. Y acepto el reto niñato. Iré a traer mi palo de la suerte…
Continua parloteando mientras va detrás de la barra a perderse al entrar en una puerta mientras yo tengo el ceño fruncido.
—¿Sorprendida? —Pego un respingo al sentir la respiración de Dyaln en mí cuello, él idiota se puso detrás de mí.
—Pudiste arruinar todo —Digo volteando en su dirección—. ¿Cómo se te ocurre…?
Él solo sonríe dando un paso al frente dejándome muda, otra vez se aprovecha de la cercanía para mantenerme callada y no sé como lo logra.
—Ibas a aburrirlo Esther, desde lejos se nota que no es un pijo.
—Solo hacía mi trabajo.
—Este lugar no necesita tanto protocolo, no es importante.
—Lo es para mí —Digo mirándolo—, quiero empezar con el pie derecho —Bajo la mirada—, sé que tal vez esperabas más de mí que te llevara en un lugar más grande pero…
Coloca sus manos en mi barbilla y la levanta para que pueda mirarlo.
—Es perfecto Esther, todo lo es ¿Tú crees que yo esperaba que esto funcione? —Pregunta—. No, no creía que esto iría bien, pensé que nadie vería ese video, y si alguien lo hacía sería solo para criticar no tenía fe en tus palabras y míranos ahora… con un grupo pequeño de fans que aseguran que me secuestraran un día de estos —Me río sin poder evitarlo—. Esto significa mucho para mí, como para ti. Así que déjate el formalismo para cuando sea necesario ¿De acuerdo?
Asiento y él sonríe.
—Esa es mi representante —Deja un beso en mi mejilla y termina yendo hacia la mesa de villar. Dejándome con un nudo en la garganta.
El maldito Dylan Collins estaba confundiéndome mucho.
***
— ¿Entonces mi hermano tocará está tarde? —Pregunta Raizel sentándose al lado de mi hermano.
Asiento con la cabeza.
—Sí, en realidad cambiamos el horario para las ocho. Pero obviamente ya lo comentamos en Twitter y las demás redes sociales de Dylan.
Ella mira sonriente mientras se recuesta mejor en el pecho de Cayden.
—Mamá se pondrá a chillar —Murmura más para sí, Cayden le susurra algo en el oído y ella lo codea—. Eres un idiota osito.
—Nunca entendí porque lo llamas así.
Ambos sonríen.
—Es algo nuestro hermanita.
Inevitablemente se besan y yo suelto un suspiro, el amor en mi vida tuvo un final triste y estos dos parecen restregarme los bien que les va en mi rostro, sé que no lo hacen con intensión pero a veces me pregunto como serían las cosas si Thiago no se hubiera marchado.
Siento el peso de alguien sentándose a mi lado y volteo la mirada para ver a Dylan.
—¿Pero por qué tan triste? —Pregunta en broma, pero aun así lo veo algo preocupado— Venía a decirte que ya tengo las canciones para esta noche. Quiero que le eches un vistazo.